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lunes, 15 de agosto de 2016

Perderse (Poema)

Perderse en el rastro infinito del océano.
Aspirar la húmeda arena.
Dejarse enceguecer por el sol de mediodía,
 conmover por llantinas y ladridos
y gritos de triunfo entre las olas.
Pero la tarde es ya gris tras la ventana.
El aire se ha impregnado de  otoño,
la llovizna está empapando el césped
y no encuentras ni un  destello amarillo
derramado en el cristal de media tarde.

Vasili Kandinski - El jinete azul (1903)
Escuchar al guacamayo parloteando
en la fluidez de las palmeras
más acá de ese asfalto
dónde el vértigo es dogma
y la velocidad emblema temerario.
Pero el carámbano ya cuelga en el 
alfeizar
Y vuelves a cargar sobre los hombros
el blanco lienzo de tu calle,
su atmósfera de hielo,
la lentitud. El silencio como agujas.

Intuir una barbilla chorreante
de jugo frutal multicolor,
e infinitos horizontes entoldados,
con el torso chamuscado por horas de 
canícula
entre chorros de grasa goteante 
rebosando del borde de las fuentes.
Pero te ciegan las cortinas del diluvio
que anega los arriates.
Un barrizal atasca los neumáticos
en la explanada que colinda con el parque
produciendo una catástrofe en cadena
que se disolverá a la vuelta de dos siglos.

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