jueves, 25 de agosto de 2016

Miles ahead (2016)

El viernes, 13 de noviembre de 1987, más de siete mil personas vieron y escucharon a Miles Davis en el Palacio de los Deportes de Madrid, dentro de la 8ª edición de un Festival de Jazz que se celebra anualmente en otoño.
“Más de siete mil personas vieron y escucharon…” Tenía que haber utilizado la primera persona del plural. Porque yo estaba allí.
No sé si Davis tocó como siempre o como nunca ya que aquella fue mi primera oportunidad de presenciar una actuación suya en vivo. Y la última. Por desgracia, nos dejó cuatro años más tarde.
Recuerdo bien lo que escuché y vi. Una música espléndida, que nos invadía por completo, en la que nos instalamos y hasta flotamos, que nos mantuvo extasiados durante horas –porque aquello no acababa nunca aunque entonces no nos diéramos cuenta– y un músico arrebatado, lleno de entusiasmo, de energía, vida, inspiración prodigiosa, felicidad, tesón. El concierto duró bastante más de lo previsto, salimos de madrugada, pero así es la música en directo, el jazz sobre todo, cuando se deja llevar por la pasión.
El diario ABC habla de emotividad –en una reseña diminuta en comparación con la importancia del evento en la que se le da el apelativo de Príncipe del Silencio – y no exagero si digo que se queda corto. Emotiva la actuación y la respuesta del público pero también complicidad y fervor por ambas partes. Aquel momento único que hechizó a toda una multitud se despachó en menos de 400 palabras. Injusticias de aquella –tan idealizada y denostada–transición.
“Escuchar a Miles Davis, y además, verle es un espectáculo que, no por repetido, cansa. A su música, la plástica de su actuación, cual prolongación natural, justa y necesaria a ella, se convierte en inusitado “ballet” expresivo del alma que va esculpiendo  en cada nota al trompetista que hoy sigue sacando provecho a la elección realizada en su juventud al suprimir el “vibrato”. Por ello toca como toca y como tocaba.Su inagotable magia arrastra sus paseos sobre el tablado, no sólo los objetivos de los fotógrafos, sino las receptivas y atónitas miradas de todos los espectadores del Palacio, que asistieron a una historia con introducción, nudo y desenlace, cuyo argumento se gestó hace mucho tiempo, y que en el futuro podrá tener muchos finales, pero siempre con la misma moraleja, fruto de su providencial sabiduría.”
ABC –ESPECTÁCULOS – SÁBADO 14 11 1987

Aunque creo que queda algo confuso, con el contenido coincido en lo esencial. Precisamente, el ritmo de la película intenta reproducir todo ese vértigo, el del propio Davis y el de la trompeta jazzística, y lo hace alternando secuencias de diferentes momentos de su vida, dejando en un segundo plano el registro de lo que sucedió para resaltar el carácter y la sensibilidad del músico. Es su temperamento y su forma de tocar lo que inspira esas secuencias atropelladas, repletas de intensidad y dramatismo. Peleas amorosas, peleas en general, amor, infidelidad, esfuerzo, adicciones, violencia, virtuosismo. Y la propia música invadiéndolo todo, dando sentido al guión, implicando al espectador y alzándolo por encima de la sala, más allá del propio argumento.
Cheadle no ha pretendido elaborar una biografía exhaustiva de la estrella, se conforma con presentar unos cuantos fogonazos –salpicados de episodios que recuerdan al género negro –de dos etapas muy concretas de su vida: un momento de los inicios de su carrera y otro, crítico en lo personal y profesional, después de haber llegado a la cumbre. Gracias a la contención y al realismo con que se ha abordado el guión, los posibles objetivos del director, y a la vez guionista: dar a conocer lo que él considera la esencia del personaje mediante una historia amena y una música envolvente, se han conseguido por completo.

·         Director: Don Cheadle
·         Guión: Steven Baigelman, Don Cheadle
·         Reparto: Don Cheadle, Ewan McGregor, Michael Stuhlbarg, Emayatzy Corinealdi, Lakeith Lee Stanfield, Morgan Wolk, Austin Lyon
·         Banda Sonora: Robert Glasper
·         Ejecución musical: Herbie Hancock
·         Fotografía: Roberto Schaefer
·         País: Estados Unidos
·         Estreno: 2015
         ·         Género: Drama, Musical, Biografía
Duración: 100 minutos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Explícate: