viernes, 15 de agosto de 2014

Mil veces buenas noches -Tusen ganger god natt (A Thousand Times Goodnight) - 2013


Las actuales generaciones, al haber nacido en una civilización mecanizada, nos hemos acostumbrado a estirar el brazo y servirnos. No solemos tener en cuenta que el proceso necesario hasta tener a nuestro alcance el producto, cualquiera que este sea, puede resultar largo y costoso, a veces heroico, es posible que, incluso, exija un sacrificio enorme.
Y no hablo solo de productos de primera necesidad. Al menos en sentido estricto. Porque imprescindible es para nosotros, aunque no nos demos mucha cuenta, la información transmitida puntualmente y a velocidad de vértigo, prácticamente a la vez que se produce. Me pregunto qué sería del mundo tal como lo conocemos si, de repente, desaparecieran todos los canales de noticias. Indudablemente, la civilización sufriría un cataclismo, todos nos sentiríamos extraños, desorientados, nos faltaría algo tan básico como el alimento físico. Porque esos nutrientes intelectuales que consumimos en cantidades ingentes sin apenas reparar en ello nos resultan hoy día tan indispensables como el aire o el pan.
He visto esta película hace un par de días. Podría definirla de varias maneras, pero si elijo lo primero que me viene a la cabeza, diré que me ha parecido desazonante. Supongo que esta será una impresión bastante común, pero en mi caso se incrementa porque estoy leyendo –nada menos– Gomorra, de Roberto Saviano. A primera vista película y libro no tienen mucho que ver ¿verdad?. Pero si pensamos de qué modo un reportero de guerra tiene condicionada su vida, siempre jugándose el pellejo, actuando con toda su sangre fría cada vez que tiene ocasión, colocándose muchas veces en primera fila del horror, y luego imaginamos de qué forma ha podido obtener información privilegiada alguien a quien la mafia napolitana ha amenazado de muerte, y cómo han de transcurrir sus días una vez emitida esa sentencia, comprenderemos que la piel que envuelve a unos y otros ha de tener necesariamente una consistencia similar.
Precisamente, a causa del exhaustivo reportaje que es Gomorra, cuando me senté a ver Mil veces buenas noches, tenía el fondo de los ojos repleto de imágenes terribles. Y así, con el ánimo encogido, me mantuve hasta el fotograma final. Cierto que todos hemos visto películas mil veces más duras, más crueles, inhumanas, angustiosas, terroríficas, lo que sea. En cambio, el mecanismo que conmueve –más bien conmociona– de esta historia es la intrincada mezcolanza de sentimientos sinceros y violencia, de amor e insensibilidad. Constantemente. Con tanta rapidez que apabulla. Sangre y flores, armas de fuego y cafeteras, calor de hogar y campamentos de refugiados, en un totum revolutum que no tiene ninguna intención de darnos tregua.
No voy a desvelar el argumento. No es mi costumbre, a no ser que me interese destacar algo de él. Y si prescindimos del relato tampoco hay mucho más que decir. Destacaré, sí, la sublime actuación de Juliette Binoche así como el impecable desarrollo argumental. Tuve algún presentimiento, me pareció a punto de decaer en un par de ocasiones, pero me estaba adelantando a la trama, previendo derroteros mucho más trillados que no llegaron a concretarse. Al contrario, lo que ocurría en la pantalla era tan verosímil como imprevisible, tan innegablemente real y humano que no tuve otro  remedio que dejarme atrapar.
Y como la perfección no existe, ahora viene el inevitable pero, el elemento que diluye un poco esa casi omnipresente sensación de realidad. Se trata de la edad de los protagonistas. Sí, hay muchas parejas de edades diferentes. Incluso con hijos en común. Hasta puede ocurrir que la mayor sea ella. Pero el espectador –o sea, yo– no consigue quitar de su cabeza esa combinación de actriz consagrada y madura a la que –como homenaje a tantos años de dedicación profesional o vaya usted a saber por qué– se embute en papeles juveniles y a la que, por tanto, hay que buscar un partenaire acorde con la edad adjudicada. Lo hemos visto, sobre todo, en galanes maduros, como Kevin Costner, Richard Gere o Robert Redford. Pero el fenómeno también se produce en mujeres, siempre que hayan adquirido suficiente popularidad. ¡Qué lástima! Un error tan burdo en un artefacto tan complejo y completo, que consigue abordar tantas cuestiones palpitantes y diversas: injusticia, violencia, vida de pareja, familia, educación de los hijos, hambre en África, nomadismo, vocación, emancipación de la mujer, adolescencia…
 
Podría seguir.
 
*Año: 2013
*Duración: 117 minutos
*País: Noruega, Irlanda, Suecia
*Director: Erik Poppe
*Guión: Erik Poppe, Harald Rosenlow-Eeg
*Música: Armand Amar
*Fotografía: John Christian Rosenlund
*Reparto: Juliette Binoche, Nicolaj Coster-Waldau, Maria Doyle Kennedy, Larry Mullen Jr., Mireille Darc, Lauryn Canny, Adrianna Cramer Curtis, Mads Ousdal
*Género: Drama
*Premios: Festival de Montreal 2013

4 comentarios:

  1. Hombre, pues no creo que la edad de los actores que interpretan a los protagonistas de la cinta sea un problema para el guión: 44 años él y 50 años ella: se podría decir que encajan a la perfección en la edad que se supone en la trama. Y, ¿cómo que es un papel juvenil? ¿A qué edad se tiene que quedar uno en casa y no puede realizar su trabajo de fotógrafo? Que se lo pregunten a Gervasio Sánchez, pongo por caso. No Juliette Binoche, sobresale, de hecho es lo poco a destacar en actuaciones bastante planas, incluida la del batería de U2, ja, ja. En cuanto al excelente libro de Saviano, que leí hace años (y gran película de Matteo Garrone) me cuesta ponerlo en relación con esta "Mil veces...", y en cuanto al propio Roberto Saviano, es un periodista amenazado de muerte como tantos otros, pero lo suyo mucho más mediático, por supuesto.

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  2. Bueno, a primera vista, choca. Y la realidad se puede permitir ser inverosimil (en el sentido ficcional del término) pero la narración no. En el caso de las mujeres es más raro pero, como digo por ahí, estamos cansados de ver historias en las que galanes que llevan treinta y cinco o cuarenta años siéndolo se emparejan con jovencitas de 25 o 30 (o sea, que ni habían nacido cuando ellos empezaron su carrera) y la diferencia de edad no se menciona ni por asomo en el guión. Es decir, se finge que Harrison Ford tiene una edad similar a su partenaire. Y, claro, choca un montón.

    Tengo entendido que Cari Grant protestó cuando le emparejaron con Audrey Hepbur, aunque finalmente cedió rodando Charada, precisamente por este motivo (25 años de diferencia).

    En este caso es mucho menos, es verdad, perono fui la única sorprendida. A la gente que me acompañaba también le chocó. Y tampoco se tiene en cuenta en la relación con las hijas. Que no tiene que ser mejor ni peor (o es mejor en unas cosas, peor en otras y simplemente distinta en el resto) cuando la madre no es muy joven pero se nota, y si el guíon no recoge ese detalle, quien hace los casting deberían tenerlo en cuenta.

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  3. Aunque me gustó la película, me resulto inverosímil algunas situaciones en las que se mete la reportera, quizá porque conozco un poco el mundo del periodismo y de los reporteros en zonas de conflicto.

    Pero tampoco me pongo exquisita con cada detalle, una peli me gusta o no. Lo que si quería comentar, y que queda patente en la película, es lo difícil que es para una mujer casada con hijos tener una profesión de riesgo y con constantes viajes.

    Si hubiera sido él el fotógrafo la historia hubiera sido otra. Hubiera sido un héroe mas. Ella queda como la mujer extraña, algo desalmada que "elige" su vocación antes que a su familia. Los hombres lo hacen todo el rato en la ficción y en la vida real.

    Todavía hoy se insiste en que la mujer es ante todo madre y esposa, y si le queda tiempo puede dedicarse a algo que no altere su vida familiar.

    Sea como sea, una película interesante.

    Un beso,

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  4. En mi anterior respuesta me comí la ene de Hepburn.

    Yo no conozco el reporterismo de guerra por dentro, pero sé que este tipo de situaciones tienden a simpleficarse en el cine.

    Sobre el resto de lo que dices, cien por cien de acuerdo. Mira que las mentalidades tardan en abrirse, son como bisagras roñosas y tendría que haber más gente encargada de engrasarlas constantemente. Pero, como últimamente no me canso de repetir, VAMOS PARA ATRÁS.

    Un beso :)

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