No creo equivocarme si les aconsejo decidirse por esta película,
estrenada recientemente en España, cuando visiten su sala de cine más próxima.
Se trata de un producto ubicado en la década de los 80, bien ejecutado a pesar
de utilizar ingredientes que hemos degustado una y mil veces en todas las
películas del género –o de los géneros, pues para mayor complicación se trata
de un híbrido– gracias al excelente trabajo del guionista. Y si no debe ser
fácil internarse en las profundidades del thriller con los mimbres del
espionaje y la política, menos aún si el accidentado terreno que pisamos es el de
Oriente Medio.
Su prometedor comienzo –ambientado en una fiesta que reúne a la buena
sociedad americana– con el protagonista (Jon Hamm) moviéndose en primer plano
entre el resto de personajes y su voz en off reflexionando, con un tono entre
escéptico y cínico, sobre la mezcla de culturas y la idiosincrasia de sus
oponentes, nos deja clavados en la butaca, expectantes ante lo que se avecina,
que apenas decae en los cien minutos largos que ocupa la cinta. La secuencia
continúa y, al convertirse en uno de los platos fuertes del film, consigue
dejarnos sin aliento ya desde los primeros fotogramas. Y si el planteamiento sufre
una radical metamorfosis, el argumento entero nos va arrastrando a velocidad de
vértigo hasta un final tan previsible en su contenido fundamental como incierto
en su puesta en escena.
La acción tiene lugar en Beirut durante la guerra civil libanesa, cuando
un ex-diplomático estadounidense recibe el encargo de resolver un caso de
secuestro. Cuenta con algunas interpretaciones excelentes, acertados golpes de
efecto y elementos como el atentado, el rapto, los contubernios (entre aliados
pero también entre enemigos), investigaciones, alianzas, mentalidades opuestas,
fanatismos, la ambición de triunfar y la patada en la espinilla, la amistad y
el egoísmo, el trauma que supone una catástrofe y el amor traicionado, la inocencia
perdida y la astucia presidiéndolo todo. Con esa explosiva combinación se
compone una trama compleja y bien urdida que, sin llegar a la categoría de obra
maestra, nos deja con muy buen sabor de boca junto a la conocida sensación de
haber vuelto de otro mundo que nos queda al salir de la sala tras haber vivido
una aventura apasionante.
Aún así, el guión contiene un pesado lastre, muy común en los filmes
americanos que abordan el choque entre culturas, y es su empeño por aparecer
ante el público como la parte inocente, dialogante, agraviada y eterna poseedora
de la razón absoluta. A este respecto, el papel del muchacho musulmán (Idir Chender) acogido por la pareja de
anfitriones y su decisiva contribución en los acontecimientos posteriores
aporta su habitual ración de demagogia.
Título original: Beirut
Duración; 109 minutos
Guión: Tony Gilroy
Dirección: Brad Anderson
Reparto: Jon Hamm, Rosamund Pike,
Mark Pellegrino, Dean Norris, Shea Whigham, Alon Aboutboul, Jonny Coyne, Larry
Pine, Jay Potter, Ben Affan, Mohamed Zouaoui, Mohamed Attougui
Música: John Debney
Fotografía: Björn Charpentier
Nacionalidad: Estadounidense
Género: Thriller político
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