"Había una vez un niño en una clase de matemáticas. De repente un pajarito se posó en el alfeizar de la ventana y comenzó a cantar. El profesor siguió llenando de números y letras la pizarra, insensible a la belleza de su canto. El pajarito mostraba al alumno la belleza de la vida mientras que el profesor seguía con sus ecuaciones. El alumno, que era sensible y emotivo, permitió que su conciencia fluyera hasta sintonizar con el canto del pájaro. Su corazón estaba en el alfeizar, no en la pizarra y durante unos minutos fue intensamente feliz.
De este cuento se pueden extraer varias conclusiones interesantes sobre la mentalidad de algunos pedagogos:
1. No solo son insensibles a la belleza de las matemáticas, sino que no tienen ningún pudor en confesarlo, sin comprender que hay profesores de matemáticas capaces de mostrar la belleza de su asignatura.
2. Sospechan que los profesores de matemáticas son sordos.
3. Creen que es más educador atender al canto de un pájaro que a las explicaciones de un profesor.
4. No les importa que el alumno suspenda el próximo examen de matemáticas sin aprobar por ello el de ornitología"
Estos párrafos pertenecen a un artículo, tan esclarecedor como irónico, que en apenas un folio aclara muchos malentendidos y, de ser leído atentamente por quienes especulan sobre la realidad educativa sin conocerla por dentro, pondría fin a un buen números de conclusiones erróneas. Cada cierto tiempo se escuchan cantos de sirena recomendando unos pretendidos revolucionarios métodos educativos que, en teoría respetan la libertad de los chicos a la vez que consiguen transmitir los conocimientos sin que los educandos tengan que esforzarse o muy poco. Pero los métodos de Montessori, Piaget, etc., ni son nuevos ni pueden aplicarse a cualquier tipo de enseñanza. En primer lugar, esos pedagogos estadounidenses, italianos, franceses etc. predicaban sus teorías a principios del siglo XX y, al menos, en los manuales pedagógicos españoles de hace cuarenta y cinco años ya se ilustraba sobre la forma de ponerlas en práctica. En segundo y más importante, el aprendizaje intuitivo y basado en la espontáneidad y curiosidad natural de los alumnos -excepto en ocasiones muy específicas- solo son recomendables en edades muy tempranas. En cuanto hace su aparición el pensamiento abstracto, el esfuerzo y la disciplina resultan imprescindibles.
Merece la pena utilizar el enlace y leer el artículo completo. Es ameno, dice verdades como puños y no les hará perder más que un par de minutos de su tiempo.
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