domingo, 26 de enero de 2014

Una casa en Córcega (Au cul du loup) - 2011


Esta coproducción franco-belga narra una historia de relaciones personales y búsqueda de un lugar propio en el mundo a través de los ojos de Christina, una joven cuyas tentativas para superarse a través de la vocación artística y el paso por la universidad, se ven sustituidas por una vida anodina en un círculo estrecho donde su futuro está ya concertado y el día a día es tan confortable y seguro que no le permite ninguna otra exigencia.
Lo que produce la vuelta de tuerca de la trama es una herencia, factor que siempre ha dado mucho juego en la ficción, pero que en este caso no cumple el papel que juzgamos previsible. Nuestra heroína no goza de golpe de fortuna alguno, al contrario, el bien que recibe va a acarrearle un sinfín de problemas y gastos. Cumple también la función de desencadenar una serie de hechos que acabarán proporcionándole la excusa para dar ese giro a su vida que, aún sin planteárselo de forma consciente, estaba necesitando.
Al momento de romper con todo se le suele atribuir una espectacularidad que no tiene. Hasta los grandes cataclismos humanos se producen de la manera más anodina y rutinaria. Nada de lo que nos ocurre, por muy traumático o maravilloso que sea, va acompañado de sones de trompeta: cubrimos la tostada con mantequilla mientras hipamos y nos sorbemos los mocos en la habitación contigua a la que alberga el ataúd de nuestro padre, por poner un ejemplo que despiste. Ese es, precisamente, uno de los méritos de esta película, correcta, bien dirigida e interpretada pero, sobre todo, fiel a la realidad más cotidiana, que, a fin de cuentas, es la que emociona, siempre que se presente con convicción.
 
Existe un elemento que se mantiene semi-oculto y, que de haberse desarrollado hubiese llevado la historia a otro nivel. Hablo de esa pariente que parece conocer muy bien a Christina, tanto que sus previsiones ejercerán, tras su fallecimiento, un papel decisivo, no solo en la vida de esta, sino en la de todo su círculo. Pero lo que, en principio,  consideramos astuta sabiduría de la anciana, bien podría ser producto de un mero capricho, y simple casualidad lo que sucede más tarde. Considero un fallo del guión esta vaguedad argumental. Cierto es que nos llevaría muy lejos dar consistencia a estas intuiciones, pero no se puede negar que no es lo mismo atribuir un vuelco del destino a los calculados designios de una abuela que ha pasado a mejor vida, que a una concatenación de hechos monda y lironda.  
 
La familia en bloque pasa del escepticismo y la oposición fulminante a una resignada tolerancia para acabar entregándose incondicionalmente. Como suele ocurrir fuera de la pantalla, la mayor parte de las veces son las circunstancias quienes dan forma a las actitudes de uno y otro signo. En este caso, los hechos transcurren con la misma monótona fluidez que en la realidad y se ven interrumpidos por los sobresaltos e incidencias que asaltan de vez en cuando a todo el mundo. Por eso, como es lógico, asistimos al momento más típicamente novelesco, la prueba de fuego que evidencia irrefutablemente la sabiduría narrativa del guionista o su contraria: el amor. Duculot no se presta a concesiones y conduce a los personajes por derroteros que, precisamente por estar tan cargados de verdad, apenas podíamos prever.
 
 
En definitiva y, para bien o para mal, un pedazo de vida. Exactamente como si estuviésemos espiando a alguien por el agujero abierto en una tapia.

 
·         Título original: Au cul du loup (Miles from Anywhere)
·          Año: 2011
·         Duración: 83 min.
·         País: Bélgica
·         Dirección: Pierre Duculot
·         Guión: Pierre Duculot
·         Fotografía: Hichame Alaouie
·         Coproducción Bélgica-Francia
·         Género: Drama

2 comentarios:

  1. Pues tiene muy buena pinta. A ver si la puedo ver.

    Y lo que tú dices, la vida no es ni tan rutinaria como nos lamentamos ni tan dramática o maravillosa como nos gustaría.

    Pienso que está mas cerca de la tragicomedia costumbrista.

    Un beso,

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  2. (No he podido entrar en blogger durante una semana, pero siempre contesto)

    Aviso que es de las que la gente llama lentas porque ocurren más cosas en el interior de la gente que fuera. Supongo que a ti no te importa, pero quizá a algún lector del blog sí.

    Yo tengo un concepto diferente de la lentitud. Llamo lenta a una película en le que una persecución dura tres cuartos de hora, porque en realidad no pasa nada importante y me muero de aburrimiento.

    También me gustó porque hay algo que me conecta a ella.

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