Un ejemplo. Se habla
mucho –y muy interesadamente desde el peor punto de vista masculino– del
supuesto oficio más antiguo del mundo como si eso fuese un argumento a favor de
su pervivencia. No obstante, aparte de que en etapas de una incipiente
humanidad no existían las transacciones monetarias sino el trueque, cuando no
se tomaban los bienes por la fuerza como es de suponer en este caso y eso, como
sabemos tiene otro nombre, existen otros muchos oficios tan antiguos como aquel que, al afectar a la humanidad
entera y no solo a uno de los géneros, no han adquirido tan buena prensa, al
contrario. Pues ¿van a negar que la de
verdugo fue una de las ocupaciones más antiguas, si no la primera de ellas? ¿qué
me dicen del juego de ataque y defensa realizado con animales salvajes,
precursor de las actuales corridas? Sin olvidar otras mucho más amables, como
la recolección de frutos silvestres, sustituida ventajosamente por la
agricultura desde tiempos más que inmemoriales. ¿O es que hemos pasado siglos
innovando para defender las excelencias de lo antiguo cada vez que nos
conviene?
¿Acaso alguien añora
toda esa enorme porción de tiempo en el que la gente apenas se bañaba? Entonces
el agua limpia se mezclaba con la sucia propiciando continuas y mortíferas
plagas, la alimentación –limitada a la disponibilidad del terruño– no ofrecía
variedad alguna, los niños morían por centenares y la esperanza de vida adulta
era también bastante escasa. Durante milenios, bañarse no ha supuesto un placer,
era un engorro que no producía más que temor y, en consecuencia, solía evitarse
en lo posible. Los hombres prehistóricos tenían que atravesar cauces a nado
para defenderse de alimañas, sumergirse obligatoriamente bajo cualquier clima y
estación cuando querían eliminar la suciedad si es que alguna vez llegaron a
considerarlo necesario, permanecer horas con el agua a la cintura para capturar
determinadas especies acuáticas. Incluso en épocas incomparablemente más
civilizadas el baño era considerado insano, poco decoroso y molesto. Pero, si
el placer de bañarse es relativamente moderno, ¿como a nadie en su sano juicio
podía ocurrírsele añorar el supuesto placer de dormir dentro del agua?
Lo que está claro es que hoy vivimos mucho más tiempo y en mejores condiciones, y cómo bien dices, se pone el acento de la nostalgia de forma bastante interesada
ResponderEliminarLos que ya llevamos un tiempo por estos pagos y además nos gusta curiosear por la historia lo sabemos muy bien.
En cuanto al "oficio más viejo del mundo" que razón tienes, pero sólo hay que ir al diccionario y ver el significado diferente según género para una misma actividad o nombre:
zorro-zorra, hombre público-mujer pública, don juan-ninfómana por poner sólo algunos ejemplos
Un beso,
Es evidente que estamos en la misma onda, Tesa. Aunque me empeñase en discutir (pacíficamente) contigo, sería completamente imposible.
ResponderEliminarUn beso