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miércoles, 15 de julio de 2015

Ojalá nos perdonen de A. M. Homes (2014)


     May We Be Forgiven
Primera edición: septiembre de 2014
Anagrama – Panorama de Narrativas
Traducción: Jaime Zulaika
656 páginas


El planteamiento de esta obra se acerca más al de cualquier serie televisiva que al de una novela con aspiraciones. Escenario: hogar estadounidense de clase media-alta. Protagonistas: dos matrimonios, uno de ellos con hijos, que celebran el Día de Acción de Gracias. Conflicto: un beso robado por la anfitriona al marido de la invitada y su cuñado. Que algo tan sencillo se convierta en el desencadenante de un vertiginoso, enrevesado y extensísimo relato –plagado de desastres reconvertidos luego en aventuras– con pretensiones de crítica social y alguna incursión en lo psicológico, da idea del extremo puritanismo con que todavía se abordan en aquellas latitudes cuestiones de ese tenor. Porque el desliz mencionado, y algún otro, parecen merecer los castigos más duros que podamos imaginarnos. A partir del momento clave ya nada será lo mismo, el protagonista se ve obligado a recorrer un largo periplo –catártico, en cierto modo– que le enfrentará a su propia identidad y reorganizará por completo su entramado de relaciones.

M. Homes utiliza una prosa efectiva y simple sin abandonar nunca un tiempo presente que transmite la constante sensación de inmediatez. Tras un sinfín de peripecias –tan abundantes y variadas que cuesta considerarlas creíbles– nos topamos con la obviedad de que la familia tradicional solo es una forma más de convivencia. Por añadidura, el tono aleccionador apenas se pierde, ni se disimula por completo, lastrando bastante la frescura argumental. Y nunca perdemos la sensación de encontrarnos ante un catálogo de soluciones a problemas de todo tipo.

Análisis de las relaciones familiares de hoy, pero también de una forma de vida condicionada por los avances tecnológicos. Y por hábitos sociales todavía recientes que, si bien no nos pillan desprevenidos, puede que aún no nos encuentran preparados del todo.

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El contrapunto de la opulenta sociedad norteamericana lo constituye un Tercer Mundo aferrado a las escasas oportunidades que se le brindan. El del hogar, la frialdad de las instituciones en régimen de internado, ya sean colegios, residencias de ancianos o clínicas psiquiátricas. Las vivencias de Harold Silver se oponen a las de Richard Nixon, cuya personalidad investiga nuestro hombre y que ejerce sobre él la fascinación de aquel que ha hecho caso a sus impulsos sin pararse en remilgos éticos, traspasado barreras y ejercido algo muy cercano a la omnipotencia al tener en sus manos el destino de millones de personas. Harry, en cambio, es un hombre bueno con una bondad meticulosa que es incapaz de abandonar. Por eso sus sentimientos hacia el mito histórico oscilan entre la admiración más absoluta y el desprecio por lo que considera falta de escrúpulos.


Una obra que pretende ser simbólica y trascendente en su análisis de los afanes del hombre actual y, aunque refleja muchos de nuestros interrogantes cotidianos y hasta apunta algún esbozo de respuesta, queda muy por debajo de las expectativas. Sería injusto afirmar que se reduce a mero entretenimiento, pero, desde luego, le sobran unas cuantas decenas de páginas. 

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