miércoles, 30 de abril de 2014

Charlas con Paco Tella: El ligue (I)

http://charlasconpacotella.blogspot.com
Al fin somos felices. Estamos rodeados de azul. El turquesa azul-verdoso del mar, el desvaído celeste de la atmósfera, hasta la cubierta del barco está pintada de un azul vibrante. Se acabó el invierno. Disfrutamos de una temperatura ideal. El sol ha llegado y se queda.
Aprovechando este clima excepcional, he invitado a Paco y a Cristina. Se alojan en mi casa desde hace una semana, así que tengo muestras suficientes para asegurar que son el paradigma de pareja civilizada del flamante milenio. He dicho pareja y rectifico. Mis amigos ya no viven juntos. No han pedido el divorcio porque no les parece necesario. Utilizan indistintamente sus pertenencias, todo en ellos resulta provisional, cualquier objeto es prestado, allí no hay propiedad que valga, los niños van y vienen, y lo más importante, entre ellos se percibe una camaradería asombrosa, una tolerancia fuera de lo común. Al principio pensé que fingían, pero algo como esto no se puede mantener mucho tiempo, así que me han convencido. Han sido una pareja insólitamente bien avenida y ahora son una ex pareja excepcional. Paco es quien da ejemplo, pues quien ha encontrado compañero en un tiempo record –y contra todas las previsiones, principalmente las suyas– es Cris.
Mientras la pareja y media pasa las vacaciones conmigo, los niños se desfogan en el pueblo de Paco. Los abuelos han sido la solución providencial pues la nueva adquisición de mi amiga todavía no les ha sido presentada. Se llama Raúl y es griego de nacimiento, de madre española y padre turco. ¿Necesitan más detalles? Está soltero. Tiene seis meses y medio más que Paco. Se dedica al negocio de la madera. ¿Qué significa eso exactamente? Ni lo sé ni me importa.

Ahora vivimos el momento tumbados bajo el sol en las hamacas. Los cuatro, Paco, Cristina, Raúl y yo. Se nos ha ocurrido jugar a la verdad, el entretenimiento más peligroso que podríamos practicar, dadas las circunstancias. Paco es quien lo ha propuesto y eso me ha hecho intuir alguna intención morbosa por su parte, imaginaba que preguntaría cómo se conocieron ellos, o algo peor, algún detalle escabroso de la nueva pareja. Nada de eso. Salvo alguna cuestión sin resolver del pasado, por lo demás bastante insulsa, quien se muestra intrigada por la nueva vida del otro es ella. Nunca dejaré de sorprenderme.
-¿Cuándo has tenido tu última cita? –interroga Cristina.
(Continuará)

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lunes, 28 de abril de 2014

Don Rufo bufa: La eficaz lavandería vaticana

 

¡Vaya lavado de imagen que se marcó ayer –domingo, 27 de abril- nuestra (pretendida) santa madre iglesia! Lavado, centrifugado y hasta lifting corporal.
 
La verdad es que ya estaban tardando. La institución se ha vuelto tan humana que se la hubieran llevado los demonios si esos antipáticos seres tuviesen la ventura de existir. Y añado: más humana y pecadora que la mayoría de las laicas. No solo por lo que usted está pensando, también la corrupción, el tráfico de influencias, los delitos financieros y fiscales son considerados delitos. ¿Por qué solo ella ha de quedar exenta de culpa?
 
No voy a describir la ceremonia. Ni es mi intención hacerles propaganda –ya se bastan ellos solos para eso– ni me molesté en conocer los detalles, me pareció una payasada más de las suyas y me bastó con encogerme de hombros. Una payasada ingeniosa, añado, y puede que algo desesperada. Se ve que su reputación empieza a preocuparles, y eso significa que, por fin, han dejado de considerarse impunes.
Empezaron montando aquel circo en el que Benedicto invitaba a hacer turismo barato a los jóvenes, pero parece que el esfuerzo no sirvió de mucho. Entonces arrinconaron a Benedicto y empujaron a la palestra al personaje que hacía falta en una época como esta, bautizada por Vargas Llosa de la civilización del espectáculo. Ahora Francisco (y su corte) canoniza a los dos que cree más presentables. Mejor a lo grande, así es como se deben dar los buenos golpes: con contundencia y a la cabeza, nada de ñoñerías ni medias tintas.
No comentaré la esmerada actuación que el actual papa está ofreciendo al mundo. Todos pueden verla, cada uno que lo interprete como le indique su cerebro. Es evidente que este papa posee un talento innato para la escena. Quizá por su condición de argentino, lleva en su ADN, además de afición a la psicología, una innegable vena histriónica. Un papa argentino, es decir, un papa actor y un papa estudioso de la naturaleza humana. Repito: precisamente lo que estaba necesitando la iglesia.
Francisco es un malabarista asombroso un hombre paradójico e incongruente capaz de disfrazar de coherencia tanto su actitud como su discurso. No me negarán que es imposible ser el mayor jerarca de algo y a la vez disentir de su esencia, renegar de su idiosincrasia. Todos sabemos que la iglesia ha sido una abanderada de la desigualdad y de lo bélico, al menos, desde que salió de las catacumbas.
Estas dos canonizaciones quizá despisten a algunos, pero son el testimonio palmario de quién lleva aquí las riendas. Un papa nunca puede ser rebelde: si osa contradecir a quienes le encumbraron, rápidamente se le aparta. Dos muertes fulminantes en menos de cuarenta años sería demasiado pero, como ocurrió con Benedicto, se le puede obligar a dimitir.
 
Todo ese boato habrá servido para arrancar nuevos golpes de pecho. Unos por hipocresía, otros por credulidad sincera. Aunque, en una época como esta, quien todavía no ha abierto los ojos es porque no quiere abrirlos. Si la ciencia no hubiese demostrado aún, hasta la saciedad, que dios no existe, ahí están sus jerarcas para que no le quede la menor duda a nadie que tenga los ojos abiertos.

sábado, 26 de abril de 2014

Jacarandoso Polito

-¿Es usted Rosario?
 
- Rosario Ibáñez. Sí.
 
-¿Sabe escribir?
 
-Sí, señor.
 
-Pues tiene que rellenar esta ficha. En cada casillero tiene que poner lo que le pregunten.
 
-Ya, ya.
 
-¿Lo ha entendido bien?
 
-La verdad, no me parece muy difícil.
 
-De acueeerdo. Ahora vaya a aquel mostrador de enfrente y rellénelo todo. Puede usar el bolígrafo que cuelga de la cadenita.
 
-Ya llevo el mío, gracias.
 
La mujer miró por encima de su hombro y vio una sala completamente vacía, veinte hileras de sillas de tijera y al fondo, junto al tablero para escribir, una gruesa barra metálica con un gancho en la punta de donde colgaba la jaula del loro, es decir, mi jaula. Llevaba sin parlotear un buen rato y la garganta me escocía un poco pero me contuve para escuchar mejor. Aquella escena prometía, así que me contuve y seguí observando.
 
Era evidente que la mujer ya había cumplido los sesenta. Llevaba un ancho blusón de color esmeralda que le tapaba las caderas, leggins en tonos tierra muy ceñidos, pelo caoba, tres vueltas de perlas en el cuello y zapatos de salón bastante altos. Titubeaba. Sin duda, no se las había tenido que ver nunca con Hipólito, el empleado más cenutrio de la oficina. Tanto es así que, antes de calibrar mis capacidades, sus compañeros le homenajearon bautizándome con un pedazo de su nombre. Él nunca lo sospechó y yo me sentí solo parcialmente ofendido. Rectificar es de sabios, y me consta que, a día de hoy, todos reconocen que soy mucho más listo que él.
 
-Disculpe. –la pobre mujer seguía confundida– ¿Para qué tengo que ir hasta la pared del fondo?
 
-Porque estará mucho más cómoda, señora. Hay un taburete por si quiere sentarse. Y una lamparita, ¿la ve?
 
-Muy amable. Oiga, ¿no le parece que tardo menos si lo relleno aquí mismo?
 
-Pues… -Hipólito se rascó el cogote como hacía siempre que no sabía qué decir- ¿Cuánto tiempo tardará en rellenarlo?

-¿Mi nombre, dirección y DNI? Unos treinta segundos.

 
Hipólito se revolvió en su silla.
-Es que… Verá, si mientras tanto viene alguien, yo tengo que atenderlo. No puedo perder tanto tiempo. ¿Verdad que lo comprende?
La mujer del blusón esmeralda tampoco estaba dispuesta a perderlo. Se levantó de la silla con cara de querer asesinar a alguien. No se fije en mí que no soy más que un pobre loro, pensé.
-Como quiera. –añadió mientras recogía su bolso– Pero tardo más en ir hasta allá que en rellenarlo.
-¿Va a tardar treinta minutos en recorrer diez metros? Venga, no me haga reír.
-Minutos no, segundos. –La escuché rezongar entre dientes– Para entonces ya había llegado al mostrador. No se molestó en sentarse, apoyó el trasero en la pared y garabateó rápidamente unas palabras utilizando el boli de la cadenita. A los veintidós segundos, se incorporó y agitó el formulario en el aire.
Yo, que estaba al tanto (o sea, al loro, pero no quería decirlo para no inducir a confusión) contemplé como doblaban la esquina, cruzaban la puerta y entraban en la sala un hombre y una niña.
-Buenas tardes. –Dijo él con voz potente.
-Buenas, señor. –Respondió el empleado. ¿En qué puedo servirles?
-¡Ya está! ¡Ya he acabado! ¿Se lo entrego? –dijo la mujer del pelo caoba.
-Lorito real, lorito real. –Dije yo. Con un poco de suerte, podía distraer a Hipólito.
-¡Imposible! Tiene que rellenar todas las casillas.
Pero ella había conseguido abalanzarse sobre la ventanilla adelantando a los otros unos metros.
-¿Está completo o no está completo? –Preguntó con cara de triunfo.
-Pues es verdad. –Respondió Hipólito sin poder creer lo que estaba viendo.
Rascándose, una vez más el cogote, se vio obligado a tramitarlo. Plantó encima tres sellos diferentes, estampó su propia firma en la esquina inferior derecha, arrancó la copia y se la entregó a la mujer de los tacones. Cuando el hombre y la niña alcanzaron la ventanilla ella se estaba levantando.
 
-Lorito real. –Volví a decir. Aunque supuse que no repararía en mí, que ni siquiera se daría cuenta de que me estaba despidiendo. Pero me había caído bien, así que insistí un poco más.

-Hipólito es más bruto que un arao, Hipólito es más bruto que un arao. –Murmuré bajito para que no me oyesen los otros. Se paró, me lanzó una ojeada distraída y siguió andando hacia la puerta. Me gustaría creer que aquella fue una mirada cómplice pero he de suponer que solo fue casual.
 

jueves, 24 de abril de 2014

Desolario 29

Vivo en un palomar enfrentado a las nubes, rodeado de arena, en un cubo transparente alrededor del cual las golondrinas se mueven en alborotados círculos, chillan como condenadas, arman un jubiloso alboroto o se persiguen, reclamándose con largos aullidos de angustia.
 
Vladimir Kush
Vivo en un faro que nunca arrojó luz, alzado en un terreno del que el agua se apartó mucho antes de que lo construyeran. Vivo en el desierto desértico del que desertó el mar. Vivo en un espacio ocre que a trechos interrumpen unos pocos hierbajos raquíticos. Escucho campanadas lentas, solemnes, cuyas ráfagas el viento me acerca, sordos ecos de una villa que no visitaré. Edificios, afanes, gentes, bestias a cuyas espaldas viviré eternamente. Jamás escuché la sirena de un barco.

Soy el ermitaño que escudriña los cuatro puntos sin divisar un solo viajero. De mis ojos surge la luz que otea el horizonte. Una vez pretendieron orientar al buque extraviado, a la rezagada ballena, soñaron con ser los aliados de Neptuno. Pero acabaron por resignarse. Mis ojos saben que han quedado muy lejos de los peces, de los cofres rebosantes de esmeraldas, de las olas caprichosas, de las heladas corrientes; que en su horizonte el sol no se sumerge en agua sino en un cenagal pantanoso, en ese lodo en que el diluvio ha convertido las polvorientas pizcas de sílice.
Vladimir Kush
Mis ojos siguen al cuervo que se posa en el alfeizar, lo ven aletear imperturbable. Solo cuando se convierte en un punto tembloroso, el catalejo acierta a reunirlo con otras manchas negras. La bandada toma rumbo al oeste, costea la montaña, sobrevuela dos agudos surcos paralelos, huella imborrable que alguna vez dejaron las afiladísimas zarpas de una bestia prehistórica cuya fisonomía ha quedado disuelta en el tiempo.
 
Una niebla espesa cubre la montaña, el horizonte, la llanura y la torre; se ha tragado a las golondrinas, se lo ha tragado todo. Todo menos mis ojos, que no se dejan envolver, que permanecen fijos en la llama de la vela y en el reflejo que esta proyecta sobre el vidrio. No desfallecen. Por eso, nunca, nada, ha podido cegarlos.

martes, 22 de abril de 2014

Un crimen casual

Nací  en 1920, cuando los carromatos surcaban los caminos y cuerpos mendicantes exhibían por doquier su miseria. Mis padres, cuyo propósito al traerme a este mundo era meramente lucrativo, decidieron dejarme en la puerta del orfanato municipal cuando tan solo contaba diez días. Ambos formaban parte de una troupe circense y les bastó con echar una primera ojeada sobre mí para convencerse de que, durante largo tiempo, no iba a suponer para ellos más que una carga. Nunca antes habían visto a un bebé de cerca y debían pensar que madurábamos mucho más deprisa. El plan que habían concebido consistía en enseñarme a cepillar animales, darles de comer y acarrear bultos en cuanto pudiese mantenerme en pie, e instruirme en alguna de las habilidades circenses (payaso, trapecista, domador) para que me convirtiera en la estrella de la función –presuponían mi habilidad innata para cualquiera de ellas al haber sido adiestrado en sus secretos desde la más tierna infancia– con la que pensaban nadar en la abundancia sin que yo percibiese ni un céntimo. Incluso tenían previsto ahorrar en mi manutención acostumbrándome a ser frugal desde el principio.
Georges Seurat - El circo
  Mi padre era faquir, según creo, y mi madre mujer barbuda. Quien le fabricaba las barbas postizas era mi abuela paterna, a la que nunca llegué a conocer, un prodigio de habilidad según tengo entendido, pues no había forma de distinguir sus creaciones de la natural vellosidad ni arrancárselas por mucho que tirasen de ellas a no ser que las pusiesen a remojar en un mejunje de su invención.

En cuanto mis padres comprendieron su error, decidieron prescindir de mí durante los cinco o seis años precisos para que adquiriese la fortaleza y conocimiento que garantizarían su futura inversión. Para llevar a cabo su abandono, lo mejor que se les ocurrió fue meterme en un saco y colocarlo en el último escalón de la entrada principal del orfanato, tocar el timbre y doblar la esquina a todo correr.
En aquella institución fui feliz. El tío Braulio, encargado de la enfermería y solterón recalcitrante, fue como un padre para mí. Él me enseñó lo que creyó necesario para convertirme en un hombre. Mis profesores no eran precisamente unas lumbreras pero hacían lo que podían por un salario más que exiguo, el afecto que sentía por mis compañeros me hizo un experto en peleas, me convertí en inseparable de Batuta, el mastín que ladraba a los intrusos haciéndoles creer que mordía. Y, como me mantenían bien alimentado, crecí robusto y saludable.
Georges Seurat - El desfile del circo
Ocho años después se presentó mi madre a reclamar sus derechos. Había quedado viuda hacía poco, según dijo, y ahora me necesitaba más que nunca. Declaró que solo la necesidad más extrema le había obligado a separarse de mí, arrojó unas pocas lágrimas, se quejó de lo dura que es la vida y, como presentó la documentación pertinente, no tuvieron más remedio que entregarme.
El día de mi partida el orfanato en pleno amaneció inundado en llanto. Organizaron una fiesta con flores, dulces y música y, para rematar tanta felicidad, me regalaron a Batuta. Braulio pensó que con ello me garantizaría un compañero insobornable, nunca lo hubiera hecho, el pobre perro murió pronto de inanición y yo no le seguí de milagro. Debía entrar en la jaula de los leones sin preparación previa con grave peligro para mi vida, montar en bici subido en el trapecio aunque sufriese de vértigo y me temblasen las piernas, ejercer de criado para todo a tiempo completo y sin protestar. Años después, obnubilada por una de sus frecuentes borracheras, mi madre me confesó el motivo real por el que fui abandonado de esa forma.
Una noche de otoño, empujado por la más feroz de las desesperaciones, preparé concienzudamente mi ahorcamiento. Pero algo se torció: en el preciso instante que la cuerda colgaba de la viga y yo sostenía la banqueta en mis manos, sencillamente, ella pasó por allí.

domingo, 20 de abril de 2014

Philomena (2013)


 
Una película que, de no estar ambientada en Irlanda sino en España sería sospechosa del más descarado oportunismo por haberse gestado al calor del escándalo que los medios de comunicación sacaron hace unos años a la luz. Pero es obvio que aquí no tenemos la exclusiva, estas prácticas eran posibles en algunos países y se mantenían impunes al calor de una legislación laxa y de relativo descontrol institucional. Fruto de la política de manos libres de que disfrutaba, sin cortapisas, el clero de hace medio siglo, al que se consideraba a salvo de toda sospecha, facilitando irregularidades y hasta francas infracciones de la ley.
Lo de menos es si está o no basada en un hecho real, importa la forma que ha llegado a adquirir la idea original y no de dónde surge esta. En cualquier caso, yo no pondría el foco en la pérdida del hijo, ni siquiera en su búsqueda, aun cuando esta constituya, en apariencia, el eje central del film. En realidad, el guión pasa de puntillas por esas prácticas, sus responsables y la escalofriante realidad de la que Philomena no es más que la punta de uno de los muchos icebergs que han existido. La anécdota no es más que el motivo –eso sí, imprescindible– para poner en marcha la acción y enfrentar a dos mundos opuestos: el racionalista por una parte, y el crédulo y piadoso por otra, la mentalidad primitiva y la científica, los prejuicios no cuestionados caminando junto al más positivismo escrupuloso.
Efectivamente, caminando. Porque este film utiliza la técnica del road movie, muy efectiva para exhibir personalidades y desencadenar largas conversaciones que servirán para desplegar ante los espectadores las dos mentalidades, con todos sus repliegues, cualidades, contradicciones y defectos.
Lástima que para ello se haya recurrido a las figuras más tópicas posibles: el varón, profesional, joven y enérgico representa la cordura, al otro lado de ese cordial ring, la humilde anciana, aquella adolescente que una vez creyó en el príncipe azul y que da la impresión de no haber aprendido nada en todo ese tiempo, encarna la candidez más absoluta, se nos muestra como carne de supersticiones, firme candidata al engaño, la estafa, la tomadura de pelo permanente. En ese contexto, su perdón adquiere una validez relativa, se vuelve inconsistente de puro blando.

Pero a veces las apariencias engañan, en el fondo Filomena algo –o bastante– ha llegado a aprender, su ingenuidad es real en parte, pero también tiene algo de pose, de adopción del papel que siempre ha representado, el que parece esperar de ella su entorno.  Y la construcción de ese personaje, junto a la dialéctica que establece con su oponente, es sin lugar a dudas lo más logrado de la historia.

Llegados a este punto, esperábamos un final lacrimógeno, un emotivo encuentro entre madre e hijo, la ansiada llegada a la meta. Afortunadamente, al menos desde el punto de vista narrativo, la trama se complica un poco, el idealizado fantasma que perseguíamos es una quimera, no existe. Porque también los desaparecidos pueden saltarse las reglas, ¡faltaría más!
 
Aquí vuelven a cuestionarse de nuevo los tabúes y prejuicios más arraigados La realidad somete a lo políticamente correcto, quien rige las conductas son los avatares de la vida, o la naturaleza humana tal como es, no como la han inventado unos cuantos.

Y, sin embargo, el tono amable, la decisión de otorgar al espectador su ración de final feliz para no decepcionarle del todo, surge con fuerza en el último momento. El hijo, en el fondo, rebosaba amor por su progenitora, un detalle que solo conoce un testigo y que se descubre al final estropeando un poco el convincente claroscuro que se nos había ofrecido hasta entonces.

El ritmo de la acción es ágil, los actores bordan sus respectivos papeles. Un guión sobrio, sin efectismos ni grandes tragedias, con pocos personajes, los giros justos y muchos sobreentendidos. Un film correcto que trata de la injusticia, de un dolor amordazado y tan arraigado que apenas se percibe, del abuso sobre el débil y, ante todo, de creencias y credulidades, de la necesidad de seguir el propio camino –el de Philomena en su eterna búsqueda, el de un hijo que logró ser feliz aunque para algunos transgrediese ciertos límites– sin dejarse arrastrar por lo que imponen unas cuantas mentes pactas que se creen en posesión de la verdad. Y de la relatividad de las verdades, que son muchas, tantas como personas. O más, porque a lo largo de una vida las opiniones se van transformando.

Escuchando todos esos relatos: las diferentes versiones de una misma historia, pero también la visión del mundo que traslucen los culebrones narrados por Philomena, o la que narran las fotos de la infancia del niño, o el de ese reportaje en ciernes que el periodista está preparando, comprendemos que lo real tiene muchas caras y quedarse con una sola es casi como estar ciego y sordo.

·         Año: 2013

·         Duración: 98 min.

·         País: Reino Unido

·         Director: Stephen Frears

·         Guión: Steve Coogan, Jeff Pope (Libro: Martin Sixsmith)

·         Música: Alexandre Desplat

·         Fotografía: Robbie Ryan

·         Reparto: Judi Dench, Steve Coogan, Charlie Murphy, Simone Sahbib, Anna Maxwell, Neve Gachey, Sophie Kennedy Clark, Charlotte Rickard, Nichola Fynn, Cathy Betton

·         Género: Comedia dramática

viernes, 18 de abril de 2014

Incidencia en Andalucía de las patologías respiratorias

¿Cuánta gente creen que dejaría el tabaco si los fumadores empezasen a concienciarse de esto?

20minutos.es
Expertos señalan que 12 de cada cien muertes en Andalucía se deben a enfermedades respiratorias
 

El grupo de enfermedades respiratorias representa en Andalucía la tercera causa de muerte para ambos sexos, con el 11,59 por ciento de defunciones. Y el tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón es el principal motivo de fallecimientos ligado a patologías respiratorias en la comunidad. La provincia de Cádiz se encuentra a la cabeza de Andalucía en prevalencia de cáncer de pulmón, por encima de la tasa nacional, con un 27,7 por ciento frente al 24 por ciento de media nacional. Así se ha expuesto durante la presentación del 40 Congreso Neumosur, que reúne desde este jueves en Jerez de la Frontera (Cádiz) a más de 250 especialistas para poner en común los últimos avances en el tratamiento de enfermedades respiratorias con impacto "tan grave" en la mortalidad como el cáncer de pulmón y "tan prevalentes y con tanto impacto económico y social como la EPOC", que acapara entre el diez y el 15 por ciento de las consultas en atención primaria, entre el 35 y el 40 por ciento de las consultas de neumología, y en torno a un ocho de los ingresos hospitalarios, causando en Andalucía 2.500 muertes al año, ocho veces más que los accidentes de tráfico. Eso quiere decir que la EPOC se cobra, cada día, siete víctimas en Andalucía. Según indica la organización del congreso en un comunicado, durante la jornada inaugural, su presidente, el doctor José Gregorio Soto, jefe de la UGC de Neumología y Alergia del Hospital de Jerez de la Frontera, ha hecho un repaso por la situación de estas patologías en Andalucía, así como de otras enfermedades respiratorias como el tabaquismo, el asma o las infecciones pulmonares, sobre las que también va a debatirse durante los próximos días en este encuentro. Sobre el cáncer de pulmón, ha explicado que, en Andalucía, el cáncer supone globalmente "la segunda causa de muerte, con una tendencia claramente ascendente en los últimos 25 años". Por sexos, es la primera causa de muerte en hombres y la segunda en mujeres. Según las localizaciones tumorales, la primera causa de muerte tanto en hombres como en mujeres es el tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón. Andalucía se encuentra a la cabeza nacional en cuanto a tasa de mortalidad por cáncer de pulmón: en 2006 fueron 3.056 andaluces los que murieron por este tumor; muchas de ellas muertes "prevenibles si no se fumara". La prevalencia de este tipo de cáncer sigue aumentando, sobre todo en mujeres, debido a su posterior incorporación al consumo de tabaco. Por sexos la incidencia en hombres fue de 63,5 casos por cada 100.000 hombres, lo que supone un total de 2.802 casos nuevos diagnosticados en el año, y en mujeres fue de 7,7 casos por cada 100.000, lo que supone 254 casos nuevos. EPOC La EPOC, sobre la que también se hablará en el 40 Congreso Neumosur, es, por su parte, el trastorno respiratorio que presenta "mayor prevalencia y mayor impacto social y económico". En Andalucía, se estima que la EPOC causa 2.500 fallecimientos anuales. Constituye la cuarta causa más frecuente de muerte tras el cáncer, la cardiopatía isquémica y las enfermedades cerebrovasculares. Pero puede considerarse "la primera causa de muerte evitable, ya que está asociada al tabaco". Además, de entre todas las enfermedades anteriormente citadas, sólo la EPOC sigue incrementando su mortalidad y se prevé que en el 2020 será la tercera causa de muerte. Se estima que la sufren más de dos millones de personas en España y 350.000 en Andalucía. Lo más "preocupante", según los expertos, es que su prevalencia va en aumento y la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en el año 2030, el 7,8 por ciento de todas las muertes serán producidas por esta enfermedad. La EPOC es, además, una enfermedad "altamente consumidora de recursos", ya que está detrás de los porcentajes antes expuestos de consultas e ingresos hospitalarios. Se estima que el coste sanitario medio por paciente es de 1.752 euros al año —hace un total de 2.151 millones de euros al año—, de los cuales, más del 80 por ciento se deben a gastos hospitalarios y medicamentos. El coste asociado a la EPOC supone un 2,5 por ciento de los presupuestos de Sanidad, y un 0,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) español. Según indica, en el futuro se prevé un "aumento importante" de estas cifras, ya que aproximadamente un tercio de los españoles fuman y, de éstos, entre un 20 y un 25 por ciento desarrollarán esta enfermedad pulmonar. Además España es el país con mayor número de adolescentes fumadores y que se inician a una edad más temprana, y ocupa uno de los primeros puestos en cuanto a mujeres fumadoras. En Andalucía se mantienen porcentajes de consumo de tabaco altos —27,7 por ciento en la encuesta Nacional de Salud 2011—. A este hecho, añade el progresivo envejecimiento de la población, mayor en Andalucía que en el resto de España, como un factor aditivo en la previsión del incremento de la prevalencia, mortalidad y consumo de recursos secundarios a la EPOC. Por todo ello, el presidente del 40 Congreso Neumosur ha subrayado que "la EPOC debe ser considerada no sólo como un problema de salud pública de primer orden, sino también como un problema socio-sanitario relevante" y ha insistido en que todos los esfuerzos encaminados a reducir ingresos hospitalarios provocados por la EPOC tendrán "una repercusión económica positiva, además de impactar beneficiosamente en la calidad de vida de los pacientes".
Puedes leer el artículo aquí
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miércoles, 16 de abril de 2014

El penúltimo suspiro

Anoche el lavabo goteaba y no me dejaba dormir. Lo veo. Se ha convertido en un gran estanque blanco lleno de un agua azul que amenaza con rebasar el borde. Tengo miedo de ahogarme si se inunda el cuarto, pero alargo la mano y toco el rectángulo de cristal que tengo enfrente. Está frío. Es invierno. Me duele la cabeza. El estanque no es un estanque. Ni un lavabo. Es un trozo de cielo resplandeciente y lo miro a través del parabrisas. Parpadeo. Estoy confuso. A veces se emborrona la imagen, pero aún así me doy cuenta de que estoy conduciendo. Un coche que se bambolea. ¿Qué me pasa en la cabeza? ¡Ahum!
 
El techo del vehículo se vuelve blando, es como un huevo frito de color gris que se expande en la sartén. ¡Madre mía! No puedo controlar el volante. ¿Es un volante o un rastrillo? Ese árbol, los arbustos. Debo enderezar la trayectoria, tengo que cavar una fosa, sembrar achicoria, tengo que…
 
Me duele el costado. Pero si me lo toco suelto el volante. El volante, las ruedas. ¿Estoy llorando? Beber tanta cerveza no puede ser bueno. Tanto whisky.  La cabeza me da vueltas, la carretera es una noria. O una novia. O una nutria. Gira la ruleta y la bola soy yo. Color rojo, color negro. Carbón y sangre. Ron y ginebra anoche, cuando Mónica desapareció por la puerta de atrás. ¿Dónde está la puerta? ¿Qué es ese bulto azul? Es el bólido que ataca la bola en que me he convertido. Si chocamos caeré a ese terraplén.
¿Qué son esos bichos? Moscas. Mariposas. Libélulas. Bolas, bolas. Veo bolas de todos los colores en esta mesa de billar tan gris que no es más que asfalto y coches que se mueven. ¿Me he salvado? Pero si no tengo derecho a la vida. ¿Me has perdonado, Mónica?
 
Esta curva es infinita y se convierte en espiral. El arco de la curva y el arco con las flechas. Tiro con el arco y doy en la diana. ¡Premio! Hago eses. Voy a 180. Estoy como una cuba. Me gustaría desayunar un parachoques. Voy sin frenos. Me sudan las manos. No sé dónde las tengo, estoy confuso. Me duele la cabeza. Cuelgo de la pared como un cuadro, me sujetan de las orejas dos escarpias. Todo es borroso y gris. No sé si yo he esquivado al camión o ha sido él quien me ha esquivado. Me duelen los dedos (que parecen garfios) y siento arder la boca del estómago. Algo se desliza debajo de mí, el suelo resbala. Claro, voy conduciendo. Se ha hecho de noche. He perdido las fuerzas.
 
Siento que me desintegro.

lunes, 14 de abril de 2014

El ejercicio podría reducir las complicaciones de la EPOC

Interesante información para pacientes de EPOC y sus familiares.

Menos reinternacionesEl ejercicio podría reducir las complicaciones del EPOCLa actividad física regular podría reducir la necesidad de readmisiones al hospital por la enfermedad de los pulmones, según un estudio.

Medlineplus                   

Robert Preidt Traducido del inglés: jueves, 10 de abril, 2014 
MIÉRCOLES, 9 de abril de 2014 (HealthDay News)

 El ejercicio podría ayudar a reducir el riesgo de readmisión en el hospital en las personas con una enfermedad pulmonar progresiva llamada enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), halla un estudio reciente.

"Nuestros hallazgos sugieren que la actividad física regular podría amortiguar el estrés de la hospitalización", comentó el autor del estudio, Huong Nguyen, del Departamento de Investigación y Evaluación Kaiser Permanente del Sur de California.

"Los estudios futuros se enfocarán en determinar si podemos reducir las hospitalizaciones al mejorar la actividad física en los pacientes de EPOC", añadió Nguyen.

La EPOC se refiere a un conjunto de enfermedades, que incluyen el enfisema y la bronquitis crónica, que provocan un bloqueo de las vías respiratorias y problemas para respirar. Quince millones de estadounidenses reportan que tienen un diagnóstico de EPOC, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

Para este estudio, que aparece el 9 de abril en la revista Annals of the American Thoracic Society, los investigadores analizaron los expedientes médicos de más de 6,000 pacientes de California a partir de los 40 años. Todos fueron hospitalizados por EPOC entre 2011 y 2012. Los pacientes proveyeron información sobre sus niveles de actividad física.

En comparación con los pacientes inactivos, los que hacían al menos 150 minutos de ejercicio por semana (el equivalente a media hora cinco días de la semana) tenían un 34 por ciento menos de probabilidades de ser readmitidos en el hospital en un plazo de 30 días. Los que hacían menos de 150 minutos de ejercicio por semana seguían teniendo un riesgo un 33 por ciento más bajo, en comparación con los que no hacían nada de ejercicio, halló el estudio.

"Los resultados de este estudio son revolucionarios, porque las medidas de actividad física se derivaron de la atención clínica de rutina, en lugar de largas encuestas sobre la actividad física o dispositivos de actividad, como en las muestras de investigación más pequeñas", apuntó Nguyen en un comunicado de prensa del Kaiser.

"Las investigaciones anteriores solo analizaban la relación entre la inactividad física y una mayor tasa [de muerte] y hospitalizaciones, pero no las readmisiones en el plazo de 30 días de los pacientes de EPOC", añadió Nguyen.

El estudio incluyó a pacientes blancos, negros, hispanos, asiáticos y de las Islas del Pacífico.

Muchos sistemas de atención de salud buscan formas de reducir las readmisiones al hospital, apuntó Nguyen. "Este estudio es novedoso porque pudimos capturar información sobre la actividad física usual del paciente bastante antes de la hospitalización inicial, y provee evidencia que respalda el fomento de la actividad física en todo el continuo de atención de la EPOC", agregó Nguyen.

Aunque el estudio no estableció causalidad entre el ejercicio y unas probabilidades más bajas de readmisión, sí sugiere un vínculo entre ambas cosas.
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sábado, 12 de abril de 2014

Apuntes sobre el siglo XX (y II)

Probablemente nunca como en el siglo XX el hombre había consumado de tal manera sus sueños en pesadillas. Desde el lado de la vida estamos ya en condiciones de afrontar, al menos imaginativamente, las metamorfosis más extremas. Desde el lado de la muerte hemos experimentado límites insospechados, tanto en el refinamiento como en la cantidad.
Sobre todo en la cantidad: la muerte masiva, por excelencia. Tenemos noticias de miles de guerras a lo largo de la Historia. En una sola de ellas –la segunda guerra mundial– el siglo XX ha sumado más cadáveres que en todas ellas juntas. Hemos llevado a la práctica la movilización absoluta y la guerra total: los números destructivos se han acumulado hasta límites solo previstos por las mitologías aniquiladoras. La combinación entre totalitarismo y tecnología ha sido inauditamente letal.
Marc Chagall - La guerra (1964-66)
Auschwitz es la punta del iceberg de la muerte masiva. En sus imágenes –y en la difusión universal de estas imágenes– convergen los canales de la muerte planificada que empiezan en los genocidios étnicos y culminan con la destrucción sistemática de toda diferencia.
La Peste del siglo XX ha sido la imposición de una capacidad técnica nueva, gélida, indiferente para provocar una muerte masiva que, sin marcos trascendentes, ha aparecido sometida tan sólo a la Ley de los Grandes Números: muchos millones no son nada en el transcurrir mecánico del mundo.
Ráfagas sobre un siglo (4. LA MUERTE MASIVA) en Maldita perfección – Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (pag. 216) – Rafael Argullol – Acantilado, 2013

jueves, 10 de abril de 2014

Apuntes sobre el siglo XX (I)

La carrera por la construcción de los edificios más altos del mundo ha sido uno de los indicios más extraordinarios del siglo. Invirtiendo la admonición bíblica nosotros hemos querido desafiar al cielo, subiendo más arriba de los campanarios religiosos de antaño y oteando el horizonte con expectativas casi ilimitadas.

Todos los grandes protagonistas ideológicos del siglo han estado inmiscuidos en esta carrera. Misterioso, fantasmal y abominable es el duelo entre Stalin y Hitler por construir “el edificio más grande del mundo”, duelo nunca materializado por la guerra y derrumbe posteriores de los grandes totalitarismos. Pero como icono capitalista, Babel ha llegado a cotas imposibles de imaginar en el siglo XIX: del Empire State Building a las Twin Towers, mientras Nueva York conservó su triunfo sobre Moscú y Berlín. Al final, sin embargo, el desbordamiento global del capitalismo ha hecho acabar el siglo con los rascacielos también gemelos de Kuala Lumpur y el proyecto, ya ultrababélico, de la torre mundial de São Paulo.

Ráfagas sobre un siglo (1. GRANDEZA Y MISERIA DE BABEL) en Maldita perfección – Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (pags. 213- 214) – Rafael Argullol – Acantilado, 2013

martes, 8 de abril de 2014

El tabaco paga impuestos y ahorra pensiones, es un negocio redondo

Más claro, agua.

salud

Advierten sobre subdiagnóstico de la enfermedad pulmonar crónica


La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), que es muy prevalente ya que afecta al 10% de la población mayor de 40 años, representa un gran problema social debido a que no se diagnostica, afirmó el neumonólogo catalán Alvar Agustí, uno de los expertos más prestigiosos en la especialidad.

"El gran problema a nivel social es que el EPOC no se diagnostica, por lo tanto, no se trata, debido a responsabilidades compartidas entre el enfermo y el sistema sanitario", afirmó Agustí en una rueda de prensa de la que participó Télam.

Agustí consideró que "las guías clínicas en el EPOC, como en otras enfermedades, han supuesto un cambio muy importante porque significaron un salto en la calidad de la asistencia y en la globalización de la calidad", para la buena atención tanto en los hospitales de los grandes centros urbanos como en los periféricos.

Hasta la aparición de las guías clínicas, hace relativamente poco tiempo, "se diagnosticaba la enfermedad, se valoraba su gravedad y se trataba, basados única y exclusivamente en un aspecto: la capacidad respiratoria medida con una espirometría", contó Agustí.

Pero "la EPOC es muy compleja, como todas las enfermedades humanas, y si bien el parámetro de la capacidad respiratoria es importante, no es el único, porque no todos los pacientes tienen la misma capacidad respiratoria de base, ni los mismos síntomas".

Entonces, las guías clínicas incluyen tres criterios: capacidad respiratoria, síntomas y número de episodios de agudización.

"Curiosamente, no todos los pacientes tienen episodios de agudización (del ahogo), y el impacto que tiene esa variación sobre la calidad de vida del enfermo y el costo económico para los recursos sanitarios es muy diferente", detalló el especialista, quien atiende al rey español, Juan Carlos. 

Agustí planteó que en el campo de la neumonología se presentan nuevas preguntas, como "la inflamación en la EPOC, que está en la propia definición, `enfermedad inflamatoria producida por la inhalación de gases y partículas, sobre todo tabaco`; sin embargo, no usamos ningún marcador inflamatorio para dirigir el tratamiento".

"Otro aspecto que a mí me parece muy importante es el cáncer de pulmón, que es el más frecuente y de peor pronóstico en el hombre y, pronto, en la mujer", enfatizó Agustí.

El médico planteó que "todo el mundo sabe que el factor de riesgo más importante del cáncer de pulmón es el tabaco, pero no todo el mundo sabe que no todos los fumadores desarrollan cáncer o EPOC, solo que, si se es fumador y se tiene EPOC, el riesgo de además desarrollar cáncer es muy alto".

"Pensamos en que deje de fumar y en darle corticoides, pero no tenemos incorporado en nuestro circuito el riesgo incrementado de cáncer, y la mayoría de enfermos de EPOC no se mueren de la EPOC, sino de enfermedades cardiovasculares y de cáncer", sentenció. 

Respecto del tabaquismo, el neumonólogo -que participó en Buenos Aires de una actualización con unos 200 profesionales en la Asociación Médica Argentina- opinó que "la gente fuma porque le produce placer, así que si empieza a toser, no va a la consulta porque sabe que el médico le va a decir que deje de fumar".  

"Primer error: no consulta; segundo error: dice `tengo tos y espectoración y eso es porque fumo`, lo cual es verdad; pero se olvida de la segunda parte de la frase: tener esos síntomas no es normal, es indicio de que el pulmón protesta", observó. 

Según Agustí, "el sistema sanitario debería explicarle a la sociedad estas cosas, tanto a los pacientes como a los médicos, porque esta es una enfermedad que afecta al 10% de la población mayor de 40 años y que de acuerdo al tratamiento actual, permite hacer una vida casi normal, y ahorra dinero al sistema sanitario".

Agustí descree de la eficacia de las campañas de restricción del tabaco, porque dice que "en el mundo la prevalencia del tabaco ha ido disminuyendo entre la población adulta, pero lo que es preocupante es que entre los adolescentes está subiendo".

"Yo estoy de acuerdo con la prevención, (pero) en España el máximo accionista tabacalero es el Estado y, si uno lo piensa, el tabaco es el mejor negocio de un estado, porque durante la vida laboral del trabajador que fuma, entre los 15 y los 65 años, cada vez que compra un paquete, paga un impuesto”.

"Después se jubila, tiene un cáncer y se muere, con lo cual el Estado se ahorra la pensión: es un negocio redondo, durante 50 años cobra y cuando deja de pagar, se muere gracias a lo que ha fumado", concluyó en medio de risas, pero muy en serio.

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