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sábado, 30 de agosto de 2014

La encrucijada de Cronos, de Isabel Anaya Moreno (y II)


Isabel Anaya Moreno
Sobre estas cuestiones planea el pasado de los conquistadores, la encrucijada que se presentó ante ellos hace ya unos cuantos siglos. La figura de Lope de Aguirre y de su hija aparecen envueltas en una fantasmagoría efímera, deudora del realismo mágico latinoamericano. La documentación histórica junto a ciertas visiones de las protagonistas, así como ritos esotéricos de los nativos servirán para aclarar enigmas. Aunque no todos. Intuimos que por debajo de las apariencias subsiste otra realidad, paralela y cargada de misterio, que contiene la fascinación de lo inquietante y, por tanto, contribuye a aumentar la tensión, a añadir un tipo de intriga distinto en un ambiente tan cargado que, en ocasiones, se diría a punto de explotar, como si globos invisibles cargados de dinamita flotasen en el aire.

“Semioculto por los telares que adornan el altar instalado en la fachada de la iglesia, un hombre mestizo, con una cicatriz cruzando la mejilla izquierda, no se pierde detalle de la fiesta.”

Todo esto, pasado y presente, enmarcado en la omnipresente naturaleza, en esos ríos, esos desfiladeros, esos árboles y fieras, que acompañarán a los personajes en todo momento pues cuentan con vida propia en estas páginas. Se nos enfrenta a la presencia determinante del medioambiente para todos nosotros, por mucho que nos empeñemos en ignorarla. Tanto el próximo como el más alejado, porque en este planeta todos y cada uno de sus elementos se mantienen en permanente interconexión: tiempo, espacio, grupos humanos, el mundo animal, vegetal y mineral y el hombre como una especie más de esos mundos. Y esta es la principal consecuencia que puede extraerse de esta historia.

“El muchacho deja la mente en blanco y la atención en el entrecejo. Allí visualiza un poderoso jaguar. Los latidos de su corazón se hacen más lentos, la respiración apenas se le nota. Yagüire tiene que morir, al menos ritualmente, para dar vida a su tótem. Va sintiendo cómo crece su pelo, transformándose en cerdas que le cubren todo el cuerpo. Sus uñas se convierten en garras y en la boca crecen afilados colmillos. Si rugido hace que los monos agarren las lianas y escapen en tropel a otros árboles, los más alejados de la temible fiera.”

La trama se inicia cuando los padres de Victoria deciden trasladarse a Perú con la intención de poner su profesión de médicos al servicio de las gentes del lugar. Ella les acompaña, no de muy buena gana al principio, pero acabará atrapada por el embrujo de la naturaleza, el misterio del lugar, seducida por el encanto de sus gentes y por su forma de vida, implicada tanto en las incipientes relaciones amistosas y amorosas que van surgiendo como en la denuncia de los abusos y el apoyo de las justas reivindicaciones de los moradores de la región. 

Como decía, se advierte claramente el influjo del realismo mágico en las visiones que asaltan a Victoria y su amiga, aunque ellas las intentan racionalizar documentándose todo lo posible. Buscan asesores, consultan libros, es evidente el paralelismo entre el afán de los personajes por conocer la verdad y el que manifiesta la propia autora. Al lector no se le oculta el ingente trabajo de investigación que hace falta para alumbrar una obra como esta, un esfuerzo más que meritorio y que, de haberse eludido, hubiese dado lugar a un producto infinitamente más frívolo que este.

“Ante las muchachas, como en una película proyectada sobre la pared rocosa del agua, se van sucediendo escenas de una época antigua, pero con los mismos paisajes que las rodean ahora. (…) Un caballero, que responde a la descripción de Lópe de Aguirre, entra corriendo en la cabaña más grande. Allí se reúne con la muchacha de piel cobriza y ojos de color azul violeta. El hombre habla a la joven india y esta lo escucha con gestos que denotan miedo. El supuesto capitán marañón llora desesperado y, sacándose del cinto una daga, la hunde en el pecho de la muchacha mestiza, que cae muerta al instante.”

Isabel Anaya ha conseguido, no solo mostrar esa selva, sino que nos sintamos inmersos en ella, que nos encariñemos con quienes la habitan y hagamos nuestros sus problemas e ilusiones. Con Oroa, fray Fulgencio, los contrincantes Ciriaco y Yagüire, con Chole, con la hechicera Alia, el doctor Jaime Fonseca y su esposa, el comisario Gándara, Wikachole, Chuyaki, el arrepentido Facundo, pero también, nada menos que con el histórico personaje de Lope de Aguirre y su hija Elvira, que pretenden enviar un mensaje a la época presente.

Por fin, entre tanto acierto, encuentro un elemento que –a mi juicio, completamente subjetivo– lastra ligeramente el conjunto. Es el afán didáctico, excesivo quizá, sobre todo en las primeras páginas.



PRIMERA EDICIÓN 2012 – MITAD DOBLE EDICIONES – PRÓLOGO DE AUGUSTO LÓPEZ – PÁGINAS: 303

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