-Esa Alondra es el demonio. ¿Pues no se lleva a los niños
al sótano? Allí no tenemos pared al otro lado, no podemos ver lo que pasa.
-Tampoco importa mucho, no te preocupes. ¿Qué van a hacer
allí dentro? Nada. Tienen un almacén en la parte de atrás y, debajo, una
especie de cueva sin ni siquiera luz eléctrica. Mira, ¿ves? Está entrando la
policía, eso significa que Bernardo está en la tienda.
-Lo tendrán en la cueva esa que dices. Piensa lo que
quieras pero después del dineral que nos hemos gastado para cambiar dos veces
la cerradura, hacer la instalación y poner un nuevo espejo sin que se note lo
más mínimo, lo normal es que lo hubiésemos encontrado nosotras. Ahora ya no hay
nada que hacer.
Egon Shiele - Self Portrait in a Jerkin with Right Elbow Raised (1914) |
-Pero mamá ¡qué ingenua eres! El pájaro ha volado, ya lo
verás, y nosotras vamos a encontrarlo cueste lo que cueste. Yo he estado dentro
con los instaladores, no tú. A esa trastienda le faltan condiciones para que
viva nadie. Y al sótano todavía más.
-Te crees todo lo que nos cuenta Sabino y así nos va. Yo
sigo pensando en echarlo. -Porque te ha convencido Angel, que estará todo lo bueno que quieras, pero no es más que un puto crío. Ni sé cómo te fías de él.
-Más maduro que ese abuelo tuyo, ya es. Lo que cuenta es
la cabeza, no la edad.
-¡Chist! Mira.
Los cuatro tenían la frente pegada al
armario del fondo más allá del amasijo de expositores aún por colocar y los
brazos sobre la cabeza, mientras una policía con coleta registraba a las
mujeres. A Toño no le cacheó nadie, dos muchachos de uniforme, bastante
malhumorados, se liaron a propinarle bofetadas, el se defendía dando alaridos y
gritando:
-¡Bestias! ¡Cabrones! Os voy a denunciar.
-Jajaja. ¿A quién, tío?
-A vuestros jefes. Se os va a caer el pelo, hijos de
puta.
-¡Pobre chaval! –se apiadó Cuca.
-¡Venga madre! Si te descuidas se queda con todo, a mí no
me da ninguna pena. –De pronto dio un respingo- Oye, ¿te has dado cuenta de que
solo han sacado a las chicas de allá dentro? ¿Dónde se han metido los críos?
Cuca exhibió una sonrisa triunfante.
-¡Te lo dije! Debe haber algún escondrijo que no visteis.
-¡Imposible! Traje a dos arquitectos y era evidente que
se las sabían todas, no iban a pasar algo así por alto.
De momento, los presuntos culpables habían quedado
libres.
-Vosotros, ahí quietos sin moverse. –Les ordenó el
policía más viejo- Cerrad todas las puertas, chicos, vamos a registrar el
local.
-Ahora. –estalló eufórica Abril. –Los putos niños deben
haberse metido en el váter, ahora es cuando van a cogerlos.
(Continuará)
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