Anoche
encontré en el buzón la carta más disparatada que he recibido nunca.
Molina
de mis entretelas:
No
te imaginas cómo vivo ahora. Quiero decir cómo vivo de bien. No, no te estoy
vacilando. ¿Crees que te engañaría en un momento así? Molina, la cosa está muy
complicada. Yo estoy en la cárcel, pero una cárcel de oro y diamantes por lo
menos. Tenemos chef propio al que ayudan un cocinero y dos pinches, doncellas,
chofer… ¡Yo que sé! Esta gente está pirada. Ni idea de cómo pueden sacar tanta
pasta. ¿Solo del pub? ¡Venga! No me lo trago.
Esta
es una vida de locos, voy de acá para allá y cada hueco en el que caigo es más
lujoso que el de antes. Soy como la ficha del juego de la oca, pero mis
casillas son de cinco estrellas.
No
creas que no salgo. Estamos viajando bastante, me pregunto para qué. Ellas
sabrán. Porque ¿no te lo he dicho? Aquí son ellas las que mandan. Abril, la
hija, y Cuca, la madre que la parió. Pero eso no significa que esté libre. Nos
alojamos en los mejores hoteles, jugamos en los casinos, nos bañamos en playas
de ensueño, cuidamos nuestra salud en balnearios y luego nos vamos de tiendas.
Casi nunca se están quietas. Cuando volvemos, vigilan a sus maridos y a todos
los que trabajan en el garito donde las conocí. Vi unas chicas rubias con camiseta
negra ajustada que parecían estar a lo suyo pero nadie tan en el ajo como
ellas. Ya casi no recuerdo por qué estoy aquí. No sé si han secuestrado a
Bernardo o ha desaparecido a propósito. Me cuesta recordar la cara de Sabino.
Me estaba enamorando de él pero ahora apenas me dejan verle. Aunque tengo que
hacer lo imposible por encontrarme con él muy pronto porque tengo que darle
esta carta.
A
mis padres cuéntales la trola que quieras. Que me han hecho secretaria
particular de un magnate y viajo con él por todo el mundo porque tiene que
vigilar sus negocios. O que me he hecho especialista en fondos marinos y me
gano la vida así. Tú puedes conseguir que se traguen lo que sea, en ti confío.
Se
me va la olla, como puedes comprobar. ¡Ah! Se me olvidaba lo más importante:
han capturado a los secuestradores y Bernardo no estaba con ellos. Sé qué es
verdad porque lo leí en un periódico que trajo Sabino la semana pasada.
Acabábamos de llegar de Brasil y él se las arregló para mandarlo en el
montacargas mientras ellas se libraban de los calores del viaje en el spa de la
primera planta y las criadas deshacían las maletas. No, tampoco lo vi esta vez.
¿Tendrá
él a Bernardo? ¿Lo tendrán las Tacón? ¿Se habrá escapado solo? No sé si son
todos compinches o cada uno juega por su cuenta. Mira, Molina, ese hombre vale
millones. Tiene un secreto que puede poner en pie a tres continentes. La
máquina del tiempo o algo así. No es eso, es otra cosa, pero no me atrevo a
contártelo.
Dudo
si Sabino es de fiar pero es el único aliado que tengo.
También
podrían haber matado a Bernardo. Sabino insiste en que es su hijo secreto y que
está aquí para velar por él, pero algo me dice que se lo inventa. No sé por qué
creo las otras cosas que me dice y esta no, pero así es. A veces pienso que ojalá
lo sea, en ese caso haría lo que fuese por salvarle. En el fondo, no puedo imaginármelo
como un degenerado. Puede que eso sea amor. O que, con todo este jaleo, resulte
que estoy como una cabra y ni siquiera me he dado cuenta.
Ahora
voy a
(Continuará)
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