En tiempos de incertidumbre como el que
estamos viviendo, la narrativa –del tipo que sea– tiende a polarizarse. A
nuestro alcance tenemos, de un lado, los productos destinados al mero consumo, compuestos
casi exclusivamente de secuencias trepidantes sin apenas contenido cuya
exclusiva finalidad consiste en mantener al espectador en la butaca; por otro,
los planteamientos éticos de mayor o menor calado. El movimiento pendular de la
historia -y Hollywood suele ser un buen termómetro de las grandes tendencias sociales- ha llegado a uno de sus extremos: como miembros de una sociedad
perpleja y enferma, nuestra obsesión es la violencia y la injusticia. Me
pregunto cuándo estaremos preparados para hablar de nuevo de las grandes
cuestiones humanas desde una perspectiva más lúdica, empleando un enfoque
estilístico y/o experimental.
El argumento de Tres anuncios en las afueras –del que no pienso desvelar ni un
detalle para que quienes quieran ir in
albis al cine puedan leer este artículo antes de sentarse en la butaca– es
tan cruel como la nómina de personajes (prácticamente) al completo. Y estos se
limitan a reflejar la despiadada realidad en que se desenvuelven.
Siempre ha habido individuos que parecen
haber decidido no ajustarse a las normas refrendadas por todos para sembrar el
dolor y la destrucción, cebándose con los más desprevenidos e indefensos, gente
que actúa por su cuenta de forma tan premeditada que sus actos quedan fácilmente
impunes. Pero seamos rigurosos y utilicemos el femenino, pues las víctimas a
que me estoy refiriendo son mujeres que caen bajo las garras de depredadores
varones en el cien por cien de los casos. Soy una ferviente defensora de la
legislación garantista, pero como una cosa es la realidad y otra la ficción,
como fabular no cuesta nada, podemos establecer unos parámetros y llevarlos a
sus últimas consecuencias para averiguar qué ocurriría si las circunstancias
fueran distintas de las que son, si en una zona del tablero se mantuviese la
caprichosa conducta de siempre y quienes se sitúan en la otra, en lugar de
acatar las reglas del juego, reaccionasen con comportamientos mucho más
viscerales y erráticos. ¿Imaginan un lugar donde los infractores de la ley
representasen la gran mayoría, donde imperase la ley de la selva porque los
ciudadanos respetables han terminado cansándose de que los crímenes cometidos
contra ellos queden generalmente impunes?
Martin McDonagh investiga una hipótesis en
absoluto descabellada: en un momento dado, alguien se cansa y se rebela contra
lo que considera una injusticia arrastrando a otros hacia comportamientos
similares hasta provocar el caos general. Tiene que haber mucho dolor, mucha desesperación en un
escenario así. Individuos convertidos en fieras heridas, sentimientos a flor de
piel y, en consecuencia, una violencia de infinitas proporciones. Todo ello se
refleja en este film intenso, complejo e irónico, tan angustiado como emotivo,
y con una comicidad impregnada de todo el cinismo que ha guiado la mano del
guionista. Aunque no puede negarse un toque histriónico que en absoluto le beneficia.
No hablamos de cualquier pelicula, sino de la principal candidata a los Oscar de este año, por fuerza ha de tener calidad. Den por descontado el virtuosismo de su ritmo argumental, la magnífica fotografía, un guión intenso y bien concebido en general, aunque -todo hay que decirlo- presente altibajos imperdonables. Las interpretaciones son irreprochables,
McDormand está –si ello fuera posible– más inmensa que nunca. Solo Sam Rockwell,
en su papel del oficial Dixon, y puede que sea impresión mía, me ha parecido algo acartonado a rachas. Y a Peter Kinklage en su interpretación del orgullo herido ya lo tenemos muy visto, pero he de reconocer que lo borda. Aún así, no es oro todo lo que reluce, como se constata en alguna crítica ciertamente ecuánime.
No suelo recordar los finales pero este no
creo que se me olvide, ya que… desentona tanto.
País: Reino Unido-Estados Unidos
Dirección: Martin McDonagh
Guion: Martin McDonagh
Música: Carter Burwell
Fotografía: Ben Davis
Reparto:
Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Landry Jones, Lucas Hedges,
Peter Kinklage, John Hawkes, Abbie Cornish, Brendan Sexton III, Samara Weaving,
Kerry Condon, Nick Searcy, Lawrence Turner, Amanda Warren, Michael Aaron
Milligan, William J. Harrion, Sandy Martin, Chtistopher Berry, Zeliko Ivanek,
Alejandro Barrios, Jason Redford, Darrell Britt-Gibson, Selah Atwood
Género: Thriller
Duración: 112 minutos
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