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sábado, 15 de agosto de 2015

Cabezadas (Poema)

Prendida de una barra huérfana de copas, 
isla entre bultos al asalto de licores goteantes,
amenazada por ristras de entripados
(como látigos empuñados por los amos de esos labios
que hace tiempo inflamaron incontables vasos de ginebra)
colgando sobre el pelo adormecido.
                  

Cabeceo, mis hombros
palpitan en la fosforescente niebla del pánico
y el vidrio de las lentes emborrona la tarde.

Una tarde negra hundida en el invierno.

2 comentarios:

  1. Y en la prisión :
    De un bar, evidentemente, una barra con vasos de trago largo como raíz de barrote.. La dama escruta el ambiente ocultando la mirada tras el brazo que alza la bebida. Enfoca los ojos hacia la voz apenas distante, quiere escuchar su tono, alguna palabra indicativa; revisa los labios que se mueven , ajusta la imagen y el sonido, sincroniza la estampa, valora, vuelve la espalda, apoya los codos en el mostrador y fija nuevamente la mirada, observa un bosque de botellas que apenas ocultan en el espejo el reflejo de la bulliciosa soledad del local.
    Recoge el bolso, sale al exterior, respira hondo.
    “Alguna vez revisaran esta condena”

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    1. Me he perdido, Manuel.Tu relato tiene la barra bien surtida. En cambio el poema presenta a la mujer sola ante una barra vacía. Ella no bebe, es una rareza en ese sitio. Trata de la incomunicación y es el primero que escribo en mucho tiempo. (Los otros que he colgado son antiguos y de circunstancias).

      Lo que no he entendido es qué tiene que ver el bar con la cárcel. Ya me lo explicarás.

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