Si todavía no la habéis visto, sabed que no se trata de una película de aventuras ni fantástica ni épica aunque contenga todos sus elementos. Menos todavía una película para niños. Es mucho más, porque de la mezcla de esos ingredientes resulta una seria y profundísima reflexión ética sobre los límites de emotividad y empatía (eso que solemos llamar humanidad) del ser humano, también sobre la agresividad y la defensa del propio territorio como pauta de conducta de cualquier ser vivo, incluido el hombre.
La película es visualmente espectacular, cuajada de efectos visuales, con una técnica irreprochable en la utilización de esos efectos. Naturalmente, predomina el espectáculo. era de esperar en un producto estadounidense. No es, precisamente, la que yo hubiese rodado, pero hay que reconocer que es fiel al libro. Toda adaptación de una novela al cine ha de ser, necesariamente, una simplificación, pero esta contiene todo lo esencial. Me hubiese gustado que Ang Lee hubiese insistido más en el aspecto de la intendencia en el bote, esas escenas del día a día en que la supervivencia dependía del ingenio, aunque podemos intuirlo alguna pincelada más sobre aspectos concretos quizá hubiese sido todavía más impactante. Y, sobre todo, no hubiera dejado que la información clave pasase desapercibida. Pero, aunque esta se escurre por entre las redes de la historia, todo, absolutamente todo, está ahí.
La novela es entrañable en su primera parte, apasionante en la segunda y una patada en el estómago en la tercera. Tres partes muy diferentes entre sí que componen una historia compleja imposible de asimilar en un primer instante. Como el motivo de reflexión aparece en las últimas páginas (últimos minutos de la película) es mucho más fácil quedarse con el mensaje leído que con el visual.
Cuestiones éticas, instinto de supervivencia, selección natural. ¿Puede la religión justificar la crueldad o en esos momentos predomina el instinto y las creencias se olvidan necesariamente? Tanto libro como película parecen decirnos que la fe ha salvado a Pi. Sin embargo, nos consta que no, que es su ferocidad y su falta de sensibilidad, su habilidad en la lucha y la defensa, ignorando, bajo su aspecto frágil e inocente, el sufrimiento de los demás. Puede que aquel episodio con el padre (cuando le obliga a contemplar cómo el tigre devora a un animal vivo en un santiamén) le abriese los ojos bastante más de lo necesario. Y, sin embargo, ¿no es mejor que al menos se haya salvado uno en lugar de sucumbir el grupo entero? Puede que no, puede que, de haber tenido Pi compasión, de haber sido más generoso, hubiesen sobrevivido al menos tres. De acuerdo, en el barco iba una hiena (el cocinero), y no era fácil salir airoso de una situación así, pero ¿qué puede hacer una pobre hiena enfrentada a un enorme tigre? Recordemos que Pi era el tigre y que, en la segunda versión de la historia, la ferocidad no parece depender del tamaño. ¿No hubiera sido más fácil librarse del cocinero-hiena para salvar a los otros de su crueldad? ¿No fue el tigre-Pi quien acabó finalmente con todos los seres (humanos, no lo olvidemos) que se refugiaron en el bote?
La cruda realidad es que Pi viajaba acompañado de dos miembros de la tripulación (la hiena y la cebra) y de su propia madre (la mona) y, de todos ellos, solo él sobrevive. No muere de hambre, no llega a caer al agua y de los otros tres no queda ni rastro. Eso, por pura lógica, solo se logra con astucia y crueldad. Su padre se lo enseña sin ser consciente de lo lejos que puede llevar una enseñanza así y él, extraordinariamente inteligente como hemos visto en la primera parte, lo asimila con todas sus consecuencias.
El episodio de los suricatas (o mangostas) lo interpretaría como un indicio de su capacidad de fabulación. Piscine Molitor Patel puede inventar cualquier cosa, no importa lo inverosímil que sea o lo alejada que esté de nuestra experiencia. Y puede hacerlo con total seguridad, coherencia y convicción. Estas escenas, que se perciben como maravillosas trasladadas a cualquier otro contexto – como demuestra lo que disfruta de este episodio cualquier lector o espectador –, en el fondo no es más que la constatación de que no nos podemos fiar de sus palabras. No hay ningún otro testigo y el que tenemos es un mentiroso congénito que consigue creerse sus propias historias. "No hay que creerle una palabra", vendría a decirnos aquí Yann Martel. Aún así, alguien que se siente tan satisfecho de sí mismo, no puede evitar, ante la insistencia de los inspectores de la compañía aseguradora, hacer un alarde. Y lo hace por auténtica soberbia. Incluso pregunta si esa versión les satisface porque, de no ser así, tendría otra/otras de repuesto. Su inventiva es infinita. Esto en literatura es un don – que Martel posee a manos llenas –, pero lleva a un callejón sin salida (o directamente a la cárcel) en la vida real.
Es lógico que la compañía de seguros, ante tan descomunal descubrimiento, haga caso omiso y se esfuerce en echar tierra al asunto. No era de su incumbencia, ellos solo querían cobrar no hacer análisis éticos y, menos aún, llevar al superviviente a juicio. Tampoco el papel del escritor - el real y el de ficción - consistía en juzgar a nadie. Él se limitó a narrar, a servir en bandeja los hechos. Lo que Martel sí podía haber hecho era haberse explicado algo más en las entrevistas. Porque parece ser que nadie ha entendido el mensaje. ¿Dónde ha quedado la capacidad crítica de lector y espectador?
Si me fascinó esta novela (película) desde el primer momento es porque provoca muchas preguntas. Pero parece que eso solo me sucede a mí. Todo el mundo cree haber recibido un regalo con todas sus piezas acabadas y bien envueltas en papel de celofán, un obsequio completo al que no hay nada que añadir. ¿Seguro?
Como veis, me hago infinidad de preguntas. Independientemente de que exista o no un más allá, un aspecto que puede plantearse pero que resulta irrelevante para comprender lo que se nos cuenta. ¿Qué es el ser humano, un monstruo sin entrañas? ¿O se trata solo de Pi? Porque el personaje afable y bonachón se derriba estrepitosamente en la última escena. ¿Merece disculpa debido a las circunstancias? Quizá sí pero para disculpar primero hay que plantear la culpa y eso lo eluden tanto los personajes de libro y película que escuchan la segunda versión del relato de Pi como el propio autor, sus entrevistadores y los comentaristas de ambos productos, el filmado y el escrito.
Lo que en ningún caso extraigo de sus páginas – tampoco de los fotogramas – es la conclusión de que un héroe, estimulado por sus (ecuménicas) creencias – aspecto este, el del ecumenismo, muy loable pero nada significativo, igual que la religión en sí misma – y, quizá, ayudado por Dios (Jehová, Yahvé, Brahma) ha salvado la vida milagrosamente. Que otros perros se traguen ese hueso.
La religión, posiblemente, le sirva de excusa. ¿Cualquier decisión que toma una persona creyente es necesariamente acertada y justa en virtud de las creencias del sujeto? ¿Puede un ser superior, infinitamente justo, inspirar la conducta de Pi? Rotundamente no. Lo afirmo y lo sostengo.
Lo que me sorprende no es el planteamiento – que me parece magnífico – ni el desarrollo de la trama, admirablemente orientado, ni el final – que le aporta todo su sentido – sino la unánime reacción, sin una voz discordante, la superficialidad de las interpretaciones que he leído, el distancia de enfoque entre lo que verdaderamente cuenta el libro y lo que todos parecen entender. Hablo de la crítica cinematográfica, posiblemente los lectores hayan profundizado mucho más.
Acabo de releer el libro – al que llegué por primera vez hace casi una década – y he visto la película en versión original. No sé si el doblaje habrá sido fiel a la última confesión de Pi o la mayor parte se habrá quedado en el camino. En los subtítulos se explica todo, algo resumido eso sí. Es verdad – repito – que no se calla nada, pero, comparándolo con la morosidad de la parte aventurera, lo cuenta en un santiamén. El público que no ha leído la novela y está colmado de embriagadoras imágenes no puede estar preparado para entender adecuadamente una confesión de ese calibre. Para colmo los subtítulos de los – escasamente – dos renglones de la versión perversa apenas resaltan del fondo, es el único momento de toda la película en que apenas podían leerse las letras por aparecer en blanco sobre fondo claro. ¿Casualidad? De acuerdo, no podemos decir que Ang Lee no lo haya contado todo, pero hay que dejar claro que atraviesa ese fragmento con tal celeridad que resulta imposible captarlo en toda su dimensión. El libro, aunque pasa también como de puntillas por la parte escabrosa, se detiene algo más y, en cualquier caso, sobre lo escrito se puede volver. En cambio, para revisar las escenas filmadas hace falta ver otra vez la película, algo que, presumiblemente, la mayoría no hará nunca. Y lo siento: siempre ha sido bueno despertar.
(Te cuelgo la respuesta que te he puesto a tu comentario en nuestro blog)
ResponderEliminarInteresante reflexión, sobre todo, al leerla en extensión en la entrada que le dedicaste en tu blog.
Yo no vi la película en versión original, sino doblada, y la verdad es que no me parece que pasen de puntillas sobre los hechos escabrosos, sino (por lo que comentas, ya que no lo he leido) de manera fiel a la novela. Todo lo que hemos visto, yo no lo percibo como una mentira, sino como una invención, o más bien como una metafora para poder soportar todo lo que ha (sobre)vivido, que, como bien dices es desgarrador. Tal y como yo lo veo, una cosa es invención, y otra mentira. La mentira busca embaucar a los demas para beneficio propio, y en este caso creo que ese no es el objetivo, o por lo menos a mi no me pareció. A mi también me pareció tremenda la secuencia del sacrificio de la cabra ante los ojos del niño, pero tal y como yo lo entiendo, si el tigre le hubiera atacado, tampoco habriá cambiado su manera de entender el mundo, que es lo que a fin de cuentas es la Fe, el gran tema de la película. Y por supuesto, no me refiero a una Fe unicamente religiosa, sino a aquello en lo que creemos, y que nos guia en la vida (y que repito, no tiene que ser una religión), y como en los momentos dificiles, que es cuando más nos puede ayudar, es también cuando se nos plantea el dilema de ser fieles a ello, con todo lo que ello puede suponer. Y eso es lo que significa el tigre en la película, como deja bien claro el maravilloso plano en el que vemos todo el universo a través de sus ojos: no puede haber mejor metafora visual. El tigre es la fiereza y la agresividad necesaria para sobrevivir en una situación limite como esa, pero también es la ira, los remordimientos y la sed de sangre: lo que nos ayuda siempre viene con un precio. La Fe y el ser fiel a nuestros vaores tambien. El tigre le ayuda a sobrevivir, pero también le hace sufrir, y mucho, y a pesar de ello, cuando puede abandonarlo a su suerte no lo hace, ya que sabe que es parte de él. Y la Fe también es desagradecida y cruel, capaz de dejarnos sin ni siquiera despedirse.
Muchas gracías por participar en nuestro blog y ojala no sea la única ocasión, ya que aunque no coincidamos en todo, ha sido interesante discutirlo.
Saludos.
Hola León. Gracias por traerme aquí tu respuesta. Lo escabroso, en realidad, es el hecho de desmontar toda la versión anterior y eso se hace en un simple párrafo del libro, en la peli en tres o cuatro palabras. Cuando alguien ha empleado cientos de páginas en contar una historia en la que cada personaje asume un papel y se aportan detalles a montones, si resulta que todo eso es falso claramente está mintiendo. Claro que le guía un interés, se jugaba su prestigio y quizá la libertad. Yann Martel, como insinúo en mi crítica, nos deja una pista muy clara: el episodio de los suricatas, que es claramente fantástico. Además, Pi solo confiesa cuando no le creen y afirma, más o menos como Groucho Marx en una de sus frases memorables, que si no les gusta esa versión tiene más. Tiene todas las que hagan falta, y eso me parece aterrador porque significa que la verdadera siempre será la más terrible. Pero así actúan los triunfadores: pasando por encima de lo que haga falta y poniendo cara de santos.
EliminarHay una novela, Lady L., cuyo argumento no se parece en nada pero que viene a decir, más o menos, lo mismo. La escribió un provocador nato, Romain Gary, pseudónimo que en ruso significa "Arde novela", cuenta la vida de una gran dama que también ascendió sobre cadáveres. Luego se hizo una peli estupenda, con Paul Newman, pero se salta todo lo escabroso. Está bien pero cuenta una historia distinta a la novela, mucho más light. Te recomiendo esta, a ti y a todo el que me esté leyendo.
Por otra parte, la palabra "fe" para mí tiene un sentido religioso. O, al menos, trascendente. Si luchas por algo terreno que no tenga un beneficio material, yo lo llamaría "ideal", no "fe". Pero si, como en este caso, lo que guía al personaje es la supervivencia primero y la ambición más tarde, ni siquiera lo consideraría idealismo.
Resumiendo: la clave de todo está que en en bote de Pi NO viajaba ningún tigre.
TE REENVIO LO QUE TE HE CONTESTADO EN MI BLOG
EliminarNo conocía la película que comentas de Paul Newman, pero pinta bien así que quizás me anime a verla.
En cuanto a Pi, yo si que creo que la Fe no tiene por que tener un sentido trascendental ni, por supuesto religioso, sino que es la manera que tenemos cada uno de entender el mundo, buscar cual es nuestro sitio, decidir como queremos vivir nuestra vida, e intentar ser fieles a esos valores que hemos decidido. Y por supuesto que en la película me quedó claro que en el bote no viajaba ningún tigre, y que tuvo que hacer cosas bastante horribles para sobrevivir, pero eso no quita para que haya que alabar la capacidad de sobrevivir a una situación limite y asumir las consecuencias que eso genera con respecto a sus valores ¿O es que acaso no le vemos comer pescado cuando en repetidas ocasiones se ha declarado vegetariano? Como el mismo dice, hasta que uno no se esta muriendo de hambre no sabe de lo que es capaz.
Creo que no vamos a coincidir del todo en lo que pensamos sobre esta película (aunque no creo que estemos tan alejados en nuestro parecer), pero aun así, me alegra de que te hayas tomado el tiempo de responderme
Saludos
Yo también me alegro, ha sido un debate estupendo.
EliminarMe arriesgo a predecir que te va a gustar la película. Está muy bien, ya digo, pero no sirve para reforzar mi argumento. El personaje que tiene algo en común con Pi solo está en la novela, la peli descafeína tanto a Lady L. que la acaba convirtiendo en otra muy distinta.
Muy interesante comentario de una película que, desde luego, da de qué hablar. Sin embargo, no estoy convencido de algunas cosas que comentas (quizá se me han pasado a mí, ya que al haber leído el libro tú me fío de tu opinión). Yo entendí que Pi creó esa fabula para no asumir la triste realidad, pero no fue él quien mató al orangután o la cebra, sino la hiena. Quizá fue cobarde y no supo reaccionar para salvar a su madre, pero no entendí que fuera su culpa. Corrígeme si me equivoco. Un saludo!
ResponderEliminarHola Juan. En realidad os he contestado a los dos más arriba ya que habláis de lo mismo y es imposible separar conceptos. En primer lugar, en el bote no había animales, solo personas. Dicho esto, el tigre es quien puede con todos y el tigre ya sabemos quién es. Pero lo fundamental es que Pi miente, y cuando alguien miente es que no tiene la conciencia muy limpia.
EliminarMe hubiera gustado ponerte aquí la frase clave del libro ya que, como afirmas, es cierto que aclararía muchas cosas. Pero lo presté hace poco al hilo de todo esto. ¡Una pena! Nos hubiese venido muy bien.
Hola, te he respondido en mi blog leyendo tu post, te copio mi respuesta. Un abrazo.
ResponderEliminarHe leído tu post en tu blog y me parece bastante interesante aunque claramente te has enfocado en algo que es funcional a la historia (lo has reducido a ello y lo has visto desde ahí hacia afuera lo cual me parece audaz y atípico, aunque tu crees que es lo más normal y que el resto está ciego, pero igual implica la importancia de un detalle, todo lo que nos puede hacer pensar), que sirve de contraste en pensar que la fe hace del mundo menos duro. El filme es lo espectacular y tú estas usando una mente selectiva y dándole sentido mayor y predominante a esa otra historia supuestamente real, y no sabemos si es una mentira, nadie sabe que pasó en el bote más que Pi, lo que invita a pensar que puede ser una salida verbal ante lo fantástico de su historia que no es creída. Dices que uno porque ve cine no se enfoca en los detalles o mejor dicho en la parte dicha más que en las imágenes (y eso depende siempre de cada persona y la subjetividad y percepción de nuestras lecturas, al igual que en literatura, ves desde tu mundo, son prejuicios), no se ven esas últimas cortas líneas, pero tú estas desvirtuando el filme, en donde estas frente a una fábula, ante una aventura extraordinaria, y una historia en que ves una moraleja que te remite a la fe. Tu teoría suena interesante, lo que has hecho es como coger un universo y sacar una pieza y darle vida superior por encima de su lugar origen, cierto el cocinero es Gerard Depardieu y se ve su insolencia, su vulgaridad, podemos creer que es la hiena, y que Pi lo mata a causa de su depravación y agresividad ya que ocasiona la muerte de su madre y de otro náufrago y que Pi lo termina matando por necesidad, en defensa propia, siendo él el siguiente. No esta mal pensar así, Pi ha sobrevivido y a requerido de matar, y es por eso que la historia de fe lo limpia mentalmente, es mejor creerlo así nos dice, es demasiado duro lo vivido, visto como tú sigue teniendo sentido el filme y hemos disfrutado de una aventura fantástica en pantalla, de un realismo ilusorio que solo el cine puede darnos ante nuestros ojos. Pi en realidad no miente porque solo él sabe la verdad y lo confiesa, pero su salud mental requiere de esa otra historia que es la que ofrece al espectador (no necesariamente por las muertes, el naufragio de por si implica un gran sufrimiento), no porque quiera encubrirse sino solo hubiera callado, por lo que sigue siendo una buena persona. Pero esa es otra película, no podemos no verla sin la fe, si la fábula que es, lo que se quiere contar, creer y lo que importa. Hay cine muy original y muy moderno, más del estilo europeo donde podemos ver tranquilamente ese otro Pi, pero en el filme de Ang Lee no se trata de ello y no es por insuficiencia de la crítica cinematográfica, sino que esto no es para un público especial sino para gente común que quiere sonreír con algo ligero y buena onda pero bien hecho. No es algo para que predomine lo realista aunque debo decir que tu versión me ha hecho apreciar un poco más el filme y darle más realce a ese contraste y hasta la participación y necesidad de Depardieu. Gracias por comentar, y aunque no comparto tu especificidad, es una opinión muy respetable e interesante. Un saludo.
Hola Mario, gracias por contestar y por traer hasta aquí tu respuesta. Intentaré ser breve.
EliminarEn realidad, lo que importa es la intención de Yann Martell (que Ang Lee respeta). Él es de nacionalidad canadiense. He leído alguna entrevista que le han hecho después del estreno y me ha parecido hermético y superficial. ¿Quiere ser políticamente correcto para no influir en el éxito de la peli?
Puede que mi condición de educadora me influya bastante, pero pienso que estimular la inteligencia de la gente nunca está de más, contribuiría a la igualdad de oportunidades y nos iría mucho mejor como especie. No distingo entre gente común y especial, creo que todos deben poner en marcha esa "azotea", también llamada cerebro, que han tenido el privilegio de heredar.
Y, por último, pienso que no hay mejor forma de ocultar algo a las miradas que ponerlo a la vista. Algo tan evidente pasa desapercibido, no se ve porque el que busca suele interesarse únicamente por lo que está oculto. Hace siglos vi una peli clásica cuyo título olvidé (tú que eres experto, quizá la identifiques), en la que se pierde una carta que resulta esencial para probar algo. Toda la trama gira alrededor de esa búsqueda dentro de una vivienda, se vuelven locos y nadie la encuentra. Al final, resulta que estaba enmarcada y colgada en la pared del salón. Justamente eso es lo que ocurre con esta película.
Saludos. Ya me he convertido en asidua de tu blog.
Él es el tigre en todo momento. Eso queda claro para agnósticos, ateos o creyentes. El punto es lo que hace Martell (con el lector) es confundir la similitud que hay entre la alucinación, eldelirio y la ilusión. Cada una es parte de las tres primeras, no en estricto orden, pero sí como Richard Parker.
ResponderEliminarAh, y la película entre más la veas más le vas encontrando preciosos detalles. Al final él dice que tiene un gato y dos hijos... pequeños detalles (como éste) hacen que vayas conectando los puntos perdidos de la novela (película).
El gato, puede ser una analogía, referencia, chiste o importancia que hace Pi sobre tener un final feliz...
Saludos.
Hola Noe. Es cierto que queda claro, pero solo al final y porque explica que se trata de una metáfora. A lo largo de la trama, en cambio, da la impresión de que el "pobre chico" está solo con el tigre en la balsa luchando por sobrevivir.
ResponderEliminarUna pista nos la dan los suricatas, es una escena que nos avisa del poder de la fantasía, pero no la entendemos hasta que se descubre el pastel.
¿Hasta dónde puede llegar la crueldad del ser humano (o de determinados especímenes humanos) cuando se trata de supervivencia? ¿Qué otros motivos puede encontrar el que es capaz de algo así? ¿La codicia? ¿La política? ¿La envidia? ¿El ansia de prestigio? ¿La simple antipatía hacia alguien? Si se trata de comerse hasta a la propia madre ¿dónde está el límite?¿Hay realmente un límite o vale todo en una vida que se concibe como una guerra?
El mérito de esta fábula está en la cantidad y variedad de preguntas de índole moral que provoca. Yo he planteado unas pocas, aquí y más arriba, pero hay miles.
Y, sí, tiene mujer e hijos, al gato no lo recuerdo, pero Martel tiene toda la razón: es esa clase de gentuza la que acaba triunfando mientras la gente honesta se pudre en cualquier rincón de porquería.
Muy buen análisis de todos los anteriores..
ResponderEliminarTengo algunas dudas... Tendre que verla de nuevo, es muy interesante , me gustaria leer el libro, lo busvare... Saludos
La película es muy fiel al libro pero la frase que lo desvela todo pasa más desapercibida porque no te la esperas y en el cine no puedes, como en la lectura, volver al párrafo anterior. Y, para colmo, si la ves en versión original con subtítulos y no entiendes bien el inglés, te la ponen blanco sobre blanco y pierdes todo el sentido de la historia.
ResponderEliminar(Me refiero al momento en que Pi confiesa a la compañía de seguros que tiene otra historia si no les convence esa. Esa frase es la clave para que se entienda que todo lo anterior era simbólico)
Hola...leyendo de distintas partes por internet acerca de la película, se me quedó el comentario de una crónica inglesa, que de una entrevista con Yann Martel, comentaban que la figura de la isla con forma de mujer, no deja de ser, si no la madre.
ResponderEliminarLa Madre por el día le da comida en la isla las raíces, al cortarlas tienen color carne y Pi tiene en el bote 3 cadáveres. Por la noche se vuelve ácido, porque por la noche vienen los tormentos al pensar lo que se está haciendo para sobrevivir.
En una escena se ve a Pi, por la noche, en el bote, con Richard Parker en el bote grande y él llorando amargamente.
Dentro de las imágenes de esa isla misteriosa los suricatas serían, agárrense, los gusanos que aparecen en un cuerpo tras tanto tiempo muerto y al sol y lo cierto es que aunque rocambolesco, siempre que vuelvo a ver la película y veo la imagen iniciar, con ellos moviéndose en oleadas, la verdad es que me viene eso que leí a la mente.
Lo cierto es que en la historia real, o la que el cuenta como segunda versión a las personas de la aseguradora, no deja de haber también bastante fantasía, ya que para pasar 227 días hay que tener muchas galletas y pescar muchísimo estando en un bote a la deriva y hemos visto situaciones límites como en Viven! donde, como comentan en La vida de Pi, el hambre te lleva a situaciones extremas.
He tratado de buscar más acerca de esto y en algún foro, algunos llegan a reflexiones parecidas, pero no he conseguido encontrar nada directamente de Yann Martel o de Ang Lee. Lo cierto, es que si la historia es escabrosa, pensarla con esta otra variante, donde él practica ese canibalismo como hizo el cocinero, incluyendo a su madre para poder sobrevivir, todavía es más espeluznante y a la vez todavía cuadra más en porque el tigre no se da la vuelta a mirarle. Además de quedar de manifiesto que si no hubiera sido un niño tan particular, con tanta fe, otra persona en su situación habría sucumbido al suicidio o a la locura en caso de llegar a salvarse.
Dejo la reflexión por si a alguien le interesa
Saludos
Ricardofreigero@hotmail.com
Interesantes reflexiones, así que vayamos por partes.
ResponderEliminarCreo que eso de identificar la figura de la madre con una supuesta forma de mujer de la isla es rizar demasiado el rizo porque la madre aparece explícitamente en la novela, y además tiene su figura simbólica después del naufragio: la mona.
Pienso que Martel ya da unas pistas muy claras para interpretar lo que quiere decir y, por tanto, no habría que entrar en rebuscamientos interpretativos. Sobre todo porque la forma que tiene la isla no aparece en la novela, y Ang Lee se abstiene muy mucho de hacer ni media aportación al argumento, bastante enrevesado y oscuro resulta ya ciñéndose exclusivamente al texto. Aunque no lo es tanto pues, como digo, el mismo novelista nos da las claves de todo, solo hay que poner atención a la lectura. En la película, lógicamente, nos perdemos mucho más fácilmente, pero es por la rapidez de las imágenes y porque no hay posibilidad de releer (aunque sí de rebobinar si la vemos en casa).
Por eso, y abundando en lo que he dicho hasta ahora, la interpretación de los suricatas me parece de una extravagancia poco digna de tener en cuenta. Piensa que quien los creó fue Martel y en la novela no se sabe cómo se mueven. Como habrás visto, yo interpreto ese episodio como una alusión metaliteraria (la literatura hablando de sí misma). Es decir, el novelista está avisándonos por medio de esta escena de que Pi tiene la cabeza "llena de pajaritos" y que, por tanto, no nos podemos tomar al pie de la letra todo lo que surge de esta desbordante imaginación.
Y, sobre la fe, siento discrepar de todas esas teorías que basan en la religión el contenido de esta novela. Lo que yo leo es que el hecho de ser religioso no le excluye de ser mala persona, de no tener entrañas y sensibilidad. Pi, según él tenía tres creencias, pero todo era una pose, no asume en ningún momento el mensaje ético de ninguna. Así como el hecho de haberse casado y ser padre no lo convierte en inocente ante posibles acusaciones penales. Aunque socialmente se haya vuelto un tipo bien visto, de aspecto respetable, y la aseguradora decida dejarlo correr en lugar de denunciarle y armar el escándalo.
Porque, como señala muy claramente Martel en boca de Pi, en ese segundo testimonio, el propio Pi es el tigre, él es quien se merienda a todos los que pilla por delante. Por eso sobrevive tanto tiempo, no tiene que pescar tanto ni comer montones de galletas, ya se ha ido comiendo a su familia. Muy religioso, sí, pero solo para darse golpes de pecho y poner los ojos en blanco con cara de santito. A la hora de la verdad no siente ningún escrúpulo en cargarse a quien sea. Porque, te recuerdo, que antes de comerse a un ser vivo hay que matarlo.
Gracias por tus reflexiones, me ha gustado recordar de nuevo esta polémica historia.
El hombre es el lobo del hombre
ResponderEliminarFascinante estudio le han caído encima
Saludos
Me alegro que te haya gustado, Patricio, y espero más comentarios. Un saludo cordial.
ResponderEliminarHola, he visto la película, no he leído el libro. Me pareció interesantísima, pero después de leer todos los comentarios me han quedado ganas de verla de nuevo, realmente, es una historia para verla más de una vez, porque de simple no tiene nada. Un saludo a todos y especialmente a ti Molina de Tirso por crear debate y hacer preguntas.
ResponderEliminarCierto, Maru. No tiene nada de simple, pero la clave de esa complejidad nos la da una frase que, en la película, pasa fácilmente desapercibida, sobre todo si está doblada porque las letras en ese fotograma tienen el color muy parecido al del fondo. Yo leí el libro primero, y por tanto me fue posible dar mil vueltas a la frase dichosa, me impresionó tanto el transfondo que fui a ver la peli solo para saber si habían cortado la frase. Metí todo en la coctelera y salió esta reseña.
ResponderEliminarMe pàrece buena idea que vuelvas a verla, y si además tienes ocasión de leer la tercera parte del libro (no hace falta más) podrás ver toda la miga que tiene.