Los jugadores de cartas - Fernando Botero (1996) |
-
Somos los de los veinticinco cubiertos.
-
Bien, señora, vayan pasando, ¿han venido todos?
-
Se ha añadido uno más, ¿les supone un problema?
-
En absoluto. Acomódense en el saloncito del fondo, ahora les traigo la
silla que falta.
-
Se está bien aquí, calentito.
-
Después de la que nos ha caído encima.
-
Yo tengo los pies chorreando.
-
Pues se te van a secar rápido, yo me voy a quitar la chaqueta.
-
¿Tan pronto? A mí el abrigo todavía no me sobra.
-
¡Friolera!
-
Sí, soy de sangre caliente. Espera, Carmen, ¿puedes cambiarme el sitio? Es
que aquí en la esquina me voy a quedar helada.
-
Sí, pasa. Pero no digas que hace frío, si se está de maravilla aquí.
-
Señorita, perdone. ¿Necesita algo?
-
No, nada, ya me siento. Es que traía mucho frío de la calle, estoo… ¿cómo
te llamas?
-
Yo Julia ¿y tú?
-
Aurora. ¡Qué interesante la conferencia!
-
¿Lo dices porque estoy yo delante?
-
Ja ja, Raúl, no sabes cuánto te admiro, he tenido que sobornar a un
compañero para que me cediera su puesto porque me había quedado sin plaza. He
leído todos tus libros y…
-
¿Qué vamos a comer?
-
Para mí el menú del día, gracias.
-
¿Todos queréis el menú?
-
Yo sí.
-
Yo también.
-
Que levante la mano el que quiera otra cosa. Tres, vale.
-
Para mí, pizza cuatro estaciones.
-
Yo una ensalada César.
-
Yo unos huevos rotos con torreznos y ración extra de patatas.
-
¿Te pasa algo, Aurora?
-
Perdona, es que aún no acabo de creérmelo.
-
¿El qué?
-
Estar aquí, hablando contigo, haber podido escucharte durante tres horas. Para
mí es un sueño cumplido.
-
¡Vaya! Me abrumas.
-
Por curiosidad, ¡dónde estudiaste?
-
Dejemos de hablar de mí, ¿no os parece? Hemos venido a relajarnos.
-
Sí, la charla ha sido muy densa.
-
Yo he cogido apuntes.
-
Además, puedes leer su biografía en google, seguro que ahí lo pone todo.
-
¿Alguien quiere vino?
-
Yo una cerveza.
-
Yo un agua sin gas.
-
Cinco botellas de tinto de la casa, por favor.
-
¿Te estás poniendo colorado?
-
Aurora, deja en paz al profesor.
-
Es que es impresionante que a su edad haya llegado tan lejos.
-
Tampoco soy tan joven, ni os doy clase en realidad.
-
¿Cuántos años tienes?
-
Aurora…
-
¿Qué pasa? ¿Es un secreto?
-
No, tengo treinta y cinco.
-
Un niño, lo que yo decía. Te llevo siete.
-
Quién lo diría.
-
Lo sé, nadie me echa más de treinta.
-
Come y calla, aquí tienes tu plato.
-
Matilde, ¡qué pesada eres!
-
Quien bien te quiere…
-
Y dónde hay confianza…
-
Veo que estáis muy refraneras.
-
¿Sigues teniendo frío?
-
Manos frías, corazón caliente.
-
Después de escuchar al profe, los tópicos dan un
poco de bochorno.
-
Los refranes son sabiduría popular, ¿a que sí Raúl?
-
Yo en eso soy neutral, cada uno que hable como
quiera.
-
Las que somos ignorantes tenemos que aprender de
los sabios.
-
¿Alguien quiere postre?
-
Yo sí, pero un postre muy especial.
-
¡Aurora!
-
¿Qué pasa? Lo que de verdad me apetece es el dulce
de moka de mi madre.
-
Con permiso. Mónica ¿es tuyo este paraguas?
-
Sí, ya debe estar seco. Perdona que lo haya
puesto en medio pero no había otro sitio.
-
No importa.
-
Es que su madre es pastelera.
-
Y yo he anotado las frases de Raúl que pueden
servirnos para el marketing.
-
¿Para eso has venido?
-
¡Claro! Papá me ha nombrado relaciones públicas
de la casa y estoy redactando los folletos. Nada mejor que esas sentencias
lapidarias aplicadas a un sector completamente distinto.
-
Menos mal que se ha ido al lavabo.
-
¿Y eso no es plagio?
-
No tiene por qué enterarse, ¿o hay algún chivato
por aquí?
-
Yo hubiera jurado que estabas ligando.
-
¿Tú no puedes hacer dos cosas a la vez?
-
Pues no parecía muy interesado.
-
¡Ja! dame tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Explícate: