jueves, 24 de abril de 2014

Desolario 29

Vivo en un palomar enfrentado a las nubes, rodeado de arena, en un cubo transparente alrededor del cual las golondrinas se mueven en alborotados círculos, chillan como condenadas, arman un jubiloso alboroto o se persiguen, reclamándose con largos aullidos de angustia.
 
Vladimir Kush
Vivo en un faro que nunca arrojó luz, alzado en un terreno del que el agua se apartó mucho antes de que lo construyeran. Vivo en el desierto desértico del que desertó el mar. Vivo en un espacio ocre que a trechos interrumpen unos pocos hierbajos raquíticos. Escucho campanadas lentas, solemnes, cuyas ráfagas el viento me acerca, sordos ecos de una villa que no visitaré. Edificios, afanes, gentes, bestias a cuyas espaldas viviré eternamente. Jamás escuché la sirena de un barco.

Soy el ermitaño que escudriña los cuatro puntos sin divisar un solo viajero. De mis ojos surge la luz que otea el horizonte. Una vez pretendieron orientar al buque extraviado, a la rezagada ballena, soñaron con ser los aliados de Neptuno. Pero acabaron por resignarse. Mis ojos saben que han quedado muy lejos de los peces, de los cofres rebosantes de esmeraldas, de las olas caprichosas, de las heladas corrientes; que en su horizonte el sol no se sumerge en agua sino en un cenagal pantanoso, en ese lodo en que el diluvio ha convertido las polvorientas pizcas de sílice.
Vladimir Kush
Mis ojos siguen al cuervo que se posa en el alfeizar, lo ven aletear imperturbable. Solo cuando se convierte en un punto tembloroso, el catalejo acierta a reunirlo con otras manchas negras. La bandada toma rumbo al oeste, costea la montaña, sobrevuela dos agudos surcos paralelos, huella imborrable que alguna vez dejaron las afiladísimas zarpas de una bestia prehistórica cuya fisonomía ha quedado disuelta en el tiempo.
 
Una niebla espesa cubre la montaña, el horizonte, la llanura y la torre; se ha tragado a las golondrinas, se lo ha tragado todo. Todo menos mis ojos, que no se dejan envolver, que permanecen fijos en la llama de la vela y en el reflejo que esta proyecta sobre el vidrio. No desfallecen. Por eso, nunca, nada, ha podido cegarlos.

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