lunes, 23 de marzo de 2020

Y respiren normalmente (Andið eðlilega) - 2018


En cualquier proyecto narrativo siempre existe un momento en el que todas las posibilidades están abiertas. Sea cuando el novelista acaba de concebir la idea, o bien antes, cuando el guion no es más que eso, un montón de palabras, o cuando el casting acaba de concluir y los actores seleccionados son capaces de bordar sus respectivos papeles y están dispuestos a ello.
Esta película islandesa de bajo presupuesto tenía todas las papeletas para haber salido redonda. El ambiente desolado de extrarradio, el clima gélido, el viento huracanado, la ausencia deliberada de belleza, contribuyen a incrementar la sensación de angustia y desamparo. Dos mujeres solas luchando contra todos los obstáculos. En ese mundo desalmado la menor flaqueza es un crimen contra una misma. La indiferencia hostil en liza con la solidaridad, con la empatía hacia el débil. Algo que se produce en ambas direcciones: Lara acaba apiadándose de Adja, a ella le enternece Eldar, el hijo.  Momentos díficiles y tensos; se masca la tragedia. Todos los elementos precisos para elaborar un relato tan conmovedor como convincente. Pero...
Las piezas no acaban de encajar.Toda esa aridez escenográfica, esa sequedad gestual, ausencia de diálogo, parquedad absoluta de recursos, en lugar de resaltar las circunstancias dramáticas acaban resultando tediosos, y la acción ralentizada junto a la ambiguedad  narrativa actúan en el mismo sentido. Aún así, merece la pena ponerse frente a la pantalla sin prejuicios, mejor aún, entrar en ella y acompañar a los personajes en su periplo, aunque se intuya de antemano la derrota.

Dirección: Isold Uggadótir
Guion: Isold Uggadótir
Reparto: Kristín Þóra Haraldsdóttir, Babetida Sadjo, Patrik Nökkvi Pétursson, Þorsteinn Bachmann, Arnar Jónsson, Sveinn Geirsson, Helga Vala Helgadóttir, Guðbjörg Thoroddsen, Sólveig Guðmundsdóttir.
Música: Gisli Galdur
Fotografía: Ita Zbroniec-Zajt
Género: Drama
País: Islandia
Duración: 102 minutos

sábado, 21 de marzo de 2020

21 de marzo DÍA DE LA POESÍA


DE "NATURALEZA VIVA CON SOMBRERO HONGO" - 2ª PARTE EDICIONES ATENAS, 2007 - BARCELONA

SER TRANSEUNTE

Y ellos, en lo antiguo,
al andar, encendían mechas de sangre intensa,
azules y esmeraldas hebras en el corpiño
de carne terrenal. Eran hombres de rafia,
la seda en las mujeres. Vivir pausado y árido
de vértigos oblicuos.
  
Las órbitas angélicas han quedado a trasmano.
Cada vuelo espacial
nos aleja del cosmos. Pinchamos y ese líquido
tan reacio a mostrarse, estancado en las venas,
sin fuerza, vengativo, en su ser, claudicando de todo movimiento
se tiñe de gris pálido, próximo a lo incoloro.

Más que creaturas de un dios hipotecado,
antes que siervos que cumplen un destino, ciudadanos
repletos de impuestos, santos, reyes, sombra de cañón, perplejos
o terrícolas, hoy se es transeúnte.

Pasea el transeúnte por los cables eléctricos,
se instala en la pared de ladrillo del planeta,
come plancton, arena de Saturno, bosteza, se resigna,
un topo viene a roer sus talones sombríos,
puntual como engranaje que oculta el universo,
los jueves a las doce.

ENDOSFERA

 Ronco de oro, fugaz metal. El exceso. La tierra lo arroja
y se recoge.
Profusión de sones que el aire desparrama.
Bruñido de cobre, expuesto en la empalizada de los astros.
Procesión de mil escorpiones en hilera. No duerme la luz que el ojo adora.
Van sucediéndose las estaciones
del año, del metro, de nuestros vía crucis.
En cada gota el día se refleja, refulge.
Flor de fulgores.
Esencia que genera conchas de tortuga.
Un campo de arroz reposando bajo el amanecer de madera labrada.
Plata visceral, cuna de la carne.
Vértigo abismado en las tormentas.
Un horizonte alarga la mano del ánima que purga
su culpa imaginaria.
Nace del magma interno y se sumerge
sin más que la avaricia de inquietarnos.

EL VIAJE
Por un murciélago de uñas carnicera arrebatados, surgiendo del vacío.
Perdida la brújula estelar, igual que sombras blancas.
No hay destino que acucie si la revancha no se vanagloria.
Ir para volver con o sin objeto.
Instalarse en esas olas, a lomos del salvaje asombro. Oscilando
a lo largo de un túnel vacío de túneles: venas secas de un ser majestuoso.
O suspendidos de briznas de hidrógeno con todos los dedos derramados a un
                        lado y otro del vértigo de siembra en las provincias terrestres.

Apartan la niebla húmeda y un aroma a flor quemada y seca
palpita junto a ellos. Siempre más allá. Una barrera
lírica. Al otro lado
la perezosa inminencia del desastre.
  
LA OTRA PROFECÍA

       A aquellos que buscamos el diamante escondido
y las algas del mar nos parecen de plata,
a todos los que alumbráis, como yo,
con antorchas,
y no dejáis al fuego apagarse en la noche
ni abrasarse las sábanas o parar de encenderse,
volviéndose apagado, opaco, incierto, oscuro.
       Todo aquél que camine de espaldas al final,
que le pida al destino dos ojos de repuesto
para ver por la nuca,
aquellos que no pueden
perder de vista el punto desde el cual partirían
la mañana primera.
       Aquél o aquella que hablan en la palestra pública
erguidos bajo el toldo,
encaramados siempre a alguna plataforma
para escupir o ahogarse
en su vaho de suspiros.
Toda campana muda, ausente de badajo,
impedida de música,
llorando por sus sones;
o el animal perdido por los campos resecos
que chasquea la lengua durante todo el día
esperando ese rayo, la chispa que provoque
la tormenta esperada
que remoje el gaznate
y aleje, por un tiempo, la sombra de la muerte que sobre él se cernía.
       No os prometo lo que nadie a mí me ha prometido.
Ni dioses, paraísos o vidas eternales.
No os descubro un paraje
si os digo que no hay más,
que lo habéis visto todo.
No esperéis que cambie la materia,
que otra luz alumbre seres de otra calaña,
que os invada la dicha después de haber vivido.
       Ya visteis lo que hay,
pero os falta, seguro, contemplarlo por dentro,
desde todos los lados,
porque cada elemento de este mundo terrestre
puede transformarse, mostrar nueva apariencia,
conforme el ojo mire,
según la perspectiva.

HASTA EL LÍMITE

Aparecieron mar adentro
innumerables, oscilantes peces blancos,
animales de plata, seres deformes, caños grises de culebrear arduo
dejándose llevar por la corriente.

Bajo un inhóspito arroyo de cieno espeso
de más de mil kilómetros de largo
aparecían abatidos
en su metalizado encanto gris,
queriendo surgir de las aguas, ver el cielo,
atrapados bajo el manto pestífero
que, entre dos aguas, corría y corría y corría, rumbo a oriente,
como el astro que anuncia el nacimiento del dios muerte.
Naciente el año cero
la era de las nocturnidades ahora se anunciaba.

El ángel vagabundo decía profetizar
la caída de estalactitas de nitrógeno fatal
sobre Estocolmo.
Un ciego usaba la bufanda de sus ojos
para estrangularse con ella acuclillado junto a un cubo de basura.

No venía nadie.
La calle era una bañera vacía
donde los peces muertos se habían refugiado
buscando sosiego inútilmente
y las gentes habían huido a otro lugar,
al lado opuesto de todas las fronteras.
La gran peste amenazaba ya.

El siglo del hambre de los peces comenzaba.
Un pez comiéndose a otro, devorado a su vez
por el esperma inmenso que asola los océanos.
El dolor cabalga a lomos de las aguas
y los gritos no cesan de sonar
aunque callen las gargantas, ya muertas para siempre.

Alguien quiere penetrar en las fauces abiertas
de un monstruo vegetal
y quedar atrapado entre sus dientes,
horadado por garfios gigantescos,
ausentes de piedad, antes que perecer atrapado
entre miasmas de órganos podridos,
cadáveres pulverizados
que entran en las gargantas de los peces,
asfixian a los peces
y siembran un desierto de espinas
en medio de la calle.

 EL SIGLO ACABA YA, Y SIN EMBARGO ...

Sueño interminable.
En la luz lechosa del amanecer empapado de lluvia,
impregnado de “smog”.
Esqueletos tendidos a secar a la luna.
Sin desgranar letanías, (arrodillados, con los brazos en cruz)
a los aviones.
Ves en el sueño a un albañil.
En Bolivia lo ves.
Pero soñoliento, desperezándose
Aunque no haya zanja que asegurar con cadáveres de hombre.
Fetos momificados de llama, no más.
Y así estamos. Nunca a salvo.
Haciendo guiños a todos los focos que sujetan las noches
En la hora que apaga el vagabundo la linterna,
apurando el último resto del borde de una consumida colilla,
y da un traspiés.
No se oirá hip, ca, zu.
Tras una sucesión de sonidos blancos se estrecha
la espiral. Un lienzo sin color oprime cada ojo.
Con dolor, con fuerza.
Dice “Horr...”, “Ag”. Dice: “Fuego”
Mas el asesino de los siete funámbulos gemelos no arde.
Es de esos que sollozan un mes y otro
encima del vientre de una llama grávida.

No salvaré a tus hijos.
Para cada sueño existe un antídoto común.
Y eso es todo.

VASOS COMUNICÁNDOSE
Asomarse al último punto de la tierra.
Un mar bravío espumea abajo.
Tanto podría ser  féretro como lecho acogedor:  un vaso.
Sabido es que lo vasos que así se comunican con otros
océanos terrestres
se igualan en altura y contenido.
Lleno está éste de guerra.
Plagas. Dolor.
¿Qué contendrá el que ve ese hombre ahora?.
Sí, aquél que se acobarda con el viento.
Hace días que está observando el líquido.
Ese turbio, oscilante licor
que se derrama.

martes, 17 de marzo de 2020

Paradise Hills (2019)



 Esta película tenía todas las papeletas para parecerme un bodrio: internado femenino, adolescentes rebeldes, ambiente remilgado y represivo, escenografía kitsch, vestuario retro con toques futuristas, mucho color blanco, mucho jardín florido, elementos art decó por doquier, todo ello concebido para desarrollar un argumento de ciencia-ficción, con lo delicado que es ese género y lo sencillo que es desbarrar a poco que el guionista se salga de madre. Añado que se trata de una producción española, y ahí mis prejuicios alcanzan el punto máximo, pues si detesto el cine juvenil estadounidense, no quiero ni imaginarme hasta qué punto podemos sobrepasar su tontería en este bendito país llamado España.
Paradise Hills es el nombre de la institución para señoritas –una expresión que suena excesivamente anacrónica, incluso más allá de lo vintage, pero es eso precisamente lo que quiero transmitirles– todo lo exclusiva que podamos imaginar, tal como nos muestran las imágenes, ya que desde la primera ojeada no hay duda de que allí se mueven montones de billetes. Alumnas jóvenes, pues, de familias opulentas y naturaleza rebelde a quienes sus respectivas familias pretenden bajar los humos. Ese misterioso lugar dice poseer un método infalible para lograr en dos meses la completa sumisión de sus pupilas, y es el gancho con el que cuenta para atraer a potenciales clientes. Todo esto lo sabremos más adelante, pues el espectador se lo encuentra, a pleno rendimiento, en el momento de la incorporación de Uma (Emma Roberts) la nueva candidata a convertirse en la esperanza de sus papás y en la esposa del prometido que estos le han destinado y que ella, naturalmente, rechaza. A través de las andanzas de Uma, descubrimos los entresijos de ese peculiar reformatorio y acabaremos conociendo el método supuestamente milagroso bajo el que se oculta un plan siniestro e inconfesable. Con este descubrimiento por parte de los espectadores, entra en juego la ciencia-ficción y el argumento se convierte en distópico.
Desde el minuto uno, se nos enfrenta a una escenografía y un vestuario absolutamente intachables, así como un casting en el que encontramos, no solo las fisonomías más adecuadas a cada papel sino una impecable interpretación por parte de todo el elenco. De ahí que olvidar nuestras pautas realistas y sumergirnos en ese clima demencial y pesadillesco no resulte complicado en absoluto.
La trama se desarrolla según el esquema clásico de aventuras. Como pueden ver, se van sumando géneros y más géneros a medida que avanza la acción, pero este hibridismo no es en absoluto una rémora, al contrario, se ve apuntalado y dotado de coherencia por un elemento unificador: la crítica social y feminista. Finalmente, todo ese universo de esplendor va mutando en lobreguez y oscuridad a medida que conocemos los enrevesados procedimientos que rigen en aquel paraíso de pacotilla, pues lo que finalmente importa y conduce al ansiado desenlace es la complicidad de un puñado de chicas enfrentadas al sistema con tesón y toneladas de ingenio. El planteamiento ético es claro, su conclusión quizá demasiado complaciente, aunque no exenta de dramatismo, no solo por lo que muestra sino por la realidad objetiva a la que alude. En realidad se trata de una fábula moderna que disfrutaremos solo si somos capaces de captar su esencia y, por supuesto, de dejar en casa los prejuicios.

Dirección: Alice Waddington
Reparto: Emma Roberts, Danielle Macdonald, Awkwafina, Milla Jovovich, Eiza González, Jeremy Irvine, Arnaud Valois, Hunter Tremayne, Liliana Cabal, Daniel Horvath, Gary Anthony Stennette, Jonny Melville, Julius Cotter, James Giblin, Eric Goode, Gaile Butvilayte, Cooper Crafar. Ricardo Mena, Sarah Ann Shaw, Karina Kolokolchykova
Guion: Brian DeLeeuw, Nacho Vigalondo (Historia: Alice Waddington)
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Josu Inchaustegui
País: España
Duración: 95 minutos
Género: Ciencia ficción, Juvenil, Terror, Aventuras, Crítica social
Estreno: 11/10/2019

domingo, 15 de marzo de 2020

No amanecerá si no lo esperas (Poema)

Si me arrebujo en su encaje
los visillos tiemblan.
Mi piel
se eriza en el alfeizar húmedo
y temo resbalar.

Enfente, el horizonte adusto
salpicado de grúas negrísimas, vientres de barco, grumos de alquitrán,
sirenas lúgubres,
renegrido hormigón formando bloques.
Espasmos de vapor que aparto
con la mano,
bocanadas
de pánico
reventadas por rachas de viento.
Salobres amaneceres
cuyo rosa-rojizo
dirige el concierto de las ninfas.

Sobre el asfalto enlodado
oigo rodar las llantas
de vehículos sin dueño,
adormecidos autómatas con instintos mortíferos.
Es el tiempo renovado,
la fuerza de los días.

martes, 10 de marzo de 2020

Te escribo esta noche (Relato equívoco)


Va a hacer tres meses que nos conocimos. En realidad, fui yo la que reparé en ti, la que te inventé por así decirlo, pues tú no eres más que un proyecto y no puedes conocerme. Ni siquiera yo puedo afirmarlo, solo sé que estás ahí y que aparecerás a su debido tiempo, aunque también puedes malograrte. Crecerás a mis expensas siempre que yo te lo permita, ya estás creciendo a cada día que pasa, incluso si no soy consciente de ello, y quiero que entiendas que hasta eso supone un esfuerzo por mi parte. No sé cómo serás, pero mi imaginación está empezando a darte forma. Sé que en parte tendrás el aspecto que he soñado y que, aun así, no podré evitar que me sorprendas. Me gustaría que tuvieses mi impronta y no te parecieses a nadie más.


Confieso que según van pasando los días se me va olvidando tu existencia, la de ese embriòn que habré de alumbrar con tanto esfuerzo. Prefiero que seas pequeño porque me darás muchos menos quebraderos de cabeza, que tu lenguaje sea certero con un punto de poesía, que encierres algún misterio y cierta mordacidad pues así podrás presumir de inteligente. Si llegas a ser bello o no, tendrán que decirlo otros.

Me gustaría llevarte a algún sitio donde todo el mundo te admire, donde me hagas sentir importante, pero todavía hay mucho por hacer. Esta misma noche abro el cuaderno y doy forma a todo lo que tengo pensado. Solo tendrás cincuenta páginas, así que de madrugada estarás listo y mañana temprano, antes de irme a dormir, te entregaré personalmente en una editorial de renombre. Vas a ser mi pasaporte a la fama, si no te sientes orgulloso de tu autora es porque todavía no eres nadie.

domingo, 8 de marzo de 2020

8 de Marzo. Día Internacional de la Mujer

Está costando, muchísimo. Varios siglos de avances y retrocesos -y  no exagero, desde el S. XVII no hacen más que ponernos la zancadilla-- pero no hay más remedio que seguir. 

sábado, 7 de marzo de 2020

Vida y milagros de Silverio G. (Relato claustrofóbico)

-¿Puedo sentarme aquí contigo?
-Claro, te acerco un taburete. Hasta las cinco no vendrá nadie, podemos hablar.
-¿Siempre estás aquí?
-Siempre
-¿Dónde vives?
-En esta casa.
-Esto no es una casa, es un puesto del mercado, aquí no puedes dormir.
-¿Qué no? Allí, detrás de ese biombo.
-Ni ducharte.
-Pero tengo un lavabo y toallas, y un hornillo y la comida que me trae el jefe.
-¿Has visto el mar?
-Nunca.
-¿Dónde naciste?
-No lo sé.
-Me gustaría pasear contigo.
-¿Pasear?
-Sí, por la calle.
-¿Dónde está eso?
-Me estás tomando el pelo. ¿Te prohiben salir de este tugurio?
-Prohibir no, es aquí donde estoy siempre.
-Así que no conoces otra cosa. ¿No sabes donde naciste? ¿No tienes padres?
-No lo recuerdo.
-Eres muy guapo. ¿Te enseñaron a leer?
-Mi jefe me enseñó, y a hacer las cuentas.
-¿Te gustaría tener una aventura?
-Si me la das me gustará mucho tenerla.
-Las aventuras no se dan, se viven. A mí me gustan, soy muy aventurera, tú en cambio no has vivido nada. Y tenemos la misma edad.
-Si te gusta a ti, me gustará a mi también.
-Deja que te coja de la mano, vamos a salir de aquí, a pasear por el parque, verás los coches, las tiendas.
-Mejor tráeme aquí la aventura. No puedo dejar las verduras solas, ni el dinero.
-Entonces es que eres feliz aquí, no necesitas nada.
-No te entiendo.
-Ahora tengo que irme, a las cinco entro en la academia. Pero vendré mañana a hacerte compañía, o mejor el domingo, que no trabajas y podrás acompañarme a ver mundo.
-Tráeme aquí el mundo, no puedo abandonar la mercancía.
-Yo pondría el mundo a tus pies si me acompañaras ahí fuera, pero juro que no puedo meterlo en el mercado, es demasiado grande.
-Entonces es que no te gusto tanto.
.-Me gustas mucho Silverio, pero no puedo estar siempre aquí dentro, yo tengo una vida y tú podrías tenerla. Si ni siquiera te pagan.
-¿Para qué? Tengo lo que necesito.
-Eso es lo que tú crees. Voy a darte un beso largo, largo y luego repites lo que has dicho.
-Por allí viene el jefe, María. ¿Vendrás mañana a la misma hora?
-Vendré el día que pueda coger la nieve, los árboles, el río y ponerlos aquí, entre las naranjas.