lunes, 10 de noviembre de 2014

La España que no existe (I)






Como tampoco existe Prince –sino alguien que fue denominado así durante un tiempo y luego renegó de ese nombre– ni existe El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, pero sí una novela denominada de esa forma, aunque su autor tituló El ingenioso hidalgo etc. a la primera parte, la de 1605, y solo llamó así a la aparecida en 1615, la que narra su tercera salida y demás peripecias.

Cuando se hace abstracción de algo tan específico como un territorio determinado el peligro de demagogia es muy fuerte. Sobre todo si entran en juego intereses de alto calado, más todavía en el caso de que se pretendan ocultar. Pues ¿qué entendemos por España? Porque al tratarse de una entidad compleja, cada hablante al mencionarla considerará un aspecto distinto y así es imposible entenderse. El término España –como Holanda, Filipinas o Burundi– significa muchas cosas y nada a un tiempo. Lo interesante de esta superficie rodeada de mar excepto en ciertos puntos, con un paisaje y un clima determinados, es que está habitada. Nada menos. Parecerá una obviedad pero a algunos se les olvida más a menudo de lo aconsejable. Pongo un ejemplo. ¿En qué se diferencian los términos Teide y Tenerife? ¿En que uno alude a un volcán majestuoso y el otro a una isla? No señor, en que cuando hablamos del segundo nos referimos a un lugar habitado, donde la gente se agrupa en localidades, que cuenta con una cultura, una lengua, unas costumbres, una economía, una política… La montaña, en cambio, es mero paisaje, su existencia condiciona las vidas de quienes habitan en sus inmediaciones, pero carece de entidad jurídica; técnicamente, al no albergar población alguna jamás podrá hablarse de geografía humana dentro de sus límites.

Todos esos que alardean públicamente de amar a España y se olvidan de sus gentes difunden un discurso vacío, pura charlatanería, humo que se disuelve, inconsistencia. Significa lo mismo que querer a una roca, a una fosa submarina o a un pinar. Un sentimiento muy propio de poetas pero no es lo que se espera de un político. No de alguien cuya misión es trabajar para que mejore la vida de los que se agrupan bajo esas etiquetas conocidas como países y que, en realidad, lo que contienen son personas, una comunidad, un grupo de gente con sus dificultades e ilusiones que se afana por vivir lo más dignamente posible.

Ahora mismo, la España que sí existe –es decir, sus habitantes– padece una resaca tremenda, le estalla la cabeza y está a punto de probar varios remedios. Lo peor de todo es que ha de contar con el azar, con lo imprevisible, tantear cuidadosamente porque equivocarse es un lujo que en este momento, sencillamente, no se puede permitir.

El 15 M tuvo muchos aciertos y un error: convencer a la gente de que debía abstenerse en las elecciones, tanto generales como autonómicas.

Rajoy ha cometido muchas equivocaciones (aunque para él y su gobierno probablemente fuesen objetivos buscados) que han derivado en un (solo) hecho positivo. No dejar ni el menor rastro de duda –para todo el mundo, incluso los más ingenuos, confiados y pacientes o los más escépticos y reacios a las urnas, incluso para los sumamente despistados en cuestiones políticas– que abstenerse no es una buena idea, que es como coger el arma y ponerla en manos del enemigo, que el barullo electoral sí va con ellos por mucho que les disguste, que no manifestar lo que se piensa acaba dando el poder a los de siempre, que, excepto si no te importa que metan la mano en tu bolsillo, no puedes dejar de estar alerta.
(Continuará)

2 comentarios:

  1. Nunca he dejado de votar, y cuando he vivido en diferentes lugares, nada más llegar me censaba para que nadie me impidiera dar mi opinión al menos a través de la urnas.

    Hasta cuando no estaba de moda he defendido no abstenerse. Ahora estamos pagando con creces ese desinterés de los que decían "paso de política" Pero la política es decisiva en la vida de todos excepto en la de los que tienen muchísimo dinero.

    España tiene diez climas distintos, y también muchas maneras de ser diferentes. Por mi experiencia te diré que los "más raros" los que más me han sorprendido han sido los gallegos, ya ves. Aunque me fascina su vena surrealista.

    Deberíamos aprovecharnos de esa rica variedad cultural en vez emperrarnos en la España indivisible, una y patria.

    Me siento un poco de aquí y de allá, quizá por mi vida nómada y porque el respeto y la curiosidad por cualquier circunstancia que no nos uniformice acaba por hacernos mejores seres humanos.

    Para esos "salvapatrias" de opereta yo sería una hereje o algo peor.

    Odio las banderas, todas, no soy católica, ni me gustan los toros ni el fútbol. No vibré con la Roja. No soy tradicional.

    No soporto las fiestas populares, ni los desfiles, procesiones, ni las sevillanas ni la zarzuela; no soy monárquica. No veo casi tele, prefiero leer la prensa y escuchar la radio...y ver series americanas o pelis raras en versión original.

    ¿De dónde se supone que soy? ¿En que fronteras me encajarían esos vendedores de humo?

    No recuerdo quien dijo que las fronteras no las traza la política sino los sentimientos. Si tuviéramos eso presente cuantas muertes y conflictos no hubiéramos ahorrado.

    Como siempre, muy interesante.

    Un beso,

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  2. Tus ideas y las mías coinciden prácticamente en todo, en lo único que discreparmos hasta ahora es en la cuestión territorial. Me siento reflejada en lo que dices como en un espejo, ¡palabra!

    Espero que hayas leído mi contestación a tu comentario de mi antepenúltimo post.

    En alguna de tus apreciaciones adelantas un poco lo que digo en la continuación de este. Pero luego sigue por otro camino, con el que me da que no vas a estar tan de acuerdo.

    Cuando escribí los dos anteriores a este, me sentía conciliadora. Reconozco que ahora estoy bastante molesta y eso se nota (mucho) en la segunda parte de este post. Por lo que todos sabemos, pero todavía más por algunas reacciones que he observado en persona. Se pueden ver en la red públicamente, pero este no me parece el lugar más adecuado para poner el enlace.

    Como ves, tu comentario me ha dejado con ganas de profundizar un poco más. En fin...

    Un beso

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