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miércoles, 20 de enero de 2016

Escalera de vecindad (II)

Se despertó en su bungaló con la primera claridad del alba. Recordaba el último brindis como una sucesión de manchas borrosas. La envolvía un círculo de gente, después alguien la sentó y todo se volvió oscuro. No podía haber vuelto a casa por sus propios medios y el que la había llevado quizá seguía allí, husmeando en su vida o durmiendo. Alarmada, se asomó al porche, al cuarto común, a las instalaciones prefabricadas, multifuncionales y asépticas, ahora tan desiertas como de costumbre. Quienquiera que se hubiese tomado la molestia se había asegurado de dejar la cerradura encajada. Falsa alarma, pues, pero seguía molestándole haber perdido la noción del tiempo, no saber calcular cuánto había dormido. Empezó a llenar la bañera y puso agua en el microondas. Esas infusiones que vendían dentro de bolsas de tela en el chamizo compuesto por un mostrador de cuatro tablas y un toldo hecho jirones hacían más efecto que el café.
Edward Hopper

Se había adelantado la temporada de lluvias, solo por unas cuantas horas no había interferido en el rodaje. Escuchando el golpeteo sobre el tejado de uralita empezó a compensarle tanto andamiaje artificial. Hasta entonces, con la ingenuidad del que no imagina cuántas calamidades pasaban los autóctonos, había lamentado la inautenticidad que significaba no ser acogida por paredes de tablas ni dormir bajo mosquitero ni sufrir la caldosa calorina nocturna. Estaba claro que el pretendido encanto de la miseria no podía competir con el confort y la higiene que habían constituido su paisaje.
Soñó despierta hasta que el agua se enfrió tanto que se sintió expulsada de golpe. Imaginar escenas, tras semanas de no haber hecho otra cosa, se había vuelto lo más sencillo del mundo. Una triunfadora vestida de diseño. Flashes, micrófonos rodeándola, demoradas entrevistas para revisar una vida tan anodina como todas. ¿Qué circunstancia vital le ha conducido a ser la que es? Celebro que me haga esa pregunta. Tópico tras tópico. Todo estaba sobado y resobado, nada que no hubiese presenciado mil veces. Pensó que le hastiaría cualquier episodio que protagonizase a partir de ese momento, ni siquiera el éxito iba ser capaz de saciarla.
 (Continuará)

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