Es la historia de una obsesión. Un drama musical, el de una mujer que se ha marcado un camino, del que no se permite a sí misma desviarse ni un milímetro. Decide sacrificarlo todo sin pararse a pensar porque no está en condiciones de pensar, la vida ya ha sido demasiado dura con ella, y este acoso casi general que sufre a partir de su pérdida completa de visión la bloquea y la sobrepasa. Una persona aislada del mundo por una maternidad prematura y una ceguera progresiva que sobrevive a base de testarudez (la temeridad de continuar en un trabajo peligroso o de andar por las vías que le orientan o de no confesar que no ve) obsesiva por temperamento (la belleza de los ruidos) tan acostumbrada a no contar con nadie que no sabe dejarse aconsejar por sus amigos.
El tratamiento es muy original porque estábamos acostumbrados a que se ponga música a las situaciones alegres y no el dolor ni a la tragedia. La música intensifica el dramatismo de las imágenes, les añade belleza y dignidad.
Las interpretaciones son magníficas, el climax del relato dosificado perfectamente pero, eso sí, se sufre mucho, desde el principio temes por la chica, hay una tensión a lo largo de la cinta, una sensación de peligro presentada hábilmente por Von Trier que culmina en la secuencia final. Es como todo, depende de lo que se espere de ella: a los que alquilan pelis con el propósito de divertirse no se la recomiendo.
Llegué a este director con “Dogville”, otro drama con protagonista femenina que forma parte de una trilogía. La que falta es “Rompiendo las olas”. Confieso que no me gustó en su día, quizá porque no sabía lo que estaba viendo, porque no supe entender al director hasta que no vi la siguiente. Tengo interés en volver a verla con mi nueva visión a ver qué pasa. He leído un libro sobre su vida y obra después, también he visto en el cine “El jefe de todo esto” (igual de crítica aunque mucho menos dramática).
Yo defiendo a Von Trier, – que desde el principio levanta pasiones tanto a favor como en contra – creo que emplea una técnica muy personal y efectiva (él fundó el grupo Dogma, pero con sus postulados lo mismo se pueden hacer barbaridades que auténticas obras maestras) y, sobre todo, tiene una visión desencantada de la humanidad que comparto. En mi caso, no es que no crea en los valores humanos, sé que existen, pero me da la impresión de que la gran mayoría carece completamente de ellos, que la situación que se plantea, por ejemplo, en “Dogville”, (a pesar de que se consideró en su día un ataque a USA) podría ocurrir, por desgracia, casi en cualquier lugar del mundo. Y esa clarividencia me gusta.
El tratamiento es muy original porque estábamos acostumbrados a que se ponga música a las situaciones alegres y no el dolor ni a la tragedia. La música intensifica el dramatismo de las imágenes, les añade belleza y dignidad.
Las interpretaciones son magníficas, el climax del relato dosificado perfectamente pero, eso sí, se sufre mucho, desde el principio temes por la chica, hay una tensión a lo largo de la cinta, una sensación de peligro presentada hábilmente por Von Trier que culmina en la secuencia final. Es como todo, depende de lo que se espere de ella: a los que alquilan pelis con el propósito de divertirse no se la recomiendo.
Llegué a este director con “Dogville”, otro drama con protagonista femenina que forma parte de una trilogía. La que falta es “Rompiendo las olas”. Confieso que no me gustó en su día, quizá porque no sabía lo que estaba viendo, porque no supe entender al director hasta que no vi la siguiente. Tengo interés en volver a verla con mi nueva visión a ver qué pasa. He leído un libro sobre su vida y obra después, también he visto en el cine “El jefe de todo esto” (igual de crítica aunque mucho menos dramática).
Yo defiendo a Von Trier, – que desde el principio levanta pasiones tanto a favor como en contra – creo que emplea una técnica muy personal y efectiva (él fundó el grupo Dogma, pero con sus postulados lo mismo se pueden hacer barbaridades que auténticas obras maestras) y, sobre todo, tiene una visión desencantada de la humanidad que comparto. En mi caso, no es que no crea en los valores humanos, sé que existen, pero me da la impresión de que la gran mayoría carece completamente de ellos, que la situación que se plantea, por ejemplo, en “Dogville”, (a pesar de que se consideró en su día un ataque a USA) podría ocurrir, por desgracia, casi en cualquier lugar del mundo. Y esa clarividencia me gusta.
Dancer in the Dark
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