jueves, 23 de marzo de 2023

Los naúfragos (Parábola feminista)

 

Emil Nolde - Máscaras y paraísos perdidos

Adolfo y Adela habían caído en un enorme foso que se abrió a sus pies súbitamente y eran incapaces de explicarlo. Primero estaban muy preocupados por conocer las causas, pero lo práctico primaba sobre la teoría, saber si se había hundido la tierra que pisaban a causa de una explosión nuclear, un terremoto y un meteorito en ese momento era lo de menos, lo prioritario era salir de allí, si lo conseguían ya se enterarían de lo que había ocurrido.

- Es importante saber con quién contamos, si fuésemos los únicos supervivientes…

-     - No vamos a ponernos en lo peor, tengamos confianza en que alguien acabara por oírnos. Grita, aporrea esos bidones con los palos, vamos a tirar piedras al agujero a ver si con suerte nos oyen.

-        - No hay nada que hacer, preparémonos para morir de hambre y frío.

-        - Me niego a ser tan derrotista. Oye, ¿qué es ese ruido?

-        - Suena como un móvil, pensaba que lo habíamos perdido los dos.

-        -Yo he perdido el mío, es ese cacharro que parece una tostadora.

-        -Debe ser un aparato antiguo, ¿a ver?

-       - Aquí Adela, ¿hay alguien al otro lado?

-    - Aló, aló, somos Teresa y Teodoro. Ha explotado nuestro avión y hemos caído a un islote en medio del océano.

-      -  ¿Estáis solos?

-       - Sí.

-    - Igual que nosotros, os habla Adolfo, Tenéis suerte de poder ver el cielo.

-       - ¡Menuda suerte! hay agua por todas partes y ni una brizna de hierba que echarse a la boca.

-      - No le hagáis caso, al menos el mar está tan plácido como una bañera. No podemos dejarnos llevar por el pánico.

-        - Lo mismo pienso yo.

-        -  ¿Vosotros tenéis comida?

-      - No tenemos nada. Solo hay palos, piedras, bidones y ni un lagarto que pueda alimentarnos.

-      -  ¿Dónde estáis?

-        - Hundidos en un boquete que se ha abierto en el suelo.

-      -  ¿Los bidones son grandes?

-    -  Los hay de varios tamaños, algunos bastante altos, debían estar en alguna nave y habrán caído a la vez que nosotros.

-      -  ¿Por qué no intentáis hacer escalones con ellos? Moverlos con los palos o algo así. Al menos tenéis algo, no como nosotros,

-     - Pues no es mala idea. ¿Vosotros qué tal? ¿Vuestro peñasco está vacío?

-     - ¡Nah! Nada que podamos usar: unos troncos resecos, arrancados de raíz por alguna tormenta, y el suelo cubierto de agujas de pino.

-        -  ¿Pinos? A esos troncos les puede quedar resina. ¿No podéis pegarlos y hacer una balsa?

-      -  Sí, la corteza está pegajosa pero sin herramientas es difícil construir nada. Aunque he visto unos guijarros con un filo que da miedo, eso podría servir.

-       - ¿Estamos salvados los cuatro?

-     -  Al menos hemos encontrado una vía de escape, solo tenemos que usar lo que tenemos. A ver si somos capaces.

-        -   Gracias por la idea.

-      -  Lo mismo digo. Sin vosotros, no sé qué hubiéramos hecho. Os dejo, que tenemos tarea.

-        - Adiós, chicos. Cuando lo consigáis, avisad.

-        - Lo haremos, espero que para entonces funcione este cacharro.

Leo constantemente en Twitter que las feministas nos hemos quedado huérfanas, y es cierto. El porno y la prostitución cobran cada vez más fuerza, niñas y mujeres son constantemente agredidas, los asesinos machistas incrementan su número, el/la legislador/a rebaja las penas a los agresores porque se siente garantista. Y, digo yo ¿qué garantía necesita el que posee mayor fuerza  física, agresividad aprendida desde la cuna, la complicidad del tejido social? No son personas hambrientas robando para comer sino la fuerza bruta cayendo sobre las mujeres. Es a nosotras y no a ellos, a quienes tienen que otorgar garantías. Garantías de seguridad, de que se va a hacer todo lo posible para que ninguna caiga en las garras de este terrorismo patriarcal que está arrasando con todo.

Para colmo de males, desde hace unos días las estúpidas leyes autonómicas que en su día aprobaron los (imposibles) cambios de sexo ha adquirido rango nacional, Ahora la impunidad es completa, cualquier jeta puede declararse mujer para dar rienda suelta a su violencia. Ya pueden burlar a la justicia: no hace falta más que registrarse como del sexo opuesto para que queden sin efecto las tímidas normas que nos protegían mínimamente. Estamos en medio del océano o en el fondo de una sima, pero hay troncos de árbol, pedernal, cilindros metálicos, podemos construir algo con eso para poner los pies en tierra firme. Hay partidos feministas en España, pero tienen que llegar al parlamento, sin ellos estamos perdidas, ellos son las pértigas que pueden ayudarnos a saltar. Puedes quejarte en las RRSS, por supuesto que sí, el derecho al pataleo no se le niega a nadie, pero si nos quedamos en el lamento y no buscamos una solución esto va a ser un desastre aún mayor que el que existe ahora, aunque eso parezca imposible. Quiero decir ¿quieres que los partidos feministas concurran a las elecciones pero no se te pasa por la cabeza que tú tengas que hacer nada? Pues, chica, sigue así, esperando que lo hagan otras. Si todas pensamos lo mismo, ¿qué crees que va a pasar? A las mujeres nadie nos va ayudar en absolutamente nada. Hemos visto crecer algunos proyectos desde cero, pero, ¡convéncete! ese no va a ser nuestro caso. El ciclón queer ha venido a birlarnos los pocos derechos que teníamos con la pasividad o el apoyo de quienes ostentan el poder, seremos unas ilusas si pensamos que alguien va a hacer por nosotras lo que no hagamos nosotras mismas.

¿Quieres quedarte en el hoyo? Bien, pero luego no protestes.