Hundido hasta los
hombros me costó reconocerle. “Usted me recuerda a una foto en blanco y negro” comenté.
Sonrió. Luego recordaría que la había visto en la primera página del poemario Volver, rubicundo, contundente, con un
amago de sonrisa. Pensé que debía tener los pies fríos allá abajo, en el filo
de los presentimientos, pensé que a veces hay que subir a caldear un poco la
nuca, a estirar los dedos, a contemplar de nuevo cómo tiembla el aire. Lo pensé
pero no se lo dije porque para entonces ya tenía una pregunta en los labios.
-No deja de mirarnos ¿eh?
Justo en ese momento empezó a hablar. Lentamente.
“Y
qué decir de nuestra madre España,
este
país de todos los demonios
en
donde el mal gobierno, y la pobreza
no
son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino
un estado místico del hombre,
la
absolución final de nuestra historia?
De
todas las historia de la Historia
sin
duda la más triste es la de España,
porque
termina mal. Como si el hombre,
harto
ya de luchar con sus demonios,
decidiese
encargarles el gobierno
y
la administración de su pobreza.
Nuestra
famosa inmemorial pobreza,
cuyo
origen se pierde en las historias
que
dicen que no es culpa del gobierno
sino
terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A
menudo he pensado en esos hombres,
a
menudo he pensado en la pobreza
de
este país de todos los demonios.
Y
a menudo he pensado en otra historia
distinta
y menos simple, en otra España
en
donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero
creer que nuestro mal gobierno
es
un vulgar negocio de los hombres
y
no una metafísica, que España
debe
y puede salir de la pobreza,
que
es tiempo aún para cambiar su historia
antes
que se la lleven los demonios.
Porque
quiero creer que no hay demonios.
Son
hombres los que pagan al gobierno,
los
empresarios de la falsa historia,
son
hombres quienes han vendido al hombre,
los
que le han convertido a la pobreza
y
secuestrado la salud de España.
Pido
que España expulse a esos demonios.
Que
la pobreza suba hasta el gobierno.
Que
sea el hombre el dueño de su historia.”
Apología
y perdición
Del poemario Moralidades (1966)
Del poemario Moralidades (1966)
Incluido en la antología Volver (pags. 80-81)
Que por fin sea el hombre el dueño de su historia.
ResponderEliminarTerrible en su contenido y magnífico poema de Biedma, que parece escrito a pie de los leones del Congreso esta misma semana, repasando todoa nuestra triste Historia Política que no cultural.
Y podría añadir como un deseo o un conjuro los versos del poema de Ernts Henley que mantuvieron el epíritu de Mandela intacto en sus años de penalidades y cautiverio:
"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma"
Un beso, y mil gracias por tus comentarios que siempre me elevan el epíritu.
Mucho, mucho puente, pero ya he vuelto.
ResponderEliminarEfectivamente, es lo que pensé. ¿Como es posible que no se haya inspirado en la prensa de hoy? Pues ya ves, de 1966, nada menos. Claro que, la fecha no deja muy bien parados a nuestros dirigentes: lo escribió en plena dictadura, nada menos. Y es que.. ¡cuando yo digo que vamos para atrás!
Menos mal que tenemos nuestros rincones propios, los de cada cual y los compartidos: en esa parcelita tuya hablo con el corazón y se nota. ;)
Besos