-La
chavala casi se muere del susto- Comentó Sabino como si aquello no fuese con
él. –Ve en el espejo un fantasma negro y piensa que, una de dos, o se ha vuelto
tarumba o está en peligro de muerte.
Aquella
cháchara suya me estaba exasperando. Parecía importarle un bledo haber
aterrorizado a Auko cuando tranquilizarla le hubiese costado bien poco. Es más,
se creía gracioso el muy imbécil.
-Extraterrestre,
fantasma, gato… Eso es lo que me llama ella.
-No
te pareces a él. – Y eché una ojeada al minimo que, pegado a la pata de la mesa
donde, no le cabía duda, había un plato lleno de gambas, parecía el monumento a
la paciencia.
-Lo
dice por mis ojos. ¿Ha visto? Son verdes y amarillos, él en cambio los tiene
marrones. Parece más humano que yo.
¡Menudo
papanatas! (No había vuelto a escuchar la palabra desde el principio de los
tiempos, pero le cuadraba mejor que cualquier otra).
-Yo
creo que te va mejor lo de fantasma.
Soltó
una risita de conejo.
-No
se enfade conmigo que ya me pongo serio. ¡Va!
Entonces
fue cuando dejó el plato de gambas casi lleno a disposición de Mancha, que solo tuvo que
subir a la silla y zampárselas. Ya ni me fijaba en él, dirigí a Sabino lo más
aprisa que pude a las butacas de la sala y allí nos sentamos, frente a frente,
para que soltara lo que tuviese que decirme.
-Auko
parecía la mujer al borde de un ataque de nervios, como en la peli de
Almodovar. ¿Se acuerda? Bueno, bueno… Seriedad. Es que, verá, no es nada fácil
contarle esto. Intenté tranquilizarla pero ya no podía más la pobre. Me senté
con ella, la acaricié el pelo, nos besamos, me bebí todas sus lágrimas, y la
tuve abrazada tanto tiempo que nos quedamos dormidos. Cuando nos despertamos ya
se había serenado y sonreía.
-Esto
es un disparate. ¿Sabes por qué hace Auko todas esas locuras?
-Según
Julio porque está enamorada de su padre, pero no creo que Bernardo tenga mucho
que ver en todo esto. Ella es así, aventurera y nómada, no le gusta estarse
quieta, aborrece la tranquilidad, una vida estable le aburriría mucho y busca
pretextos para escaparse. No podía imaginar que existiese alguien así. Me tiene
hechizado, en serio.
-Así
es ella, es verdad. Pero…
-La
habitación estaba a oscuras y no encendimos la luz. No hacía falta, me guiaba
por el brillo de sus ojos y no se despegaban de los míos.
“-¿Cómo
me has encontrado? -preguntó.
“-No
he tenido que hacerlo, cariño. Yo fui el que te traje.
“-¿En
serio?
“-¡Pues
claro! ¿Quién si no? La policía te hubiese enchironado ya, y aunque solo fuese en
aquel caserón siniestro no tendría ninguna gracia, Bernardo está enjaulado, sus
hijos son demasiado jóvenes, a tus compañeras les importas un pito, tus padres
no saben de la misa la media, esa amiga tuya…
“-¡Vale!
No sigas. Tienes razón.
“-Ahora
tengo que contarte quien soy.
“-El
chofer de la policía, ¿no?
“-Jajaja.
Y Bernardo el dueño de una fábrica de sombreros. ¡No te digo!
“-No
es…
“La
chica estaba cada vez más confusa, me pareció que arrancaba otra vez a llorar.
Tenía que tranquilizarla del todo para que empezase a comprender el asunto.
“-Sí,
cielo. Eso también. Siempre destacó en manualidades, de chico fue a una escuela
de artes y oficios. Allí aprendió corte. O diseño. Algo así. Y ese es su
trabajo, con algo tiene que echar de comer a las dos fieras.
“-¿Entonces?
“-Lo
primero, decirte que esta casa es segura, no me perdonaría que te quedases
muerta de miedo otra vez. Es de unos amigos que han estado viajando, pero vuelven
mañana y están al tanto de todo. Ahora tienes que compartirla con ellos.
En realidad, ellos contigo, pero no les importa.
“-¿Qué
amigos? Creo que prefiero irme.
“-Eso
es una estupidez. Piénsalo.
“-Puedo
manejarme sola... ¿Y tú eres amigo de Bernardo? Pareces mucho más joven.
“-Lo
soy. Tengo diecisiete años menos. Soy el hijo perdido y hallado. El otro.
“-Es
la pura verdad, te lo juro. Y no me ha gustado nada tener que decírtelo tan
pronto, preferería haber hablado de la amistad que tenemos pero me has hecho una pregunta y no quiero mentirte. Cálmate y vamos a
lo importante, no me puedo quedar mucho tiempo. Hablábamos de quien es
Bernardo en realidad.
“-Puede
que ya lo sepa, a no ser que alguien me haya contado un cuento. ¿Vas a
confesarme algo increíble?
“-Imposible
de creer.
“-¿De
pirados?
“-De
pirados de novela.
“-¿De
ciencia ficción?
“-No
puede ser. ¿Tú con quién has hablado, Auko? No sabes lo peligrosa que puede ser
esa gente. Apártate de ellos, no se te ocurra hablar con nadie…
“…
¿qué no seas tú? ¿Y por qué en ti sí puedo confiar? Ya no vas con la policía, no
te conozco de nada, nunca he oído hablar de ti ni a Rosana ni a Agosto.
(Continuará)
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