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martes, 2 de mayo de 2017
viernes, 25 de noviembre de 2016
¡NI UNA MENOS! (Día Mundial contra la Violencia de Género)
Pregunta: ¿De dónde viene tanta violencia?
Respuesta: De la prepotencia machista,
de la costumbre ancestral de tratar a las mujeres como objetos. Y a los objetos
se les usa: para asegurar la comodidad del déspota, como recipiente de sus
deseos sexuales, para dar rienda suelta a su ira, para satisfacer su afán de
dominio… (PUNTOS SUSPENSIVOS QUE ADMITEN
MÚLTIPLES OPCIONES)
P: ¿Hasta tal punto llega ese
afán de dominar que llega a aniquilar la vida?
R: La vida, la autoestima, la
salud, la tranquilidad, y todo lo que se ponga por delante. Es como una
borrachera de poder, no conoce límites, derriba lo que tiene delante (es decir,
a la mujer que ha caído en sus redes) para convencerse a sí mismo de su propia
valía.
P: En el fondo no son más que pobres cobardes, alfeñiques sin más valor que
unos puños o un arma y mucha, mucha furia. ¿No te parece?
R: Por supuesto. Pero no te
confundas. Estos vándalos, que empiezan por erosionar las defensas psíquicas de
su pareja, apartándola de su entorno, moldeándola a su antojo y convirtiéndola
en insegura y frágil, pertenecen a todas las clases sociales y culturales. Son
unos pobres de espíritu, cierto, pero, la mayor parte de las veces, cuentan con
el respeto de su círculo social, que no llega a sospechar lo que ocurre hasta
que es demasiado tarde.
P: ¿No lo sospecha o lo justifica cuando alcanza a verlo?
R: Cuando creen que van a ser
censurados lo ocultan, solo lo dejan entrever si tienen la certeza de que van a
ser aplaudidos.
P: ¡Cómo puede ser que alguien justifique tanta ruindad, tanta cobardía, como
pueden contemplar las agresiones físicas y psíquicas a las que algunos someten
a sus parejas llegando incluso a quitarles la vida y quedarse de brazos
cruzados! ¿Por qué las agresiones de género no producen la misma indignación y
repulsa que cualquier otra?
R: Precisamente, los agresores se
aprovechan de esta atonía social. Existe cierta inercia en la opinión pública:
como es algo que ha existido siempre parece que hay que seguir tolerándolo. Ahí
va una muestra de cómo funcionaba el pensamiento hasta hace no mucho; parece
que hemos recorrido un gran trecho pero insensateces parecidas siguen aún muy
arraigadas, mucho más de lo que imaginamos.
“.... Continuando con el análisis del lenguaje llegamos a la expresión ESTADO HONESTO, verdadera perla de nuestra lengua sexista, que significa: “el de soltera”. Hay aquí dos fenómenos que resaltar. En primer lugar, la identificación de honestidad con soltería, lo cual insinúa por transparencia la idea de identificar deshonestidad con matrimonio. Una vez más, la ligadura obsesiva entre pecado y relación sexual. En segundo lugar, obsérvese que el estado honesto no se define como “el de soltería”, como parecería lógico, sino como “el de soltera”. La cosa es clara: en las mujeres, la honestidad y la soltería se identifican, es decir, se establece (o al menos, se insinúa) que la no soltería es deshonesta. A los varones, en cambio, este razonamiento no se aplica. Una huella más en nuestro lenguaje de la asociación mental mujer-sexo-pecado tan común en nuestros antecesores.”Álvaro García Meseguer – Lenguaje y discriminación sexual – Ed. Montesinos – 3º edición, 1984(Pg, 103)
P: ¡Lamentable! Pero esta manera de pensar, ¿no revela una gran miseria de
espíritu?
R: Naturalmente. Que cierta forma
de ver las cosas se encuentre arraigada en un amplio sector de la población no la
hace menos despreciable.
P: ¿Queda alguna esperanza?
R: Hay que modificar
mentalidades y eso lleva tiempo.
P: Pero no lo tenemos. ¡Las mujeres se están muriendo a chorros!
R: Por eso hay que ponerse a
divulgar con todos los recursos a nuestro alcance tratando de llegar al mayor
número de gente posible.
P: ¿Brindamos para que se resuelva rápidamente?
R: Con champagne francés, a ser
posible.
P: ¡Chin chin!
R: ¡Chin
chin!
sábado, 20 de febrero de 2016
El antiterrorismo como arma arrojadiza
En reseña
publicada hace más de diez años, cuyo recorte he guardado todo este tiempo,
Francisco Santamaría calificaba este ensayo, incluso desde el título, como un “ejercicio
de lucidez”. Nada más cierto, incluso algunos rasgos, o factores que asomaban
tímidamente en nuestro panorama social en el año 2004 –fecha de publicación de
la obra– se divisan ahora como algo nítido y tan voluminoso que incluso llega a
abrumarnos con su enorme mole negruzca. Innerarity dedica esta obra a
desentrañar los signos ocultos de las sociedades modernas, lo ambiguo, lo confuso,
lo decididamente engañoso. Pero él no se engaña, o lo hace mucho menos que la
media, por eso es capaz de adelantarse a su tiempo, en párrafos como este y
muchos otros igualmente lúcidos.
“La lógica de cierto comportamiento antiterrorista, una vez abandonada la vieja justificación ideológica que busca silogismos y demostraciones, gira en torno a la teoría de la equiparación. La estrategia consiste en repetir insistentemente que A es igual que B, hasta que eso genere un automatismo social. En un mundo confuso, atacar comienza por identificar. Y el público se siente aliviado con alguna referencia indiscutible en medio de la confusión. Así se promueve una guerra contra un país o se ilegaliza un partido político, pero también se limita el juego de cualquier adversario bajo la amenaza de ser acusado de complicidad. Son equiparaciones más o menos arbitrarias, que definen un territorio cómodo para las propias estrategias, pero que impiden una diferenciación inteligente de realidades que son complejas.”
Daniel Innerarity La sociedad invisible, Premio Espasa de Ensayo 2004,
Ed. Espasa Calpe, (Pag. 63)
Diáfano
como la luz del día. Nada que añadir al argumento, pero tras la reciente
acumulación de hechos de naturaleza idéntica a la que expone el ensayista,
recordaré el decisivo papel de los medios de comunicación como voceros con altavoz
de la demagogia; hasta la extenuación y más allá de los consumidores de mass media. Como los sucesos a los que
aludo son recientes y conocidos de sobra, ni siquiera voy a mencionarlos, ya
les han dado una importancia que no tienen, durante semanas y meses, todos esos
profesionales del periodismo.
viernes, 25 de diciembre de 2015
Agnósticos y ateos
Según parece,
una proporción considerable de habitantes del planeta no sienten ninguna
necesidad de elaborar una ideología propia, coherente y en consonancia con sus
actos. Nacemos en un determinado ambiente, somos bautizados antes de tener
conciencia de lo que ocurre, desde la más tierna edad se nos inculcan unas creencias.
Y tiramos de ellas por la vida como se arrastra un carro. Es cierto que algunos
reniegan de ellas y otros las abrazan con pasión, pero lo habitual es que se
asuman resignadamente, como si se tratase de una herencia imposible de eludir. Iba
a decir que nunca he comprendido esta postura, pero, intelectualmente, desde la
distancia del que observa y saca conclusiones, puede que la entienda más de lo
que me gustaría. Es la más cómoda de todas y revela, además, cierto
infantilismo, quienes la adoptan se mueven por objetivos meramente prácticos o
porque alguien o algo les obliga a actuar.
La
honestidad intelectual, en cambio, no es requisito exigible para obtener
gratificación de ninguna clase. Encontramos así a miles de ciudadanos que se
proclaman católicos solo por haber sido bautizados cuando eran bebés, sin
plantearse nunca cuestiones filosóficas, éticas, ni siquiera históricas o científicas.
Actúan, pues, sin criterio que guíe sus actos. Son como clones, piensan todos
igual, según vaya el aire. Ahora toca opinar esto, mañana lo contrario. Y ni
siquiera son conscientes. Creen pertenecer a un credo aunque no se refleje en
su conducta. Y, a modo de explicación, adoptan todos la misma muletilla: “es
que no soy practicante”. ¿Qué significa eso? ¡Habrase visto pretexto más absurdo! Una
creencia se traduce en una forma de vida, en un conjunto de actos, en un
compromiso ético. Y nadie que se mantenga al margen puede considerarse
creyente.
“No satisfecho con la prohibición de comer del fruto prohibido, Dios no cesó de manifestarse mediante interdicciones. Las religiones monoteístas no viven sino de prescripciones y de exhortaciones: hacer y no hacer, decir y no decir, pensar y no pensar, actuar y no actuar… Prohibido y autorizado, lícito e ilícito, aprobado y desaprobado, los textos religiosos abundan en codificaciones existenciales, alimentarias, de comportamiento, rituales y otras… (*)
Bartolomé Esteban Murillo - La adoración de los pastores - 1668 |
Pero
ocurre justamente al contrario. Quienes se proclaman ateos han tenido que
interrogarse a sí mismos, adoptar una visión del mundo y ajustar a ella su
forma de actuar. Después de un proceso tan personal e iconoclasta es casi
imposible no asumir criterios éticos propios y actuar en consecuencia. Habría
que preguntarse en qué consiste ser ateo.
No basta con proclamar que dios no existe pues si nos preguntamos sobre las
fronteras con el agnosticismo la
cosa se complica.
“Jesus existió, sin duda, como Ulises y Zaratrustra, de quienes importa poco saber si estos vivieron físicamente, en carne y hueso, en un tiempo dado y en un lugar específico. La existencia de Jesús no ha sido verificada históricamente. Ningún documento de la época, ninguna prueba arqueológica ni ninguna certeza permite llegar a la conclusión, hoy en día, de que hubo una presencia real que mediara entre dos mundos y que invalidara uno nombrando al otro.” (*)
Para
algunos, un agnóstico es alguien que aún no ha conseguido traspasar la frontera
de la no creencia y mantiene una
postura ambigua. Para mí esto podría denominarse espiritualismo, panteísmo o
algo similar. Un agnóstico no cree en ningún dios ni en mundos espirituales de
ningún tipo, considera que cualquier creencia ha sido inventada por los hombres
en algún momento de la historia, está seguro de que no existe otra vida después
de esta, le consta que nadie ni nada está pendiente de nuestras bondades o
maldades, que no habrá premios ni castigos en una eternidad inexistente.
“Frente a la plétora de verdades contradichas por otras tantas antífrasis, ante el desorden de ese taller metafísico en el que todas las afirmaciones cuentan con su respectiva negación, algunos quieren justificar la lógica de sus propias selecciones… Uno propone un islam moderado, otro un islam fundamentalista… Pues no hay verdad en el Corán o lectura única, solo interpretaciones fragmentarias, comprometidas desde el punto de vista ideológico, para sacar provecho personal de la autoridad del libro y de la religión.” (*)
El
agnosticismo cuenta con que a la ciencia le queda aún un gran camino por
recorrer pero no ignora que nunca descubrirá ni la punta del iceberg de lo que
existe, porque nuestra mente e instrumental son mucho más limitados de lo que
podremos concebir nunca.
(*) Tratado de ateología. Física de
la metafísica. Michael Onfray, Editorial Anagrama – Colección Compactos
sábado, 10 de enero de 2015
Calculado oscurantismo
“-Muchas veces,
mientras estaba arando o trabajando -prosiguió lentamente el abuelo-, he
pensado y razonado sobre la época en que Jesús va a descender nuevamente a la tierra.
Porque siempre lo he deseado tanto que
me parece a mí que va a ser mientras yo estoy aún vivo. Lo he estudiado
muchas veces. Y así es como lo tengo pensado. Me imagino que voy a estar de pie
ante Jesús con todos mis hijos y nietos y bisnietos y parientes y amigos. Y le
diré: “Jesucristo, todos nosotros somos pobres personas de color”. Y entonces Él pondrá su santa mano sobre nuestra
cabeza, e inmediatamente todos nos volveremos blancos como el algodón. Esa
es la idea que ha albergado mi corazón muchas, muchas veces.”
(Pg.
157: el suegro del Dr. Copeland hablando a su familia)
“Pero ¿qué ocurre con
un hombre que sabe? Ve el mundo tal como es y mira miles de años atrás para ver
cómo se produce todo. Observa la lenta aglutinación de capital y poder y cómo ha
llegado hoy a su cúspide. Ve América como una casa de locos. Ve cómo los
hombres tienen que robar a sus hermanos para poder vivir. Ve cómo los niños se
mueren de hambre y las mujeres trabajan sesenta horas por semana para ganarse
la comida. Ve a todo ese maldito ejército de parados y los miles de millones de
dólares y miles de kilómetros de tierra desperdiciada. Contempla cómo se aproxima la guerra. Contempla cómo cuando la gente
sufre tanto se vuelve mala y fea, y algo muere en ella. Pero lo más
importante que ve es que todo el sistema
del mundo está construido sobre una mentira. Y, aunque todo esto es tan
evidente como el mismo sol, los ignorantes han
vivido tanto tiempo con esa mentira que ya no son capaces de verla.”
(Pg.
163: Jake Blount a su amigo el mudo John Singer)
“Los hombres que
lucharon por la Revolución Americana se parecían tanto a las damas de Las Hijas
de la Revolución Americana como yo a un barrigudo perro pequinés. Sabían lo que
significaba libertad. Luchaban por una auténtica revolución. Luchaban para que
este pudiera ser un país dónde todos los hombres fueran libres e iguales. ¡Ah!
Y eso quería decir que todo hombre era igual a los ojos de la Naturaleza: con
iguales posibilidades. Esto no quería decir que el veinte por ciento de la
gente fuera libre de robar al otro ochenta por ciento restante sus medios de
vida. Esto no quería decir que un rico hiciera sudar sangre a otros diez mil
pobres para poder enriquecerse más. Esto no
quería decir que los tiranos tuvieran libertad de llevar a este país a una
situación en la que millones de personas están dispuestas a hacer lo que sea –engañar,
mentir o lo que sea– con tal de trabajar por cuatro cuartos. Han convertido
la palabra libertad en una blasfemia. ¿Me oye usted? Han logrado que la palabra libertad apeste como una mofeta para todo
aquel que sabe.”
(Pg.
170: Idem)
“Un cambio se operó en
Singer. (…) Erraba por aquellos poblados barrios situados junto al río que
tenían un aspecto más sórdido que nunca
desde que las hilanderías habían reducido su actividad aquel invierno. En
muchos ojos podía leerse una expresión de sombría soledad. Ahora que la gente se veía forzada a permanecer ociosa, se podía percibir
una cierta inquietud. Se producía un
ferviente estallido de nuevas creencias. Un joven que había estado trabajando
en las tinas de tintado de una hilandería proclamó de repente que había brotado
en él un gran poder sobrenatural. Decía que era su deber expresar una serie nueva
de mandamientos del Señor. El joven
levantó un tabernáculo y centenares de personas acudían todas las noches para
revolcarse por el suelo y sacudirse unas a otras, porque creían que se
encontraban en presencia de algo superior a lo humano. Y hubo un crimen,
también. Una mujer que no ganaba lo suficiente para comer creía que su capataz le había engañado en sus vales
de trabajo y le apuñaló en la garganta.”
(Pg.
211)
Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario (1940)
Traducción: R. M. Bassols
martes, 25 de noviembre de 2014
¿Qué hace Gil de Biedma sentado en mi sofá?
Hundido hasta los
hombros me costó reconocerle. “Usted me recuerda a una foto en blanco y negro” comenté.
Sonrió. Luego recordaría que la había visto en la primera página del poemario Volver, rubicundo, contundente, con un
amago de sonrisa. Pensé que debía tener los pies fríos allá abajo, en el filo
de los presentimientos, pensé que a veces hay que subir a caldear un poco la
nuca, a estirar los dedos, a contemplar de nuevo cómo tiembla el aire. Lo pensé
pero no se lo dije porque para entonces ya tenía una pregunta en los labios.
-No deja de mirarnos ¿eh?
Justo en ese momento empezó a hablar. Lentamente.
“Y
qué decir de nuestra madre España,
este
país de todos los demonios
en
donde el mal gobierno, y la pobreza
no
son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino
un estado místico del hombre,
la
absolución final de nuestra historia?
De
todas las historia de la Historia
sin
duda la más triste es la de España,
porque
termina mal. Como si el hombre,
harto
ya de luchar con sus demonios,
decidiese
encargarles el gobierno
y
la administración de su pobreza.
Nuestra
famosa inmemorial pobreza,
cuyo
origen se pierde en las historias
que
dicen que no es culpa del gobierno
sino
terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A
menudo he pensado en esos hombres,
a
menudo he pensado en la pobreza
de
este país de todos los demonios.
Y
a menudo he pensado en otra historia
distinta
y menos simple, en otra España
en
donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero
creer que nuestro mal gobierno
es
un vulgar negocio de los hombres
y
no una metafísica, que España
debe
y puede salir de la pobreza,
que
es tiempo aún para cambiar su historia
antes
que se la lleven los demonios.
Porque
quiero creer que no hay demonios.
Son
hombres los que pagan al gobierno,
los
empresarios de la falsa historia,
son
hombres quienes han vendido al hombre,
los
que le han convertido a la pobreza
y
secuestrado la salud de España.
Pido
que España expulse a esos demonios.
Que
la pobreza suba hasta el gobierno.
Que
sea el hombre el dueño de su historia.”
Apología
y perdición
Del poemario Moralidades (1966)
Del poemario Moralidades (1966)
Incluido en la antología Volver (pags. 80-81)
domingo, 4 de mayo de 2014
El desierto de los Tártaros de Dino Buzzati (Fragmentos)
Hasta entonces había avanzado por la despreocupada edad de la primera juventud, un camino que de niño parece infinito, por el que los años discurren lentos y con paso ligero, de modo que nadie nota su marcha. Se camina plácidamente mirando con curiosidad alrededor, no hay ninguna necesidad de apresurarse, nadie nos hostiga por detrás y nadie nos espera, también los compañeros avanzan sin aprensiones, parándose a menudo a bromear. Desde las casas, en las puertas, las personas mayores saludan benignas y hacen gestos señalando el horizonte con sonrisas de inteligencia; así el corazón empieza a latir con heroicos y tiernos deseos, se saborea la víspera de las cosas maravillosas que se esperan más adelante; aún no se ven, no, pero es seguro, absolutamente seguro, que un día llegaremos a ellas.
¿Queda aún mucho? No, basta con atravesar aquel río de allá al fondo, con franquear aquellas verdes colinas. ¿No habremos llegado ya, por casualidad? ¿No son, quizá, estos árboles, estos prados, esta blanca casa lo que buscábamos? Por unos instantes da la impresión de que sí y uno quisiera detenerse. Después se oye decir que delante es mejor, y se reanuda sin pensar el camino.
Así se continúa andando en medio de una espera confiada, y los días son largos y tranquilos, el sol resplandece alto en el cielo y parece que nunca tiene ganas de caer hacia poniente.
Pero, en cierto punto, instintivamente, uno se vuelve hacia atrás y ve que una verja se ha atrancado a sus espaldas, cerrando la vía de retorno. Entonces se siente que algo ha cambiado, el sol ya no parece inmóvil, sino que se desplaza rápidamente, ¡ay! casi no da tiempo de mirarlo y ya se precipita hacia el límite del horizonte; uno advierte que las nubes ya no se estancan en los golfos azules del cielo, sino que huyen superponiéndose unas a otras, tanta es su prisa; uno comprende que el tiempo pasa y que el camino un día tranquilo tendrá que acabar también.
Cierran en cierto punto a nuestras espaldas una pesada verja, la cierran con velocidad fulminante y no da tiempo de regresar. Pero Giovanni Drogo en ese momento dormía, ignorante, y sonreía en sueños como hacen los niños.
(...)
En el silencio subterráneo Drogo sintió entonces los golpes de su corazón, que se había puesto a latir con fuerza. ¿De modo que también el vejete agazapado en el sótano haciendo cuentas, también aquella oscura y humilde criatura esperaba un destino heroico? Giovanni lo miraba a los ojos y el otro sacudió un poco la cabeza con amarga añoranza, como indicando que sí, que no había remedio: así estamos hechos -parecía decir- y no tenemos cura.
Quizá debido a que en alguna parte de la escalera se había abierto una puerta, se oían ahora, filtradas por los muros, lejanas voces humanas de indefinible origen; de vez en cuando cesaban dejando un vacío, poco después volvían a aflorar, iban y venían, como una lenta respiración de la Fortaleza.
Ahora Drogo comprendía por fin. Miraba las sombras múltiples de los uniformes colgados, que temblaban con el oscilar de las luces, y pensó que en ese mismo momento el coronel, en el secreto de su oficina, había abierto la ventana hacia el norte. Estaba seguro: en una hora tan triste como aquella, por la oscuridad y el otoño, el comandante de la Fortaleza miraba hacia el septentrión, hacia las negras simas del valle.
Del desierto del norte tenía que llegar su fortuna, la aventura, la hora milagrosa que al menos una vez le toca a cada uno. Por esa posibilidad vaga, que parecía volverse cada vez más incierta con el tiempo, hombres hechos y derechos consumían allá arriba la mejor parte de su vida.
No se habían adaptado a la existencia común, a las alegrías de la gente normal, a un semidestino; unos al lado de otros vivían con idéntica esperanza, sin decir nunca una palabra de ella, porque no se daban cuenta o simplemente porque eran soldados, con el celoso pudor de la propia alma.
(...)
¡Cuánto tiempo por delante! Larguísimo le parecía incluso un solo año, y los años buenos apenas habían comenzado; parecían formar una serie larguísima, cuyo final era imposible divisar, un tesoro todavía intacto y tan grande que resultaba aburrido.
No tenía nadie que le dijera: "¡Cuidado, Giovanni Drogo!" La vida le parecía inagotable, obstinada ilusión, aunque la juventud ya había comenzado a ajarse. Pero Drogo no conocía el tiempo. Aunque hubiera tenido ante sí una juventud de cien y cien años, como los dioses, haría sido bien pobre cosa. Y, en cambio, disponía de una vida sencilla y normal, de una pequeña juventud humana, avaro don, que los dedos de las manos bastaban para contar y que se disolvería antes aún de dejarse conocer.
"El desierto de los tártaros" (Novela)
Autor: Dino Buzzati
Editorial Debate (Colección Últimos Clásicos) - 1991
Traducción: Esther Benítez
sábado, 12 de abril de 2014
Apuntes sobre el siglo XX (y II)
Probablemente
nunca como en el siglo XX el hombre había consumado de tal manera sus sueños en
pesadillas. Desde el lado de la vida estamos ya en condiciones de afrontar, al
menos imaginativamente, las metamorfosis más extremas. Desde el lado de la
muerte hemos experimentado límites insospechados, tanto en el refinamiento como
en la cantidad.
Sobre
todo en la cantidad: la muerte masiva, por excelencia. Tenemos noticias de
miles de guerras a lo largo de la Historia. En una sola de ellas –la segunda
guerra mundial– el siglo XX ha sumado más cadáveres que en todas ellas juntas.
Hemos llevado a la práctica la movilización absoluta y la guerra total: los
números destructivos se han acumulado hasta límites solo previstos por las
mitologías aniquiladoras. La combinación entre totalitarismo y tecnología ha
sido inauditamente letal.
![]() |
Marc Chagall - La guerra (1964-66) |
Auschwitz
es la punta del iceberg de la muerte masiva. En sus imágenes –y en la difusión
universal de estas imágenes– convergen los canales de la muerte planificada que
empiezan en los genocidios étnicos y culminan con la destrucción sistemática de
toda diferencia.
La
Peste del siglo XX ha sido la imposición de una capacidad técnica nueva,
gélida, indiferente para provocar una muerte masiva que, sin marcos
trascendentes, ha aparecido sometida tan sólo a la Ley de los Grandes Números:
muchos millones no son nada en el transcurrir mecánico del mundo.
Ráfagas sobre un siglo (4. LA MUERTE MASIVA) en Maldita perfección – Escritos sobre el
sacrificio y la celebración de la belleza (pag. 216) – Rafael Argullol –
Acantilado, 2013
jueves, 10 de abril de 2014
Apuntes sobre el siglo XX (I)
La
carrera por la construcción de los edificios más altos del mundo ha sido uno de
los indicios más extraordinarios del siglo. Invirtiendo la admonición bíblica
nosotros hemos querido desafiar al cielo, subiendo más arriba de los
campanarios religiosos de antaño y oteando el horizonte con expectativas casi
ilimitadas.
Todos
los grandes protagonistas ideológicos del siglo han estado inmiscuidos en esta
carrera. Misterioso, fantasmal y abominable es el duelo entre Stalin y Hitler
por construir “el edificio más grande del mundo”, duelo nunca materializado por
la guerra y derrumbe posteriores de los grandes totalitarismos. Pero como icono
capitalista, Babel ha llegado a cotas imposibles de imaginar en el siglo XIX:
del Empire State Building a las Twin Towers, mientras Nueva York conservó su
triunfo sobre Moscú y Berlín. Al final, sin embargo, el desbordamiento global
del capitalismo ha hecho acabar el siglo con los rascacielos también gemelos de
Kuala Lumpur y el proyecto, ya ultrababélico, de la torre mundial de São Paulo.

Ráfagas sobre un siglo (1. GRANDEZA Y MISERIA DE BABEL)
en Maldita perfección – Escritos sobre el
sacrificio y la celebración de la belleza (pags. 213- 214) – Rafael
Argullol – Acantilado, 2013
sábado, 8 de marzo de 2014
Un Día de la Mujer y 364 Días del Hombre
A la espera de mi contribución personal a este
día, os dejo este artículo. Una de las aportaciones más clarividentes que he
leído a la causa de la igualdad entre sexos, el que mejor analiza la peligrosa
situación actual, poniendo de verdad cada cosa en su sitio con una visión de
conjunto irreprochable.
DESMONTANDO EL RELATO NEOLIBERAL DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA
El impacto que tiene hoy “la Gran Involución” –la
contrarreforma social puesta en marcha desde las élites económicas a escala
global, a raíz de la presente crisis– está suponiendo una reestructuración del
orden político y económico que recorre nuestra sociedad; afecta a las
condiciones materiales y a los derechos de las personas. Probablemente, aún no
acertemos a ver en toda su magnitud el alcance del proceso hegemónico del
neoliberalismo, iniciado en los años setenta del siglo XX en Occidente. Su
desarrollo e impacto tienen una raíz indudablemente económica, pero no es la
dimensión económica su única manifestación. Dicho proceso ha ido acompañado de
un “sentido común” propio de nuestro tiempo, que ha recorrido nuestras
sociedades e impregnado nuestra concepción del mundo, ha marginado y sustituido
otras interpretaciones y ha legitimado, en cierto sentido, dicha
reestructuración, interpelando y construyendo la identidad individual y
abonando el terreno para la emergencia de nuevas subjetividades sociales e identidades
colectivas.
Ambivalencias y contradicciones para el feminismo hoy, que vienen de atrás
Inmerso en este océano político, económico y cultural
o ideológico, el feminismo ha lidiado con las dinámicas generadas a lo largo de
las últimas décadas desde una especificidad conflictiva que no se puede o no se
debería obviar. En palabras de Nancy Fraser: “Es un cruel giro del destino que
el movimiento para la liberación de las mujeres se haya terminado enredando en
una ‘amistad peligrosa’ con los esfuerzos neoliberales para construir una
sociedad de libre mercado”. En pleno auge del pensamiento postmoderno, las
demandas políticas radicales no prosperaron mayoritariamente. Así, con el
neoliberalismo vino la marginación de una crítica amplia de las diferencias de
clase y de raza, de la economía política y del Estado que quedaron eclipsadas
por la promesa del empoderamiento individual y de la independencia económica,
como veremos. La denuncia del sexismo y de la discriminación se escindió de una
crítica estructural del capitalismo en el momento preciso. Debajo de mucho de
lo cultural subyace una base material que alimenta intereses concretos y
relaciones de poder, políticas y económicas.
El feminismo ha logrado algunas conquistas y el
discurso de la igualdad ha sido incorporado de manera creciente (otra cosa son
las prácticas sociales). La subjetividad femenina ha incorporado la conciencia
sobre las desigualdades entre hombres y mujeres, pero a la vez, inmersa en el
sentido común neoliberal, por un lado, niega la existencia de fuerzas sociales,
culturales y económicas que sustentan la desigualdad y, por otro, imbuida de
individualismo, acepta la plena responsabilidad de su propio bienestar y
cuidado, cada vez más supeditada a los malabarismos propios de la difícil
armonía entre las dimensiones familiar-laboral, enfrentadas desde un cálculo
más próximo al coste-beneficio. Con ello la desigualdad de género pasa a ser
interpretada como un asunto del ámbito privado, y no como un problema
estructural. Se obvian las soluciones colectivas a las injusticias sociales.
Algunos mitos del neoliberalismo, desde una mirada feminista
El fetichismo de la libre elección:
El ideal de libre elección (que incluso llega a aparentar estar “libre” de las
restricciones patriarcales) se basa en la autosuficiencia del individuo,
mientras se socavan las luchas colectivas e instituciones que permiten esa
autosuficiencia. Por otra parte, hay que distinguir bien los límites entre el
individualismo y la reivindicación histórica de autonomía por parte de las
mujeres (económica, libertad de movimiento y de acción, libertad sexual,
derecho al propio cuerpo). La autonomía es una demanda legítima que apela a un
derecho individual, pero que puede y debe inscribirse en un reclamo colectivo
alternativo. Una supravaloración de la autonomía individual sin la dimensión
colectiva tenderá a borrar y devaluar la interdependencia social
y el cuidado, por ejemplo.
Ideal hegemónico de flexibilidad, innovación y
creatividad o de emprendedoras individualizadas en todas las
dimensiones de nuestras vidas. Como afirma Nancy Fraser: “El neoliberalismo nos
viste a la mona de seda a través de una narrativa sobre el empoderamiento
de las mujeres. Al invocar la crítica feminista del salario familiar para
justificar la explotación, utiliza el sueño de la emancipación de las mujeres
para engrasar el motor de la acumulación capitalista”. Lo cierto es que hemos
asistido a lo que se denomina la doble presencia: las mujeres
compatibilizan como pueden sus acceso al trabajo asalariado y su desarrollo
personal en el ámbito profesional con las responsabilidades en el núcleo
familiar, que permanecen intactas.
Narrativa del progreso y de la igualdad de género
alcanzado: ha ocultado las diferencias entre las mujeres (los
cambios socioeconómicos y el diferente impacto según los grupos sociales). La
actual creciente precarización generalizada tiene como consecuencia que se
produzcan aún mayores desigualdades dentro de los grupos de sexo que entre
hombres y mujeres.
Por otra parte, el discurso del feminismo liberal ha
impregnado el tejido social y accedido al plano institucional, suponiendo un
debilitamiento del mensaje político colectivo para transformar la vida familiar
y económica.
Mercantilización: Una característica
central del neoliberalismo es la mercantilización de todas las esferas de la
vida social. La racionalidad del mercado –el cálculo coste-beneficio– se
extiende por el tejido social, las prácticas sociales y las instituciones. Ha
implicado una mayor infravaloración del ámbito doméstico/no económico. La
mercantilización del ámbito privado, trabajo doméstico y de cuidados, por ejemplo,
ha supuesto que el interés propio de algunas mujeres pueda obtenerse a cambio
de la subordinación y explotación de otras.
Condicionantes para un proyecto de futuro
Con la crisis, las imposibilidades materiales han
marcado las trayectorias vitales de muchas mujeres y construido un imaginario
diferente con respecto al empleo y a la maternidad. Unas ven truncadas sus
carreras profesionales, otras ni siquiera lo contemplan como un escenario
posible. Un mayor número de mujeres buscan empleo (con salarios inferiores y
mayor precariedad) y ven constreñido el tiempo para el cuidado de hijos, que
progresivamente excluido del ámbito de lo público, se ve reprivatizado y
arrojado al ámbito doméstico. Cada vez es más difícil alcanzar la cohesión
entre trabajo, hogar, cuidado y comunidad.
Tenemos ante nosotras el reto re-engarzar el
feminismo en una crítica de la naturaleza del poder político y económico.
Ningún movimiento social, y menos aún el feminismo, puede pasar por alto el
asalto despiadado que ejerce el capital financiero sobre la democracia y sobre
la reproducción social. Del mismo modo que toda alternativa que enfrente bajos
salarios y jornadas extenuantes, deberá incluir la igualdad en el cuidado entre
hombre y mujeres, también deberá incorporar el elemento central: las
desigualdades entre las propias mujeres.
Sólo alcanzaremos una interpretación amplia de la
compleja realidad social si acertamos a desplegar el mapa de la desigualdad en
toda su extensión: el género, la “raza”, la etnia, la opción sexual siguen
estructurando las relaciones sociales de formas muy diversas. Todas ellas se
articulan con la clase pero tienen implicaciones distintas con respecto a la
distribución de bienes sociales y simbólicos.
También deberemos estar atentas al efecto regresivo de
la apropiación del discurso por parte de los sectores más conservadores, que
conlleva la exaltación de la familia y los valores tradicionales. Trascender
los parámetros de lo posible que delimita el relato neoliberal se plantea como
gran reto ante nosotras.
Las ideas neoliberales han ido calando en nuestro
entramado social mientras se afianzaban los poderes del capital y se creaban
nuevos circuitos del capital global bajo su control. Lo cierto es que el
neoliberalismo ha situado a las mujeres y al pensamiento feminista en una
situación política distinta a la del pasado reciente. No basta con
visibilizar las tendencias ocultas, tampoco con defender las conquistas del
pasado. El feminismo, las mujeres y los hombres debemos recuperar el análisis y
la crítica de la verdadera naturaleza del poder político y económico y
plantear una agenda política radical que se fundamente en la vida real de las
personas.
Todo parece indicar que se cierra un ciclo y empieza a
abrirse otro, frente al que tenemos más incógnitas que certezas. ¿Contribuirá
la crisis multidimensional al resquebrajamiento de ese “sentido común”?
Seguramente sí, pero no sabemos si lo hará en un sentido progresivo o
regresivo. Sin embargo, sí podemos mirar a nuestro pasado reciente, para
intentar comprender nuestro presente un poco mejor.
Olga Abásolo, socióloga, investigadora de FUHEM Ecosocial y
Jefa de Redacción de la Revista PAPELES de relaciones ecosociales y cambio
global.
Puedes leer el artículo aquí.http://www.lamarea.com/2014/03/07/desmontando-el-relato-neoliberal-desde-una-perspectiva-feminista/
lunes, 24 de febrero de 2014
Lo divino en lo humano
“…
puede entenderse el claroscuro que rodea a uno de los principales argumentos
lucrecianos frente al temor humano: la emancipación de los hombres con respecto
a lo divino. En multitud de ocasiones Lucrecio asegura que los dioses no tienen
intervención alguna en el devenir del mundo: «Al punto la naturaleza se te
aparecerá libre, exenta de soberbios tiranos, obrando por sí sola,
espontáneamente, sin participación de los dioses» (Libro 2, 1090-1091). Ello no
le conduce, como pudiera creerse, al ateísmo, sino a la atribución de un
territorio indefinido, más o menos beatífico, donde los dioses viven en la
ignorancia del dolor. (…) Lejos de confirmar, mediante el exilio de los dioses,
la liberación de los hombres, son estos los que aparecen como exiliados,
huérfanos de cualquier fuerza que amortigüe su debilidad. Aunque veladamente,
lo que el autor de De rerum natura sugiere
es una verdadera ausencia de lo divino
en la que resonaría, con particular dramatismo, la despedida de los dioses…”
De “Maldita perfección” – Rafael Argullol – Cap. 2 (La
antorcha de la vida) Pg. 28
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Arte etrusco |
martes, 18 de febrero de 2014
Flaubert y su loro o el loro de Flaubert
1846
“Coger con los dientes un denario de entre la mierda”. Era una figura retórica que aplicaban a los avaros. Yo soy como ellos: para encontrar oro, no me detengo ante nada.
Hay
entre los marinos aquellos que descubren nuevos mundos, que añaden tierras a la
tierra y estrellas a las estrellas, estos son los maestros, los excelsos, los
eternamente espléndidos. Luego están los
que vomitan el terror desde las partes de sus navíos, los que capturan,
enriquecen y engordan.
Algunos
zarpan en pos del oro y la seda bajo otros cielos, otros solo pretenden atrapar
en sus redes salmones para los gourmets y bacalao para los pobres.
Yo
soy el oscuro y paciente pescador de perlas que se zambulle hasta las
profundidades y emerge con las manos vacías y la cara azul. Cierta atracción
fatal me conduce hacia los abismos del pensamiento, hasta el fondo de unas
simas interiores que, para los fuertes, jamás se agotan. Me pasaré la vida
mirando el océano del arte en el que otros navegan o combaten, y a veces me
divertiré yendo a buscar el fondo del mar conchas verdes o amarillas que los
demás desprecian. De modo que las guardaré para mí y cubriré con ellas las
paredes de mi choza.
1846
No
soy más que un lagarto literario que se calienta el día entero al gran sol de
la belleza. Solo eso.
1847
Las
personas son como la comida. Hay montones de burgueses que para mí son como
carne hervida: mucho vapor, nada de jugo, insípidos. Te llena enseguida y suele
gustarles a los patanes. Otros son como carne blanca, pescado de río, delgadas
anguilas que viven en el fango, ostras más o menos saladas, cabezas de ternera
y azucaradas papillas. Yo soy como los macarrones con queso, que se ahílan y
hieden, para gustar de ellos hay que haberlos probado muchas veces.
A
la larga te acostumbras, pero antes tienes que haber aguantado que se te suba
muchas veces el estómago a la boca.
1847
Esperabas
encontrar en mí un fuego que ardiese, que llamease, que iluminase, que
proyectara alegres claridades, que hiciera secar la humedad de los
revestimientos, que saneara el aire y volviese a dar vida. Pero, ay, no soy más
que una pobre lámpara nocturna cuya roja mecha centellea en un mal aceite lleno
de anua polvo.
1851
Mi
amistad es como los camellos. En cuanto se pone en marcha ya no hay modo de
detenerla.
1852
A
medida que envejecemos, el corazón se nos va desnudando, como los árboles. No
hay nada capaz de resistir ciertas ráfagas de viento. Cada nuevo día nos
arranca algunas hojas y eso sin contar con las tormentas que rompen de una sola
vez varias ramas. Pero así como el verdor de la naturaleza renace en primavera,
el nuestro se va para siempre.
1852
La
vida es una cosa horrible, ¿no crees? Es como una sopa en la que flotan muchos
pelos, y que no hay más remedio que comerse.
1857
Los
libros no se hacen como los niños, sino como las pirámides, con un proyecto
premeditado y amontonando grandes bloques, los unos encima de los otros, a
fuerza de riñones, de tiempo y de sudor. ¡Y si no sirven de nada! ¡Y se quedan
allí, en el desierto! Pero dominándolo de forma prodigiosa. Los chacales se
mean en su base y los burgueses suben hasta su cúspide…
1857
Hay
una frase latina que significa aproximadamente:“Coger con los dientes un denario de entre la mierda”. Era una figura retórica que aplicaban a los avaros. Yo soy como ellos: para encontrar oro, no me detengo ante nada.
1867
Es
cierto que hay muchas cosas que me exasperan. El día en que nada me indigne me
caeré de bruces, como una muñeca cuando le quitas el palo que la sostiene.
1872
Jamás
habían contado tan poco los intereses espirituales. Jamás el odio contra toda
grandeza, el desdén por lo Bello, la execración de la literatura habían sido
tan manifiestos. Siempre he intentado vivir en una torre de marfil, pero una
marea de mierda golpea sus muros y amenaza con derribarla.
Flaubert en El loro de Flaubert, Julian Barnes
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