A
no ser que hayan simulado en mí un cerebro imperfecto, pero no tendría sentido.
¿Para qué querrían un ciborg que no funcione como tal? Puede que necesiten
autómatas que les obedezcan ciegamente para ejecutar sus planes más aberrantes.
Pero me estoy yendo por las ramas y mi capacidad crítica parece en plena forma.
Eso me tranquiliza. Creo que la nube que había en mi cabeza está a punto de empezar
a disolverse, y admito que no pensaría como pienso si me hubiese convertido en
un No-Humano.
No
olvido aquella advertencia. ¿De verdad hemos muerto todos? El ente con aspecto
varonil que controla los resortes de seguridad de los accesos al edificio no
puede estar trastornado. Ni mentirme. Su ética e inteligencia están fuera de
duda, pero ¿a quién obedece? ¿Será un Discrepante? Me han hablado de ellos,
pero nunca he conocido a ninguno. No es probable que puedan ocupar un puesto
clave, aunque de esa gente se dicen muchas cosas. ¿Será verdad que se adiestran
unos a otros para escapar al control del Sistema Único, que son capaces de
fingir ser ciborgs auténticos o simplemente personas de confianza? El hombre de
la sonrisa ¿habrá boicoteado algún sector de la Filial?
Cada
mañana acudo a mi Departamento de la Zona Q, me siento y extraigo miles de
datos con la ayuda de tres máquinas. Todo
está bajo control. Frente a mí, una pared metálica va cambiando de color para
mejorar mi estado de ánimo, aumentar mi energía o relajarme, dependiendo del
momento; la música ambiental anima o calma sin permitir que me desconcentre.
Periódicamente, unos brazos metálicos nos acercan la bebida energética y una
porción de proteínas vitaminadas. Hacia la mitad de la jornada, las plataformas
se mueven y nos van desplazando hacia la zona central. Es el momento de la
Convivencia que todos agradecemos, salvo cuando el Director aprovecha la pausa
para soltarnos uno de sus discursos. ¿Será un ciborg ese hombre? Con ese
aspecto tan descuidado es prácticamente imposible, pero ¿cómo ha podido llegar
tan alto un individuo con tan mala presencia? No nos atrevemos a decirlo en voz
alta, ni casi a pensarlo, pero las miradas que cruzamos entre nosotros son
bastante elocuentes.
(Continuará)
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