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lunes, 14 de enero de 2013

Ventajas de leer despacio


Jacek Yerka - Valley Ink (2011)
Hace unos años, participé en un coloquio sobre literatura de viajes. El ponente se extrañaba de que prácticamente ninguno de los que estábamos allí fuese un verdadero asiduo del género. La mayoría disfrutábamos de toda clase de lecturas, entre las que figuraba, como por casualidad, algún libro que podría calificarse de tal, pero no podía considerársenos grandes conocedores. No voy a detenerme en aquellos encuentros, solo diré que pecaron de un exceso de documentación e información sobre obras y autores y que les que faltó algún análisis prolijo o, lo que es lo mismo, la variedad nos impidió ahondar en la materia. Cuando, en ese contexto, me preguntaron cómo interpretaba la expresión "de viajes" afirmé que toda lectura, en último término, lo es. A nuestro mentor mi observación le pareció curiosa, la examinó con interés y algo de confusión ya que jamás había considerado ese enfoque. Pero, me pregunto, ¿en qué consiste realmente el diálogo íntimo con un libro si no es en una intensa y placentera (con matices) trayectoria?
 
Jacek Yerka - Dreams (2004)
Sin llegar a aberraciones contempladas por la literatura (como la de Alonso Quijano y - la menos conocida - de Peter Kien, protagonista de Auto de Fe, la magistral obra del gran Elías Canetti), - ampliamente comentada, por ejemplo en este sitio - que,  en realidad y contra lo que pudiera parecer, constituyen un homenaje a la literatura y no una crítica, cuando nos zambullimos en esos universos de ideas e imágenes, estamos, en realidad, afrontando un reto que estimula inteligencia, sensibilidad, imaginación y hasta voluntad, que amplía horizontes y elimina prejuicios. Exactamente lo mismo que un viaje. Y todo viaje, para que sea de verdad productivo, ha de ser pausado, ofrecer la posibilidad de detenerse a husmear en costumbres, lugares y objetos, de escuchar y observar a conciencia, reposándolo el tiempo preciso para asimilar la experiencia recibida. 

Libros o lugares, tanto da. Ambos merecen detenimiento. Es absurdo recorrer con prisa espacios y páginas, pues ¿para qué hemos llegado hasta allí? Si no sabemos disfrutar de ellos es mejor quedarse en casa, no pensar ni en hacer el equipaje, no visitar la librería, no soñar...

Jacek Yerka - Dream World (2009)

No hay nada como poder reflexionar sobre la marcha, pararse para recrear una escena, retener una cantidad de información razonable, detenerse cuando llega la fatiga, incluso alejarse de la trama los momentos de mayor tensión - como es costumbre en los  telefilms - para mantener la intriga durante algún tiempo y regresar con mayor avidez si eso fuera posible.  Incluso subrayar, tomar notas a lápiz en el libro, anotar las impresiones, comentarlo con quien se pueda.

Todo eso significa leer dialogando con el texto, pues este es un lugar por recorrer pero también un amigo en quien confiar. Y no hay nadie más discreto que los libros.

2 comentarios:

  1. Hola Molina. Entre quienes valoramos mucho el diálogo tanto con el autor como con el libro en sí mismo, el axioma "toda lectura es un viaje, en alguna medida", tan sencillamente planteado por ti, se vuelve algo reflexivamente extraordinario.
    Un saludo.

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  2. Muchas gracias, Carlos. Es que hoy día leer se ha convertido en una especie de maratón, en un intento de superar no se sabe bien qué marcas. A unos les da una infinita pereza leer y ni lo intentan mientras otros se meriendan un libro tras otro, habitualmente lectura ligera para poderla asimilar antes.

    ¡Qué no! ¡Que leer es disfrutar! Los libros hay que reposarlos y reflexionarlos. Y lo único que nutre son las lecturas "con fundamento". (Como diría de algunos guisos un famoso cocinero español)

    Seguimos leyéndonos.

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