Esta película tenía todas las papeletas
para parecerme un bodrio: internado femenino, adolescentes rebeldes, ambiente
remilgado y represivo, escenografía kitsch, vestuario retro con toques
futuristas, mucho color blanco, mucho jardín florido, elementos art decó por
doquier, todo ello concebido para desarrollar un argumento de ciencia-ficción,
con lo delicado que es ese género y lo sencillo que es desbarrar a poco que el
guionista se salga de madre. Añado que se trata de una producción española, y
ahí mis prejuicios alcanzan el punto máximo, pues si detesto el cine juvenil
estadounidense, no quiero ni imaginarme hasta qué punto podemos sobrepasar su
tontería en este bendito país llamado España.
Paradise
Hills es el nombre de la
institución para señoritas –una expresión que suena excesivamente anacrónica, incluso
más allá de lo vintage, pero es eso
precisamente lo que quiero transmitirles– todo lo exclusiva que podamos
imaginar, tal como nos muestran las imágenes, ya que desde la primera ojeada no
hay duda de que allí se mueven montones de billetes. Alumnas jóvenes, pues, de
familias opulentas y naturaleza rebelde a quienes sus respectivas familias
pretenden bajar los humos. Ese misterioso lugar dice poseer un método
infalible para lograr en dos meses la completa sumisión de sus pupilas, y es el
gancho con el que cuenta para atraer a potenciales clientes. Todo esto lo
sabremos más adelante, pues el espectador se lo encuentra, a pleno rendimiento,
en el momento de la incorporación de Uma (Emma Roberts) la nueva candidata a
convertirse en la esperanza de sus papás y en la esposa del prometido que estos
le han destinado y que ella, naturalmente, rechaza. A través de las andanzas de
Uma, descubrimos los entresijos de ese peculiar reformatorio y acabaremos
conociendo el método supuestamente milagroso bajo el que se oculta un plan
siniestro e inconfesable. Con este descubrimiento por parte de los
espectadores, entra en juego la ciencia-ficción y el argumento se convierte en
distópico.
Desde el minuto uno, se nos enfrenta a una
escenografía y un vestuario absolutamente intachables, así como un casting en
el que encontramos, no solo las fisonomías más adecuadas a cada papel sino una
impecable interpretación por parte de todo el elenco. De ahí que olvidar nuestras
pautas realistas y sumergirnos en ese clima demencial y pesadillesco no resulte
complicado en absoluto.
La trama se desarrolla según el esquema
clásico de aventuras. Como pueden ver, se van sumando géneros y más géneros a
medida que avanza la acción, pero este hibridismo no es en absoluto una rémora,
al contrario, se ve apuntalado y dotado de coherencia por un elemento
unificador: la crítica social y feminista. Finalmente, todo ese universo de
esplendor va mutando en lobreguez y oscuridad a medida que conocemos los
enrevesados procedimientos que rigen en aquel paraíso de pacotilla, pues lo que
finalmente importa y conduce al ansiado desenlace es la complicidad de un
puñado de chicas enfrentadas al sistema con tesón y toneladas de ingenio. El
planteamiento ético es claro, su conclusión quizá demasiado complaciente,
aunque no exenta de dramatismo, no solo por lo que muestra sino por la realidad
objetiva a la que alude. En realidad se trata de una fábula moderna que disfrutaremos
solo si somos capaces de captar su esencia y, por supuesto, de dejar en casa
los prejuicios.
Dirección: Alice Waddington
Reparto:
Emma Roberts, Danielle Macdonald, Awkwafina, Milla Jovovich, Eiza González,
Jeremy Irvine, Arnaud Valois, Hunter Tremayne, Liliana Cabal, Daniel Horvath,
Gary Anthony Stennette, Jonny Melville, Julius Cotter, James Giblin, Eric
Goode, Gaile Butvilayte, Cooper Crafar. Ricardo Mena, Sarah Ann Shaw, Karina Kolokolchykova
Guion: Brian DeLeeuw, Nacho Vigalondo
(Historia: Alice Waddington)
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Josu Inchaustegui
País: España
Duración: 95 minutos
Género: Ciencia ficción, Juvenil, Terror,
Aventuras, Crítica social
Estreno: 11/10/2019
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