jueves, 20 de agosto de 2015

Me miraba (Poema)



Me miraba por detrás de los barrotes,
desde su esquina del parque, una mañana;
sus ojos hablaban y esperaban
pero yo no miré: tenía prisa.
Quería llegar a la tienda antes del cierre
o recoger el coche,
o aparcarlo.
Me esperaba no recuerdo quién.

Hablaba con un zumbido áspero
que surgía de su cuerpo, frágil,
sentada a la puerta del mercado
extendiendo una lata oxidada.
La encontré más flaca todavía,
olía a serrín y a vertedero,
su dentadura era un tablero de ajedrez.

Soñé esa noche con su pelo,
una gran maraña impenetrable,
que yo trataba de ordenar con un rastrillo
mientras ella chapoteaba entre burbujas.

Me apresuré hasta el barrio de la niña.
Cuando pasé por los grandes almacenes
vi un maniquí con minifalda y gorra,
camiseta naranja y deportivas.
“A la vuelta, me dije, lo compramos”.

Pero al llegar a su esquina ya no estaba.
Me dijeron que nunca volvería,
que estaba condenada a ser esclava,
que nadie la invitaría a una hamburguesa,
ni la llevaría a elegir ropa molona
a la planta juvenil del corte inglés.

sábado, 15 de agosto de 2015

Cabezadas (Poema)

Prendida de una barra huérfana de copas, 
isla entre bultos al asalto de licores goteantes,
amenazada por ristras de entripados
(como látigos empuñados por los amos de esos labios
que hace tiempo inflamaron incontables vasos de ginebra)
colgando sobre el pelo adormecido.
                  

Cabeceo, mis hombros
palpitan en la fosforescente niebla del pánico
y el vidrio de las lentes emborrona la tarde.

Una tarde negra hundida en el invierno.