Gustave Klimt - Death and Life (1916) |
Hablemos de luchas por el poder
más que de guerras de religión. Y el poder se impone con terror, de otra forma
habría que convencer a los potenciales dominados, y no parece viable que ningún
país se coloque bajo yugos espurios por voluntad propia.
Pero el poder es una cosa y sus
ejecutores otra. Escucho constantemente que es muy difícil combatir a quien no
tiene ningún problema en inmolarse. Existe una falacia en esa afirmación, pues
quienes se inmolan no son el origen, mucho más atrás hay un foco muy potente
que es quien les lava el cerebro con argumentos religiosos y quien les envía a
una muerte segura. Es decir, la raíz del asunto se encuentra más allá, en esos
responsables refugiados en la lejanía, el anonimato y un espacio seguro y
honorable. Estos, en caso de peligro, claro que tendrían miedo a morir. Y a
ellos hay que dirigir nuestras miradas. Quienes tengan la responsabilidad y el
poder necesarios deben estudiar sus movimientos, cortar sus fuentes de
financiación, lograr en lo posible que sientan el peso de la justicia
internacional. No hay acción más efectiva que cortarles las alas.
Aún así, mientras la ignorancia
y la miseria campen a sus anchas por oriente y occidente siempre habrá cabezas
de turco para utilizar interesadamente. Solo ilustrando a esas personas
vulnerables suprimiremos su vulnerabilidad. Solo facilitándoles algo parecido a
una existencia acomodada conseguiremos que tengan algo que perder. Hace unos
siglos también aquí nos lanzábamos a luchar con entusiasmo, el que vive a salto
de mata está mucho más dispuesto a morir por la causa que sea, la solución pasa
por suministrar una cantidad suficiente de confort y bienestar, de aprecio por
los placeres de la vida, de reconocimiento de la propia dignidad y respeto por
la ajena para que el caudal de los dispuestos a inmolarse disminuya
drásticamente. Y esto solo se consigue disminuyendo las desigualdades
económicas. Si falta la convicción de que estamos ante una causa justa actuemos
por puro y simple egoísmo: para no sentirnos amenazados ahora o más tarde.
En cuanto a la ignorancia, no
se trata solo de democratizar la cultura, además tanto respeto por el hecho
religioso me parece una exageración. Cuando la lógica y la ciencia han
demostrado que las creencias surgen de la mente humana y que de existir algo insospechable
no tendría nada que ver con lo espiritual ni con la moral ni con la otra vida
sino con realidades puramente materiales, aunque imposibles de demostrar con
los actuales instrumentos científicos. Ya es hora de que consideremos las
creencias una cuestión subjetiva, cuyas prácticas todo el mundo tiene derecho a
realizar en público o en privado, pero que no es recomendable alentar pues la posibilidad
objetiva de que esas doctrinas posean una base real es inexistente. No nos
engañemos, la única explicación para tanta tolerancia es eliminar de cuajo las consabidas
preguntas incómodas manteniendo así sometida a una multitud de individuos. Fomentar
el oscurantismo a grupos enteros les impide rebelarse y es la garantía de que
el poder dictatorial siga perpetuándose.
Hace falta explicar desde la
escuela que los fundamentos religiosos no se sostienen ni mental ni
experimentalmente. Tolerar no es fomentar: la libertad de creencias, la no
persecución no impide señalar que están equivocados. La actual situación no es
solo tolerante, también da a entender que, de alguna manera, los creyentes están
en lo cierto.
Frida Khalo (Entronizarse a uno mismo) |
Un saludable realismo
produciría sociedades más igualitarias, implantaría democracias auténticas y no
esa suerte de remedo en el que vivimos hoy. Y, por encima de todo, impediría
que ciertos caudillos se erigiesen en los mensajeros de dios en la tierra, en
los únicos facultados para interpretar consignas que nadie puede escuchar,
porque eso significa otorgar un poder infinito –el que se supone que merece la
deidad– a seres tan humanos, tan susceptibles de corromperse y abusar, tan
colmados de defectos, vicios y ambiciones como cualquier hijo de vecino.
Si alguna vez conseguimos
convencer a cada ser humano de que es él quien debe ocupar el trono pues no
existen fuerzas invisibles sobrevolándonos, que no debe temer a fuerzas
sobrenaturales ya que más allá de la naturaleza no hay absolutamente nada, que
lo que debe evitar es el hambre, las inclemencias del tiempo, la barbarie, el
pillaje o el abuso de quienes ponen sus peores instintos en marcha, este mundo
será mil veces más habitable.
Muy lúcido, particularmente, eso de que los intoxicadores que convierten a otros en suicidas sí que deben de tenerle bastante miedo a la muerte. Los norteamericanos parecen haberlo entendido ya.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarSospecho que lo sabían desde el principio pero les interesa que pensemos que todo esto es obra de cuatro dementes. Y los medios de comunicación siguen con la matraca, cada vez que oigo o leo que "el cerebro" de la operación de París... me gustaría poder contestarles. ¿El cerebro de qué? Una víctima más, que ya no les puede llevar la contraria, los verdaderos cerebros de la violencia ya se aseguran de quedar a cubierto, muy mala suerte tienen que tener para que les alcancen sus propios proyectiles..