May We Be Forgiven
Primera edición: septiembre de 2014
Anagrama – Panorama de Narrativas
Traducción: Jaime Zulaika
656 páginas
El planteamiento de esta
obra se acerca más al de cualquier serie televisiva que al de una novela con
aspiraciones. Escenario: hogar estadounidense de clase media-alta.
Protagonistas: dos matrimonios, uno de ellos con hijos, que celebran el Día de
Acción de Gracias. Conflicto: un beso robado por la anfitriona al marido de la
invitada y su cuñado. Que algo tan sencillo se convierta en el desencadenante
de un vertiginoso, enrevesado y extensísimo relato –plagado de desastres
reconvertidos luego en aventuras– con pretensiones de crítica social y alguna
incursión en lo psicológico, da idea del extremo puritanismo con que todavía se
abordan en aquellas latitudes cuestiones de ese tenor. Porque el desliz
mencionado, y algún otro, parecen merecer los castigos más duros que podamos
imaginarnos. A partir del momento clave ya nada será lo mismo, el protagonista
se ve obligado a recorrer un largo periplo –catártico, en cierto modo– que le
enfrentará a su propia identidad y reorganizará por completo su entramado de
relaciones.
M. Homes
utiliza una prosa efectiva y simple sin abandonar nunca un tiempo presente que
transmite la constante sensación de inmediatez. Tras un sinfín de peripecias
–tan abundantes y variadas que cuesta considerarlas creíbles– nos topamos con
la obviedad de que la familia tradicional solo es una forma más de convivencia.
Por añadidura, el tono aleccionador apenas se pierde, ni se disimula por
completo, lastrando bastante la frescura argumental. Y nunca perdemos la
sensación de encontrarnos ante un catálogo de soluciones a problemas de todo
tipo.
Análisis
de las relaciones familiares de hoy, pero también de una forma de vida
condicionada por los avances tecnológicos. Y por hábitos sociales todavía
recientes que, si bien no nos pillan desprevenidos, puede que aún no nos encuentran
preparados del todo.
El
contrapunto de la opulenta sociedad norteamericana lo constituye un Tercer
Mundo aferrado a las escasas oportunidades que se le brindan. El del hogar, la
frialdad de las instituciones en régimen de internado, ya sean colegios,
residencias de ancianos o clínicas psiquiátricas. Las vivencias de Harold
Silver se oponen a las de Richard Nixon, cuya personalidad investiga nuestro
hombre y que ejerce sobre él la fascinación de aquel que ha hecho caso a sus
impulsos sin pararse en remilgos éticos, traspasado barreras y ejercido algo
muy cercano a la omnipotencia al tener en sus manos el destino de millones de
personas. Harry, en cambio, es un hombre bueno con una bondad meticulosa que es
incapaz de abandonar. Por eso sus sentimientos hacia el mito histórico oscilan
entre la admiración más absoluta y el desprecio por lo que considera falta de
escrúpulos.
Una
obra que pretende ser simbólica y trascendente en su análisis de los afanes del
hombre actual y, aunque refleja muchos de nuestros interrogantes cotidianos y
hasta apunta algún esbozo de respuesta, queda muy por debajo de las
expectativas. Sería injusto afirmar que se reduce a mero entretenimiento, pero,
desde luego, le sobran unas cuantas decenas de páginas.
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