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jueves, 8 de mayo de 2014

Molière en bicicleta (Alceste à bicyclette) - 2013


En bicicleta o en patinete, las reflexiones del gran dramaturgo mantienen su vigencia en todos los ámbitos: el de las tertulias, las aulas, los escenarios o los textos de sesudos analistas. Esto es así porque su análisis del alma humana, trascendiendo la época en que escribía Moliére, se encuentra todavía de plena actualidad. Traer a colación una obra suya no supone ningún retroceso, al contrario, otra cosa es el acierto en el título, aquí tenemos la manía de cambiarlos, casi nunca para bien, y, si en este caso se entiende que no se mencione al personaje de Alcestes sino a quien lo creó para orientar mejor al público, podría haberse buscado una solución mejor, pues el film, por obra y gracia de su título, produce una impresión de banalidad, de humorada superficial y frívola que no concuerda en absoluto con su esencia. Por ese motivo, es posible que algunos salgan decepcionados del cine por no encontrar lo que esperaban y otros ni siquiera se acerquen a la taquilla considerándola un producto más sin ninguna trascendencia.

Sin embargo, la trama entera consiste en un hábil engranaje de dos argumentos unidos por un motivo común. El Alcestes de Le Mysantrhope y este nuevo enfrentamiento de personalidades –dos focos perfectamente delineados por el guionista y hábilmente escogidos en el casting– interpretadas magistralmente por dos actores magníficos.
Tres años antes, el actor Serge Tanneur se retiró a la Isla de Ré, aún en la plenitud de su carrera artística pero cansado por los años transcurridos y desilusionado por rivalidades y traiciones. Su colega Gauthier Valence –que en lugar de limitarse al arte puro ha aceptado el papel de protagonista de una serie televisiva, deleznable pero rentabilísima, papel que detesta tanto como el multitudinario reconocimiento popular que acarrea– decide resarcirse produciendo Le Mysantrhope. El objetivo de su visita a Serge es convencerlo para que salga de su retiro y acepte un papel en la obra. A Serge le tienta la oferta pero no se conforma con que el protagonista sea otro. Por fin, llegan a un acuerdo y comienzan a ensayar juntos.

Amistad o competitividad, narcisismo, egocentrismo –y hasta egolatría–, amistad y egoísmo, amistad y venganza. A veces se superponen, otras las separa una línea finísima, que no suele mantenerse mucho tiempo pues la intensificación de los roles respectivos así como la persistencia en el tiempo acaban por resquebrajarla, por destruir la armonía originando conflictos furibundos. A la rivalidad se añade otra idea subyacente: la oposición entre arte y comercio en la persona de Gauthier.
Representación de Le Mysantrhope

La excelente recreación del trabajo de un intérprete, esa exhibición de las diversas fases por las que pasa un texto en la mente, la dicción y la confrontación entre actores hasta quedar listo para presentarse ante el público es uno de los pretextos –aunque con entidad propia y protagonismo absoluto– con que cuenta el guionista y director Le Guay para sacar adelante el texto. El otro son los celos, el orgullo varonil o como quiera denominarse, o mejor aún, el orgullo de la virilidad en decadencia, el canto del cisne de la hombría según un concepto bastante trasnochado ya, pero todavía muy presente para algunos.
 

·         Año: 2013

·         Duración: 104 min.

·         País: Francia

·         Dirección: Philippe Le Guay

·         Guión: Philippe Le Guay

·         Música: Jorge Arriagada,

·         Fotografía: Jean-Claude Larrieu

·         Reparto: Fabrice Luchini, Lambert Wilson, Maya Sansa, Camille Japy, Ged Marlon, Stephan Wojtowicz, Josiane Stoléru, Philippe Du Janerand, Annie Mercier, Christine Murillo, Patrick Bonnel

·         Género: Comedia dramática

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