domingo, 25 de diciembre de 2016

La llegada - Arrival (2016)

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La ciencia ficción, como el género negro, cuando no se queda en la superficie nos cuenta algo (o mucho) de nosotros. Personalmente me aburre la acción pura, pero también empiezan a cansarme un poco todas esas películas de autor, perfectamente narradas y con una fotografía maravillosa que plantean cuestiones éticas de actualidad; aunque siga disfrutando con ellas, últimamente salgo del cine con la sensación –cada vez más insidiosa– de haber visto lo mismo que la semana pasada, la anterior, la otra y la otra. En este momento lo que necesito son films que, contando una historia coherente y haciéndose preguntas, asuman más riesgos conceptuales y formales, contengan más dinamismo y sus planteamientos no sean necesariamente de índole moral
En este caso, la investigación científica se alía con la ciencia ficción, sin olvidar la humanidad de los personajes (humanidad que se hace extensiva a los extraterrestres) para situarnos en una encrucijada que nos mantiene en vilo durante gran parte del tiempo, pero que se resuelve a base de topicazos, simplicidad y sensiblería sin llegar a conseguir un desenlace convincente. Y esa ha sido mi mayor decepción.
Resultado de imagen de la llegada criticaEl punto de partida deriva de las teorías lingüísticas de Sapir y Whorf concebidas en la primera mitad del siglo XX, que han sido bastante malinterpretadas y que, en definitiva, vienen a señalar que las características de una lengua configuran la visión del mundo de los hablantes. Idea más que brillante para emprender una aventura cinematográfica, y que, por otra parte, supone un gran reto, porque no era nada fácil conseguir que desarrollo y desenlace estén a su altura. Y ahí es donde se ha perdido la oportunidad de llevar a cabo una aventura tan memorable como la que se contempla en la pantalla, la rara oportunidad de ejecutar una gran obra de arte que perdure en la historia del cine. Una lástima que tantas potencialidades se hayan quedado a mitad de camino por haber perseguido un sensacionalismo tan estéril como absurdo.
A los espectadores se nos sitúa en un escenario algo apocalíptico y, ciertamente, hipnótico, una gran puesta en escena para mostrar el encuentro entre un puñado de seres humanos con dos de habitantes de otra galaxia que han llegado, aparentemente, en son de paz a la tierra. A mí esto me interesa porque me da igual quien de ellos es, supuestamente, capaz de fabricar las armas más potentes, las más rápidas, las que sean capaces de desintegrar primero al otro, lo que me importa es algo mucho más sutil, constructivo y complejo: cómo pueden llegar a entenderse dos tipos de organismos biológicos tan alejados y, por tanto, dos sistemas lingüísticos absolutamente independientes.
La grafía de los extraterrestres, así como su forma de materializarla me han parecido ingeniosos y esperanzadores: en ese momento, todavía estábamos a tiempo de asistir a  una convincente puesta en escena.
Me interesé por esta película tras haber leído por ahí que en caso de descubrir alguna vez esa inteligencia interestelar que tanto se nos resiste, resulta prácticamente imposible que exista comunicación entre ambos sistemas mentales. Se argumentaba que no hay más que fijarse en los órganos de fonación de otras especies que habitan nuestro planeta –es decir, cuyas condiciones ambientales son más o menos las mismas, al menos en aquellas que se desenvuelven en un medio terrestre. Cualquiera de ellos –y otros muy diferentes al haber nacido en condiciones tan distintas, mucho más que la de un ornitorrinco o un gusano por ejemplo– podrían caracterizar a los eventuales alienígenas. Y si dejamos los rasgos físicos y nos fijamos en estructuras del pensamiento que dan lugar a un lenguaje, articulado o no, una sintaxis, semántica etc, concluiremos que, aunque llegásemos a encontrarnos con ellos, adentrarnos en su pensamiento no parece nada realista. En cierto modo, esto es lo que sucede en la película, donde la elipsis absoluta de los métodos de transcripción y traslación eluden el espinoso asunto de los métodos.
Resultado de imagen de la llegada criticaPero una hipótesis atrayente,  por muy inverosímil que parezca, nunca invalida un argumento, al contrario, lo dota de un encanto del que carecen la mayor parte de los relatos anclados firmemente en el territorio conocido (y trillado) de la vida real.
No voy a desvelar los elementos que han servido de pauta a los guionistas para sacar adelante un esquema argumental tan ambicioso. Solo diré que son de dos tipos y que ninguno de los dos me parece afortunado.
El primero lleva los postulados científicos a un punto tan inverosímil que desmiente cualquier razonamiento. Esto sería aceptable si la trama se hubiese construido con materiales exclusivamente fantásticos, pero su fundamento eminentemente racional le obligarían a mantener una coherencia que se pierde por completo cuando se nos conduce por los caprichosos y facilones derroteros que acaban enfrentándonos a un desenlace increíble.
Pero aún me molesta más el que sirve de base al desenlace. Un pegote sentimentaloide que coloca dos valores en el mismo contexto: el factor-hijos y el factor-enfermedad incurable. Valores seguros desde el punto de vista comercial que, desde un enfoque exclusivamente narrativo, constituyen un chantaje emocional, una trampa tan obvia que resultará cargante y hasta antiestética a cualquier espectador con un mínimo de capacidad crítica.


·         Director: Denis Villeneuve
·         Reparto: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Mark O’Brien, Tzi Ma, Nathaly Thibault, Pat Kiely, Joe Cobden, Julian Casey, Larry Day, Rusell Yuen, Abigail Pniowsky, Philippe Hartmann, Andrew Shaver
·         Guión: Eric Heisserer (Relato: Ted Chiang)
·         Música: Jóhann Jóhannsson
·         Fotografía: Bradford Young
·         Género: Ciencia Ficción
·         Duración: 116 min.
·         Año: 2016

4 comentarios:

  1. Gracias por tu trabajo, muy interesante tu exposición. Esperaré a verla cuando toque en la tele. Un abrazo.

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  2. Hola Maru,
    Es bastante entretenida, espero que la disfrutes pronto.!Un abrazo y feliz año nuevo!

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  3. Uf, no sé, creo que no la veré porque la ciencia ficción me gusta cuando me parece verosímil mientras la veo, por muy loca que sea, pero si ya es un género que no me atrae así de primera, si encima no me la acabo de creer...

    A mí me encanta Blade Runner, es de esas pelis que guardo y me gusta volver a ver.

    Y de las últimas que he visto "El libro de Eli"

    Un beso,

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  4. En realidad, no es una historia de ciencia-ficción al uso, plantea problemas humanos y el género es el marco en que se encuadran. Puede que te guste, pero ¡vamos! dentro de nada la tenemos en la tele y ahí puedes elegir.

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