Probablemente
nunca como en el siglo XX el hombre había consumado de tal manera sus sueños en
pesadillas. Desde el lado de la vida estamos ya en condiciones de afrontar, al
menos imaginativamente, las metamorfosis más extremas. Desde el lado de la
muerte hemos experimentado límites insospechados, tanto en el refinamiento como
en la cantidad.
Sobre
todo en la cantidad: la muerte masiva, por excelencia. Tenemos noticias de
miles de guerras a lo largo de la Historia. En una sola de ellas –la segunda
guerra mundial– el siglo XX ha sumado más cadáveres que en todas ellas juntas.
Hemos llevado a la práctica la movilización absoluta y la guerra total: los
números destructivos se han acumulado hasta límites solo previstos por las
mitologías aniquiladoras. La combinación entre totalitarismo y tecnología ha
sido inauditamente letal.
Marc Chagall - La guerra (1964-66) |
Auschwitz
es la punta del iceberg de la muerte masiva. En sus imágenes –y en la difusión
universal de estas imágenes– convergen los canales de la muerte planificada que
empiezan en los genocidios étnicos y culminan con la destrucción sistemática de
toda diferencia.
La
Peste del siglo XX ha sido la imposición de una capacidad técnica nueva,
gélida, indiferente para provocar una muerte masiva que, sin marcos
trascendentes, ha aparecido sometida tan sólo a la Ley de los Grandes Números:
muchos millones no son nada en el transcurrir mecánico del mundo.
Ráfagas sobre un siglo (4. LA MUERTE MASIVA) en Maldita perfección – Escritos sobre el
sacrificio y la celebración de la belleza (pag. 216) – Rafael Argullol –
Acantilado, 2013
El siglo XX fue convulso donde se tocaron todos los extremos, también el de las muertes masivas.
ResponderEliminarAhora vivimos en el siglo del desconcierto, deberíamos mirar hacia atrás sólo para convencernos de que tenemos que cambiar el modelo social, que ya no nos sirve porque no nos ha hecho ni más humanos ni más felices. Todo lo contrario, aumenta la injusticia y la desigualdad cuando ahora sabemos más y estamos mejor informados y comunicados que nunca.
No soy optimista, pero sí positiva y creo que cuando llegas al fondo de la piscina sólo te queda darte impulso y salir o dejarte morir.
Un beso,
Pero no sé si nos van a dejar. Soy de los que piensan que este estado de cosas ha sido provocado en beneficio de las grandes fortunas. Quizá hubo algún hecho fortuito en el origen pero han sabido aprovecharlo muy bien. Por eso, por mucho que hagamos, no está en nuestras manos arreglar nada y seguir con nuestra pacífica vida. Y esta generación, desde luego, está harta de catástrofes, no las ha vivido pero conoce la historia y está informada de lo que pasa en otros sitios. Los responsables de todo esto lo saben y se valen de ello para tenernos bien atados. Porque en el fondo es como estamos, cabreadísimos pero atados de pies y manos. Solo podemos gritar, pero eso tampoco lo arregla.
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