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sábado, 15 de noviembre de 2014

La España que no existe (y II)



Por desgracia, los vicios ideológicos de la época franquista no se han reducido al momento –mal delimitado y peor caracterizado– que conocemos como Transición (tal cual, con su rimbombante mayúscula y todo). Seguimos arrastrando muchos de ellos, como el muy arraigado –y en absoluto menor– hábito de desentenderse de las cuestiones colectivas con pretextos tan pueriles como “De política no entiendo” “La política no me interesa” o, aquí viene el mejor de la serie, “Paso de todo, así que me abstengo de votar”. Actitud que recreé en un relato hace tiempo.

La postura del avestruz nunca ha dado buenos resultados pues, como es obvio, te tapes o no los ojos, lo que se avecina está ahí en cualquier caso, y mejor enterarse e intentar remediarlo que esperar a que nos pille por sorpresa. Otra perogrullada que, sorprendentemente, no resulta ocioso explicar. Pero además –y esto, a pesar de su radical importancia, parece que aún no ha calado en la opinión pública– es una completa irresponsabilidad no estar convenientemente informado, siempre, pero sobre todo de cara a unas futuras elecciones, porque la democracia se cimenta en eso. Hace falta conocer la ideología, las intenciones y la personalidad de los candidatos –todo lo que se dejen, se entiende– porque de nuestra papeleta depende el destino de la ciudadanía. Por tanto, si por casualidad no nos importase jugarnos nuestras propias lentejas, pensemos un poco en los demás. Pero no es así, mucha gente no piensa que se esté jugando nada. Estoy cansada de escuchar quejas, un año tras otro, sobre cuestiones muy concretas que se habrían resuelto de otra forma si esos que no quieren enterarse hubiesen acudido a las urnas. Sobre todo, porque quienes defienden intereses millonarios sí saben a quién votar, sí entienden de política, no les da pereza doblar la papeleta, dominan perfectamente los entresijos del tablero político.

Que no es tan difícil, por otra parte. Con que estemos atentos a lo que se cuece y leamos la prensa con cierto sentido crítico, es decir, con unos pocos y sencillos mimbres, el proceso para forjarse una opinión es prácticamente automático. Quizá nos equivoquemos, pero ese riesgo lo corremos en todos los órdenes de la vida. Como dice el refrán: “el que hace todo lo que puede, no está obligado a más”. ¡Cuánta razón!

Y, ya inmersos en esos menesteres, mención especial merece el abstencionismo. Todavía, a estas alturas, hay quien está convencido de que si no acude a votar no se pierde nada, de que su inhibición no beneficia al partido mayoritario. Lo malo es que no hay un solo pasota sino muchos, y eso significa –obviamente– que la coalición ganadora podría ser otra, incluso de signo radicalmente distinto, si quien más y quien menos decidiese cumplir con su deber. Para que las abstenciones en bloque no produzcan consecuencias electorales desastrosas, los miles de votantes potenciales que se niegan a acudir a las urnas deberían borrarse del censo. Algo imposible de todo punto, además de desaconsejable.

Pero no hay ninguna cuerda tan elástica que no pueda romperse si se aplica la fuerza necesaria. Ahora, entre tanta calamidad como tenemos, parece que se ve un resquicio de luz. La gente está muy enfadada –ya era hora, por otra parte–y ese enfado parece haberles convencido de que su voto cuenta infinitamente más de lo que creen. El poder, en su soberana prepotencia, se refugia en la frágil memoria del pueblo. Pero todo tiene un límite: en estas circunstancias, no ve a ser fácil que olvidemos la lección. Para algo debería servir que nos hayamos pasado cuatro años sufriendo en carne propia los efectos colectivos de la amnesia.

El partido político Podemos se beneficiará, probablemente, de ese estado de cosas. El tiempo dirá si lo merecía o no. De momento, lo que urge es poner orden en los asuntos más acuciantes. Como el paro, la deuda, la corrupción o la cuestión catalana, que tiene cariacontecidos al resto de españoles y ni siquiera nos atrevemos a decirlo.

Porque, no nos engañemos, aún nos dura la resaca del domingo. No hemos asimilado lo que ocurrió y es hora de comenzar a hacer balance pues, independientemente de su carácter ilegal y de sus resultados más que dudosos, existe –por parte de unos cuantos catalanes que, sean o no minoría molestan con su actitud– una firme hostilidad hacia el partido gobernante, una indiferencia absoluta hacia la gente común del resto del país, un afán evidente por salir beneficiados a toda costa tanto en poderío como económicamente e, incluso, ciertas ganas de alardear de la jornada del día 9, algo que ya clama al cielo, me parece a mí. Querría decirles que, además de sus comprensibles sentimientos nacionalistas, el resto de españoles también tenemos nuestro corazoncito, y que tanto desprecio y tanta mandanga no está cayendo en saco roto. Que nos encanta su coraje siempre que no lo usen para rompernos la crisma. Que si hablase la gran mayoría de españoles, también tendría bastante que decir. Que somos mucho más borregos, cobardes, prudentes o todo a la vez que ellos, pero que algún día daremos a conocer nuestra opinión. Solo es cuestión de tiempo. Y no tendrán más remedio que escucharnos pues todo el mundo tiene derecho a expresarse y –que yo sepa– hay bastante más de cuatro provincias en este nuestro mosaico peninsular.

España existe, sí, pero está aletargada a causa de esa tendencia al nihilismo al que aludo más arriba. Cuando despierte quizá sea un poco más pequeña, puede que haya perdido un pedazo de territorio y unas gentes valiosas pero (en mi opinión) más soberbias de lo conveniente, tanto para ellas mismas como para el conjunto del país. Porque saldremos perdiendo todos, de eso no cabe duda. Y no son ganas de asustar ni nada parecido: a mi juicio es un hecho que no admite discusión.

10 comentarios:

  1. http://queraroestodo.blogspot.com.es/2013/04/una-constante-vigilancia-es-el-precio.html

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  2. Totalmente de acuerdo con tu artículo y con el de El País. Necesitamos cambiar los esquemas con urgencia, y para eso hace falta que el país se alimente de cultura política, incluso que se empache, para compensar la paupérrima alimentación intelectual que arrastra desde, probablemente, ¡¡los tiempos de la Segunda República!!

    Un síntoma -convertido a su vez en causa, porque en esto todo se vuelve rebote y contrarebote- es la televisión que tenemos. Hace años todo el mundo se quejaba de ella y era infinitamente mejor, ahora da la impresión de que lo normal es eso, incluso se ha perdido la expresión "caja tonta", en un momento en que la caja es más estúpida que nunca. Todos esos programas basura que atrofian el pensamiento y ponen el foco en banalidades y miserias, esas series de la España cañí que se exhibe como si fuese motivo de orgullo NO SON INOCENTES. Sirven para tener a la gente entretenida con contenidos que obstruyan el natural fluir de la razón.

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  3. Hola, de nuevo, por supuesto que leo con mucho interés tus respuestas. Aunque sigo creyendo que la imagen que llega de los catalanes está distorsionada. Interesadamente distorsionada, me parece.

    Y lo afirmo después de vivir allí 36 años y seguir manteniendo muchos contactos no sólo familiares sino de todo tipo.

    Pero vayamos por partes.

    Por fortuna también estamos viendo que una gran mayoría de jóvenes y no tan jóvenes que pasaban de la política se han vuelto a ilusionar y a trabajar y participar activamente con la esperanza de cambiar las cosas. Están muy preparados, saben lo que quieren y espero que sean fuertes para resistir todos los ataques que les van a venir desde muchos frentes.

    El otro día me comentaba una pareja de treinta y tantos, independizados y en poco tiempo los dos en el paro, después de encadenar trabajos precarios, que no estaban deprimidos, porque aunque lo están pasando muy mal, les mantiene que están en lucha y como ya no tienen nada que perder van a por todas. Hacen campañas en su entorno, se olvidan de sus problemas y quieren darle la vuelta a este sistema que esta podrido desde la política. Confiemos en ellos.


    Después del 9N me escribió una amiga catalana, que no es independentista y menos como ella dice, de un partido como el del Sr. Mas, pero que fue a votar por practicar la desobediencia civil, para decirle al Sr Rajoy que hay mucha gente descontenta y que quieren que los escuchen, acababa añadiendo que también están hartos de tanta parafernalia por las dos partes, y añadía con mucha ironía que espera ser independiente de una vez para poder ser de nuevo anti-nacionalista.

    Te aseguro que para la mayoría de catalanes no es un alarde de soberbia, están hartos de que se les utilice como comodín (ya sabes cuando Aznar hablaba catalán en la intimidad) o se les ignore y se les niegue el derecho a expresar lo que quieran.

    Un beso

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  4. Al partir de experiencias diferentes, y sin conocernos además, es dificil ver donde está la discrepancia. Pero creo que, en el fondo y aunque no lo parezca, estamos bastante de acuerdo.

    Cuando digo que toda mi vida he admirado el carácter catalán no estoy dando jabón a nadie (tendría que volver a nacer para hacerlo). Me gusta lo trabajadores que son, los recursos que tienen -personales y colectivos-, su capacidad de organizarse para cualquier cosa y, en particular, para hacer valer sus derechos.

    También he dicho que les necesitamos como pueblo para que nos enseñen algo de cultura política y de personalidad colectiva y lo confirmo.

    Sigo repitiéndome, si hubiese vivido allí, me hubiesen parecido encantadores y me hubiese integrado de maravilla. Y si tengo esa seguridad es porque sé cómo soy yo (creo que personalmente tengo muchas cosas en común con su forma de ser) y porque todo madrileño o castellano-leonés que ha vivido allí y me ha contado su experiencia habla maravillas tanto de la acogida de ellos como de su propia integración.

    El problema está en los políticos. Y, estoy segura, ahí está el error, en poner el acento en el gobierno central y no tener en cuenta al ciudadano. Ni nuestra opinión (porque nuestro borreguismo nos impide protestar y parece que estamos de acuerdo con el poder) ni reparan en la circunstancia de que los problemas son comunes. No se dan cuenta que los gobiernos centrales (que no de Madrid, los madrileños no somos más privilegiados que otros) nos han traicionado a todos y que los gobiernos de Cataluña también les han traicionado a ellos aliándose en la traición con los gobiernos centrales para tener más fuerza parlamentaria, tanto en época de Felipe G. como de Aznar. Y de la corrupción ni hablemos, tanto tienen que esconder unos como otros.

    Conclusión: deberíamos luchar juntos, aliarnos para elegir gobernantes que nos tomen en serio, no enfrentarnos entre nosotros. Si lo hacemos, perderemos todos. No hay que olvidar que las fuerzas nacionalistas las ha creado -tanto históricamente como en la actualidad- ell gran capital de la zona que sea y luego ha intentado arrastrar al resto contándole milongas.

    Lo de la soberbia venía por algo muy concreto que alguien publicó en una página justo al día siguiente de la consulta. Y, sí, me molesta que se alardee de papeleta ante los que no hemos tenido papeleta. Fue una gota que colmó el vaso del asunto, pero en realidad fue una gota poco importante.

    Y esto me acaba de sugerir una pregunta. Si todos pudiésemos votar y el resto de España eligiese que Cataluña fuese independiente ¿crees que les gustaría a los catalanes? Supongo que no porque sentirían que les estamos excluyendo. ¿Y si fuese al contrario, si decidiésemos que se queden? A los independentistas tampoco les gustaría nada, porque les estaríamos impidiendo ejercer su voluntad. Como ves, estamos en una posición muy difícil, imposible diría yo. Y eso solo significa una cosa: que Cataluña vive una posición de privilegio y ni siquiera es consciente, cuando se tiene algo y no se sabe que se tiene no se puede disfrutar de ello y es una pena.

    Sinceramente, estoy convencida de que si se van perderían. Y nosotros también, como no me canso de repetir.

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  5. Mi comentario no tiene nada que ver con la entrada....Es sólo que vi la frase de Thoreu y me encantó. Soy fan de este hombre. Saludos!

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  6. Jajaja soy fan y lo escribo mal.... Soy monguer ...

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  7. Hola Airín, guapa. Me encanta tu blog por su simpatía y compruebo que eres igual en todos los sitios. ;,egué a él a través de Óbiter cuando, además de seguir participando en blogs colectivos, emprendí la aventura yo sola y me metí en este laberinto.

    Leo tus noticias sobre comics con interés porque me aficioné a ellos de niña y seguí después unos años. Pero eran recopilaciones, no monográficos, y ahora me siento tan desfasada que no acabo de decidirme. Si llegas a leer esto, se agradece un consejo ¿vale?

    La frase de Thoureau es maravillosa, me siento muy identificada con ella porque tengo una visión de la importancia "ligeramente" distinta a la media. Nadie, que yo sepa, ha reparado en ella antes, así que estoy encantada.
    Espero que leas algo más. No sé si conoces el relato por entregas "Los árboles azules". Creo que puede gustarte, lo tengo muy abandonado pero en cuanto encuentre un rato para leer lo escrito hasta ahora y retomar el hilo, lo reanudo. Me lo pasaba muy bien leyéndolo y la verdad es que estoy deseándolo.

    Un gran saludo para ti

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  8. ¡Ahhh! Otra cosa. Soy la que te recomendé a Natsuo Kirino (Out, Grotesco...). Espero que te hayas decidido a leer a algo de ella y que hayas disfrutado con sus historias.

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    1. Hola!! La verdad es que todavía no leí nada de ella, tengo una lista de libros que me quedan por leer tan grande que no creo que pueda leerla en esta vida, pero me pondre a esta autora como prioritario porque seguro que es muy interesante.
      Un fuerte abrazo!!

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  9. Dejo aquí estos enlaces porque creo que tienen mucho que ver con lo que se ha debatido en el post. Pertenecen al artículo titulado "Una aclaración sobre los presidentes autonómicos" del blog LA GARITA DEL GUACHIMÁN.

    http://papabloblog.blogspot.com.es/2014/11/insignes-primeros-ciudadanos.html

    http://papabloblog.blogspot.com.es/2014/11/insignes-primeros-ciudadanos.html

    http://papabloblog.blogspot.com.es/2014/11/insignes-primeros-ciudadanos_84.html

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