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sábado, 15 de octubre de 2016

Sed (Relato introspectivo)


La tengo ante mí, tan esbelta y transparente. Con ese cuello airoso, ese garbo. Desde donde estoy no alcanzo a tocarla, me siento incapaz de explicar el ansia que despierta en mí. 
Intuyo su frialdad a esta distancia, su hermetismo, esa fragilidad rígida que la vuelve tan elegante. 
Soy el náufrago sediento que se arrastra por la arena abrasadora de un desierto interminable para saciar su sed en ella, para beber gota a gota el líquido que atesora y que presiente refrescante y delicioso, para convertirse en el recipiente donde se vuelca, para dejarse inundar por el río que se deslizará a partir de la garganta y saborearlo, sentir cómo se derrama sobre el pelo, cómo su chorro le empapa la barba y el mentón, cómo el cuerpo entero se emborracha con su espuma dorada, embriagadora, juguetona, zalamera, cosquilleante.
Ella es la bailarina que destruye cualquier amago de arrogancia. Postrado ante tu cuerpo me rindo, depongo fuerzas, soy tu esclavo.
Ante ti, he perdido la voz y el movimiento, espléndida botella de champagne.

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