jueves, 12 de septiembre de 2013

Charlas con Paco Tella: El reencuentro

Paco y Cristina llevaban dos semanas de morros y no contestaban el teléfono. Cogí la bici y me puse en marcha, sabía que, si me lo tomaba con calma, llegaría a mi antiguo barrio de noche. Era la mejor manera de obligarles a que me invitasen a cenar. Ya arriba, en los bultos borrosos que vislumbré tras la ventana de la cocina al otro lado del patio de luces, me pareció adivinar dos figuras que discutían la posibilidad de no abrirme. Fantaseé con la idea de quedarme allí días y días, retándoles a que resistiesen, forzando la situación, hasta que acabasen abriendo para no morirse de hambre. Imaginé, incluso, esa escena de los viejos tebeos, donde se pintaba al que espera, fuese hombre o mujer, con una larguísima barba blanca.
Pero no hay que hacerme caso, yo siempre he tenido mucha imaginación.
Paco abrió enseguida y, si se extrañó, no lo hizo notar.
-Entra, anda. Te estábamos esperando.
Aún me quedaba un resto de rebeldía.
-Desde luego. Ya me ha dicho el gato que os había puesto al corriente.
Cristina apareció quitándose el abrigo, me besó con la cara fría. Acababa de llegar de no sé dónde. fue una casualidad no encontrármela.
-Anda, anda. –protestó- Deja a Mancha en paz que el pobre no tiene la culpa. Coloca eso en la percha y tómate una cerveza con nosotros.
-¿Te gustan las alcachofas, Molina?
-Sí, mucho, pero acabo de zamparme un bocata de atún.
En momentos así, ¿quién tiene ganas de comer? Solo quería que me invitasen, no cenar con ellos.
Me apalanqué en el taburete de la entrada sin que nadie me lo pidiese. Ellos se quedaron de pie, mirándome.
-Me voy ya. Solo he venido a deciros que ha sido imposible sacar las entradas.
-¿Y solo por eso has hecho dos horas de camino? –me espetó Paco- ¿No podías habernos llamado
Pasé por alto que no se habían dignado contestar.
-Pues no. Hay veces que es mejor verse las caras. Escucha: en la obra que íbamos a ver el sábado sacan una máquina de humo, velas y creo que hasta incienso.
-¡Hala! ¡Qué bestias!
-Ya te digo. Aquello va a ser insoportable, creo que no voy a ir ni yo. Aún no tengo asma pero, como se empeñen, al día siguiente estoy como tú.
-Oye. –Cristina se quedó mirándome- Tú te quedas a dormir. Ya sabes que tengo camas de sobra.
-Sí, hombre. –Me levanté en el acto- Mucho gusto ¿eh? Tengo que irme.
Ellos seguían de pie frente a mí como dos pasmarotes, muy quietos.
-A este paso no volveré a pisar un teatro. ¿Es que no pueden vivir sin ensuciar el aire? ¡Qué asco!
-Paciencia, hijo. –Dije abriendo la puerta.- No se os olvide echar el cerrojo, quiero veros cabreados mucho tiempo.
-¿Contigo?
-No, con el mundo. Jajaja.
-Ya has vuelto a dar el portazo, ¡capulla!
-No os oigo. –Canturreé. Luego me metí en el ascensor. Ya podían ponerme verde si querían, esta vez tenían mi bendición.
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martes, 10 de septiembre de 2013

EPOC y su tratamiento

Cómo se trata la EPOC

Autor: Dra. Mercè Piera - Revisado: 30 de Noviembre 2011

El abandono del tabaco es esencial en el tratamiento de la EPOC.



Es imprescindible dejar el tabaco
El tratamiento de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) tiene tres grandes objetivos:
- Frenar la progresión de la enfermedad a través del abandono del consumo de tabaco. El tabaco es la principal causa de EPOC.
- Mejorar los síntomas mediante fármacos y rehabilitación respiratoria.
- Prevenir y tratar las complicaciones mediante la administración de antibióticos, vacunas y oxígeno.

Deshabituación del tabaco

El abandono del consumo de tabaco es la única medida que puede impedir la progresión de la enfermedad, por lo que constituye una prioridad en el tratamiento de la EPOC. El elemento más importante para dejar de fumar es la voluntad del propio paciente. Sin embargo, existen diversos tipos de tratamientos que pueden ayudar a conseguir la deshabituación tabáquica: la terapia psicológica, la terapia sustitutiva con nicotina (se administra nicotina en forma de chicles, de parches adhesivos que se pegan a la piel, de nebulizadores o de inhaladores) y la terapia con un fármaco denominado Bupropion. La aplicación de uno u otro depende del grado de dependencia de cada individuo.

Fármacos que se utilizan en el tratamiento de la EPOC

Broncodilatadores: su acción fundamental consiste en reducir la obstrucción de los bronquios relajando la musculatura bronquial. Son los fármacos que se utilizan habitualmente para mejorar los síntomas de la EPOC. Existen tres clases de fármacos broncodilatadores:
- Fármacos simpaticomiméticos: Se administran por vía inhalatoria.
- Fármacos anticolinérgicos: También se administran mediante un inhalador.
- Teofilinas: Se administran por vía oral. Su uso se reserva para los casos en que persiste la sintomatología con la utilización de broncodilatadores inhalados, ya que las teofilinas no están exentas de efectos secundarios y deben realizarse análisis para controlar la concentración que alcanza el fármaco en la sangre y ajustar las que el paciente debe tomar
Si es necesario, se utilizan distintos tipos de broncodilatadores en combinación.


Antiinflamatorios corticoesteroides: se utilizan para disminuir la inflamación de los bronquios en los casos en que el tratamiento broncodilatador no es suficiente o durante las reagudizaciones. Mucolíticos: son fármacos que fluidifican el esputo y facilitan su expulsión. La correcta hidratación mediante una ingesta adecuada de líquidos es muy importante para fluidificar el esputo y favorecer su expulsión.




Rehabilitación respiratoria

Cuando la EPOC está avanzada, aparece dísnea (dificultad respiratoria con sensación de falta de aire) al realizar pequeños esfuerzos. La disnea limita la capacidad de ejercicio del paciente, el cual permanece sedentario. Esta falta de ejercicio hace que el sistema cardiovascular se adapte menos al esfuerzo y que se debilite la musculatura, lo cual dificulta aún más la realización de actividades físicas. De esta forma, se cierra un círculo vicioso y se deteriora la calidad de vida del paciente, debido a lo cual suele aparece ansiedad, depresión y aislamiento del entorno.


El objetivo de la rehabilitación respiratoria es mejorar la función respiratoria y la tolerancia al ejercicio y disminuir el número de ingresos hospitalarios. En definitiva, su objetivo es mejorar la calidad de vida. Esto se consigue realizando diariamente ejercicios simples como andar, subir escaleras, nadar o pedalear en una bicicleta estática. Además, es recomendable realizar ejercicios con las extremidades superiores, ya que así mejora la dificultad respiratoria. También se enseñan al paciente técnicas para facilitar la expulsión de las secreciones bronquiales.
La rehabilitación incluye una nutrición adecuada y apoyo psicológico en los casos en que existe depresión y ansiedad.


Prevención y tratamiento de las complicaciones

Antibióticos: suelen administrarse durante las reagudizaciones, ya que la mayoría están causadas por infecciones respiratorias. Vacunas: los pacientes afectos de EPOC deben vacunarse cada otoño contra la gripe. Oxigenoterapia: la administración de oxígeno está indicada en pacientes que han desarrollado insuficiencia respiratoria crónica importante. Existen diversos dispositivos que permiten su administración en el propio domicilio del paciente. El abandono del consumo de tabaco y la oxigenoterapia son las dos únicas medidas que alargan la supervivencia en los pacientes afectos de EPOC.


EPOC y trasplante pulmonar

Existe la posibilidad de realizar un trasplante pulmonar a aquellos pacientes con enfermedad avanzada, para los que no existe otra posibilidad de tratamiento y que se prevé que fallecerán en el plazo de dos o tres años. El paciente no debe ser mayor de 65 años si está previsto realizar el transplante de un solo pulmón, y no debe ser mayor de 60 años si está previsto realizar el trasplante de los dos pulmones.

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domingo, 8 de septiembre de 2013

La EPOC afecta de forma especial a las mujeres

La EPOC afecta de forma especial a las mujeres. Estudio.

El Presidente del Congreso Europeo de Respiratorio, Dr. Joaquim Gea, ha presentado un trabajo pionero del Hospital del Mar sobre la Enfermedad Obstructiva Crónica en mujeres. Más síntomas, mayor sensación de falta de aire, mayor afectación muscular y lesiones que en los hombres con igual gravedad de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), aunque con una reparación muscular más activa. Así lo ha demostrado un estudio del Hospital del Mar que que ha constatado estas características que afectan especialmente a las mujeres.

El primer estudio mundial sobre las diferencias en la afectación muscular y cardiovascular derivada de la EPOC en la mujer.
Hasta ahora no se había estudiado adecuadamente cómo se comportaba esta enfermedad en una amplia serie de mujeres, ya que la población femenina afectada era relativamente pequeña. Sin embargo, el crecimiento del hábito tabáquico en el género femenino ha contribuido a una creciente prevalencia de mujeres con esta enfermedad. El estudio realiza por primera vez a nivel mundial una valoración funcional completa de los diferentes aparatos del organismo, incluyendo además análisis de sangre y una biopsia del músculo cuádriceps, evaluando las diferencias de la afectación en hombres y mujeres en distintas fases de la enfermedad, tanto a nivel de síntomas como de afectación muscular. Destacan las diferencias observadas en los síntomas (mayor disnea en mujeres) y en el grado de lesión muscular. Aún no se sabe por qué aparecen estas diferencias en función del género en la EPOC, siendo una hipótesis el papel que puedan jugar las diferentes hormonas.
La EPOC: una enfermedad que va mucho más allá del pulmón.
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una enfermedad que no sólo afecta al pulmón sino que se producen manifestaciones en todo el organismo (sistémicas). La principal y que repercute directamente en la calidad de vida de los/las pacientes es la afectación de los músculos de piernas y brazos, lo que condiciona directamente sus actividades cotidianas y movilidad en general. La cuestión es que estos pacientes tienen dificultades para caminar y realizar sus tareas cotidianas no sólo porque se ahogan sino porque sus músculos son poco eficaces, al no procesar correctamente el oxígeno que reciben a través de la sangre.
La EPOC es una enfermedad crónica, y por tanto no reversible, pero se ha visto que cambiar algunos hábitos puede mejorar la calidad de vida de los pacientes. Los consejos básicos que éstos reciben son dejar de fumar y hacer ejercicio regularmente para mejorar la fuerza y la resistencia de los músculos afectados. Los programas multidisciplinares de rehabilitación, como el que ofrece el Hospital del Mar, no se centran sólo en la respiración sino que una parte también muy importante es la educación respecto de la enfermedad, y el re-entrenamiento de la capacidad muscular y de esfuerzo.
Líneas de trabajo futuras.
Los resultados obtenidos nos animan a continuar los estudios sobre la EPOC en mujeres, para analizar el nivel y características de la lesión muscular que hemos observado por microscopía (óptica y electrónica). También analizaremos si la evolución y el pronóstico de la enfermedad son los mismos para hombres y mujeres.
Este trabajo, junto a otros sobre diversas enfermedades pulmonares, se a dado a conocer en el marco del Congreso de la Sociedad Europea de Respiratorio que tuvo lugar en Barcelona del 7 al 11 de septiembre. El Jefe de Servicio de Neumología del Hospital del Mar, el Dr. Joaquim Gea, auxiliado por la epidemióloga Judith García-Aymerich del CREAL, es el Presidente de este encuentro, que reunirá a más de 20.000 congresistas, entre ellos médicos de diferentes especialidades, enfermeros y fisioterapeutas.
Barcelona es, después de Londres, la segunda ciudad europea con mayor tradición y prestigio en estudios sobre el sistema respiratorio, con diversos profesionales que son referentes internacionales en este campo como es el Dr. Gea a nivel tanto de los estudios musculares como de la EPOC en general. El Servicio de Neumología del Hospital del Mar posee un Grupo de investigación que actúa desde el estudio clínico y fisiológico de los pacientes hasta el análisis de sus muestras biológicas, con ensayos clínicos, modelos animales y cultivos celulares relacionados con las enfermedades respiratorias. La implicación de un mismo grupo en todas estas distintas áreas del estudio científico es muy infrecuente, ya que los centros investigadores se limitan normalmente a los estudios clínicos o bien a los de investigación más básica.

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viernes, 6 de septiembre de 2013

La mejor oferta (La migliore offerta) - 2013

Hay dos cosas que me gustan del cine, como dicen algunos, más que comer con los dedos y más que mojar pan en la salsa. La primera es acudir a una sala de confianza, acompañando a alguien cuyos gustos coinciden con los míos (dos garantías de éxito) sin tener ni pajolera idea de lo que voy a ver. Sobre todo si salgo encantada. Y con esas premisas es casi seguro que ocurra.
La segunda son las pelis de tramposos. Es un subgénero que me chifla, no puedo evitarlo. Me muero de emoción cuando alguien sale escaldado, pero si todo resulta una conjura y el verdadero timador es el que nos parecía un inocentón sin remedio a lo largo de toda la trama, entonces se puede decir que entro en éxtasis. Claro, que todo eso está ya muy explotado y hay que reinventarlo sin cesar. Lo peor que puede ocurrirte si te has molestado en acercarte a la pantalla grande es ver un clon de otra película.
Pero a los diez minutos de estar sentada ya reventaba de placer. ¡Madre mía, que guión tan bueno! Y aún quedaba lo mejor. Estoy segura de que me brillaban los ojos aunque estuviese en una sala oscura rodeada de hombros y espaldas.
Una joven que padece agorafobia contrata a un experto en arte bastante maniático para que subaste los objetos de su rica mansión heredada de unos padres millonarios. Lo más curioso es que el tasador, a pesar de eludir activamente todo contacto físico y de que no se le conoce relación con mujer, está fatalmente obsesionado con la belleza femenina. La prueba es su fabulosa, y algo espeluznante, colección de retratos que guarda como oro en paño y que no permite contemplar a nadie nunca. Pero, tal para cual, su cliente tampoco permite que la vean.
Si el primer acierto es el guión, con esa tensión psicológica que envuelve al espectador y lo mantiene en vilo durante las ¡tres horas! de espectáculo, el segundo, sin duda, es el casting. El protagonista, Virgil Oldman (¡pedazo de apellido irónico!), es interpretado por Geoffrey Rush que, no solo da perfectamente el perfil físico, es que se apropia del personaje por entero, lo convierte en suyo de principio a fin, produciendo, a su vez, una gran evolución mental y física. Hasta tal punto llegan sus progresos que acaba expulsando la mayor parte de sus manías para ir por delante de su amada y guiarla en la gestión de su patología, lo que conlleva una evidente transformación corporal, incluso parece embellecer algo. Finalmente, Oldman se ha transformado en la mejor obra de arte de Oldman.
Igual de bien elegida está la dama del cuento. Sylvia Hoeks encarna a Claire, la aparición tan impactante como largamente esperada. ¿Puede ser que una chica tan guapa...? Pero la vida es así de cruel a veces: existe la manzana envenenada, tras un aspecto agradable se puede ocultar la enfermedad más terrible. 
¿Y Donald Sutherland? Tan extraordinario como siempre ejerciendo de amigo incondicional. Es el único que no engaña de todo el reparto, aunque esa fisonomía francamente pícara se utiliza para confundirnos y, de hecho, lo hace. La idea es que el espectador no se fie de nadie para que la liebre salte dónde menos se la espera.
¿Y Jim Sturgess? A mí me daba mala espina.  Estaba convencida de que la chica se la iba a pegar con él. Al fin y al cabo es el galán joven. Peor aún, se descubren una sarta de mentiras que giran en torno a su novia. Pero eso no es más que otra treta del guionista para mantenernos en la inopia.
Estamos ante una estrategia parecida a la de las muñecas rusas. El fraude y la falsificación del mundo artístico involucra a unos personajes que, a su vez, nos engañan a nosotros en un film que carga con una tradición equívoca, tomando prestadas sus fórmulas sin llegar a plagiar del todo, manteniéndose en una difícil zona entre dos aguas, a igual distancia del fiasco que del producto irreprochable.
Con una fotografía que nos envuelve en una abrumadora sucesión de hermosas imágenes, resulta algo artificiosa en ocasiones pero eso no importa  mucho. Se produce como un baile algo estilizado entre dos personalidades complejas y bastante patológicas que se reconocen mutuamente. Eso dota de un encanto inusual al conjunto y aporta una verosimilitud paradójica, pues algo tan enrevesadamente increíble no se puede fingir fácilmente, ha de ser cierto por fuerza.
Tampoco hay que olvidar algún cabo suelto en la trama. ¿Cómo un carácter tan escrupulosamente meticuloso y una auténtica autoridad en el mundo del arte puede meterse en tamaña ratonera? Pero el hombre otoñal actúa así a veces. Se trabuca, pierde pie. Cuanto más le engañan más se obstina en creérselo. Su dignidad de varón está en juego, y eso es tanto como el concepto global de sí mismo. Hay que tener en cuenta la diferencia de edad y la belleza de la chica. En cuanto, por fin, se mostró en la pantalla, encontré que había gato encerrado, entonces y no después. Pero luego me dejé envolver por los acontecimientos que me condujeron, de escena en escena, hasta la gran traca final. Si nos divertimos con un espectáculo de magia no es porque ignoremos que tiene truco. Y aquí sucede exactamente lo mismo.

Puedes ver la ficha técnica aquí 


miércoles, 4 de septiembre de 2013

Una fórmula mágica para reducir el desempleo

¿Imposible resolver el problema del paro? Pues quizá no tanto. Puede ser que solo haga falta proponérselo. Pero, claro, habría que rascarse los bolsillos. ¿Quién? Los que los tienen llenos, naturalmente. ¿Que esos son los que jamás sueltan un euro? Ya, ya.

Hace muchos años, nada menos que en 1935, un eminentísimo filósofo ya dijo algo sobre eso. Pero no aprenderemos nunca.

 La técnica moderna ha hecho posible reducir enormemente la cantidad de trabajo requerida para asegurar lo imprescindible para la vida de todos. Esto se hizo evidente durante la guerra. En aquel tiempo, todos los hombres de las fuerzas armadas, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en la fabricación de municiones, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en espiar, en hacer propaganda bélica o en las oficinas del gobierno relacionadas con la guerra, fueron apartados de las ocupaciones productivas. A pesar de ello, el nivel general de bienestar físico entre los asalariados no especializados de las naciones aliadas fue más alto que antes y que después. La significación de este hecho fue encubierta por las finanzas: los préstamos hacían aparecer las cosas como si el futuro estuviera alimentando al presente. Pero esto, desde luego, hubiese sido imposible; un hombre no puede comerse una rebanada de pan que todavía no existe. La guerra demostró de modo concluyente que la organización científica de la producción permite mantener las poblaciones modernas en un considerable bienestar con sólo una pequeña parte de la capacidad de trabajo del mundo entero. Si la organización científica, que se había concebido para liberar hombres que lucharan y fabricaran municiones, se hubiera mantenido al finalizar la guerra, y se hubiesen reducido a cuatro las horas de trabajo, todo hubiera ido bien. En lugar de ello, fue restaurado el antiguo caos: aquellos cuyo trabajo se necesitaba se vieron obligados a trabajar largas horas, y al resto se le dejó morir de hambre por falta de empleo. ¿Por qué? Porque el trabajo es un deber, y un hombre no debe recibir salarios proporcionados a lo que ha producido, sino proporcionados a su virtud, demostrada por su laboriosidad. Ésta es la moral del estado esclavista, aplicada en circunstancias completamente distintas de aquellas en las que surgió. No es de extrañar que el resultado haya sido desastroso. Tomemos un ejemplo. Supongamos que, en un momento determinado, cierto número de personas trabaja en la manufactura de alfileres. Trabajando digamos ocho horas por día, hacen tantos alfileres como el mundo necesita. Alguien inventa un ingenio con el cual el mismo número de personas puede hacer dos veces el número de alfileres que hacía antes. Pero el mundo no necesita duplicar ese número de alfileres: los alfileres son ya tan baratos, que difícilmente pudiera venderse alguno más a un precio inferior. En un mundo sensato, todos los implicados en la fabricación de alfileres pasarían a trabajar cuatro horas en lugar de ocho, y todo lo demás continuaría como antes. Pero en el mundo real esto se juzgaría desmoralizador. Los hombres aún trabajan ocho horas; hay demasiados alfileres; algunos patronos quiebran, y la mitad de los hombres anteriormente empleados en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo. Al final, hay tanto tiempo libre como en el otro plan, pero la mitad de los hombres están absolutamente ociosos, mientras la otra mitad sigue trabajando demasiado. De este modo, queda asegurado que el inevitable tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal. ¿Puede imaginarse algo más insensato? 

Fuente: Bertrand Russell. Elogio de la ociosidad. Ed. Edhasa. Barcelona 1986

Puedes leer el fragmento íntegro aquí

lunes, 2 de septiembre de 2013

Charlas con Paco Tella. El desencuentro

Hoy tengo que confesar mi falta de tacto. He discutido con mis grandes amigos, con los dos porque, mientras hablaba con Paco, Cris ha agarrado el teléfono y se ha despachado a gusto. Es verdad que yo conozco su situación como nadie y, por tanto, no debería caer en esos fallos tan tontos, pero han de reconocer que soy una incondicional suya y si tomo alguna decisión que les disgusta no tienen más que hacérmelo notar. Nunca he tenido problema para rectificar tratándose de algo así.
Todo esto se debe a las dificultades de Paco cuando tiene que respirar ciertos líquidos en evaporación, humos de toda índole, nubes de polvo y demás, y, en particular, con la cantidad de precauciones necesarias a la hora de pisar un  teatro. Antes de que nos piquen la entrada, hay que preguntar si se fuma tabaco (que está prohibido), o cualquier otra sustancia (unas permitidas y otras no), si van a utilizar aerosoles en escena, poner en marcha efectos especiales con humo, arrojar toneladas de arena al escenario, o cualquier otro efecto contaminante. Parecerá una exageración, pero por todas estas experiencias –y quizá alguna más que se me olvida– han pasado alguna vez mis amigos; y yo, casi siempre, he sido testigo de la angustia, del rápido traslado a urgencias, del suministro de oxígeno primero e ingreso en la UVI a continuación, de la noche en la sala de espera con el alma de un hilo hasta que se nos informa de que Paco está fuera de peligro. Si habéis vivido algo así, os lo podéis imaginar perfectamente.
Esto es lo que ha pasado, más o menos.
-Hola Paco, ¿qué tal?
-Bien, tirando, como siempre.
-Oye, mira, quería preguntarte si al final vais a venir a ver la obra o no. Es por hacer planes, ¿sabes?
-Es que aún no lo sabemos, Molina. Depende de si los dos pequeños se van de campamento ese fin de semana. Pienso que no hará tan mal tiempo como para que se suspenda, pero si se quedasen, no podemos dejarlos solos. No tienen edad para eso aún.
-Ya. Si lo entiendo. Pero es que he pensado… Verás, en lugar de revender vuestras entradas, podrían venir Lourdes, su hermana y las parejas respectivas. Si vosotros no estáis seguros, sacaríamos entradas para los seis y ya nos veríamos otro día. Espero que no os importe.
Desde que me he mudado a la orilla del mar, he conocido a mucha gente, pero me las arreglo para verlos a todos. Cuando a una le interesa, solo es cuestión de organizarse.
-¿Quieres decir que no me puedes juntar con tus amigos?
-No, no es eso. A ver… Oye Paco, no te enfades, lo que pasa es que…
-No te digo lo que me parece, Molina, porque estaría feo y yo soy un caballero, ya lo sabes.
-Pero es que cuando venís vosotros…
-Sí, ya lo sé, damos problemas. Somos la mar de incómodos, por desgracia. Debes pasarlo tan mal con nosotros que evitas que tus amigos pasen por lo mismo. Pues no te preocupes, ya  no hace falta que volvamos a salir juntos.
-Pero Paco, cielo ¿qué estás diciendo? No te lo tomes así.
-Mira chavala., –ahora era su mujer. Su voz estaba llena de rabia, supuse que le había arrebatado el auricular de un tirón– no sé lo que harías si alguno de nosotros estuviese ciego o fuese en silla de ruedas. Eso todavía es más pesado  ¿verdad? Mejor encerrarnos en una urna. Pero de ladrillo, para que no se nos vea. Y sin puerta, así no podríamos salir a dar la coña a nadie. Eso sí, piensa que alguna vez te puede pasar a ti. Ya verás lo que se siente siendo una molestia.
-Pero eso no es así, Cristina. Simplemente, quería que estuvieseis cómodos. Puede que no me haya puesto en vuestro lugar, pero podemos arreglarlo de otra forma. Verás lo que voy a hacer: compro entradas para todos y, si vosotros no venís, las revendo en la puerta.
No me dejó acabar la frase, el teléfono se puso a pitar a un volumen irritante y tuve que colgar. Ahora soy yo la que está rabiosa. Pero por la situación, no por ellos, En el fondo, creo que tienen toda la razón. Si yo aún no estoy preparada para esos casos –y confieso que no lo estoy del todo– mucho menos el resto del mundo. Eso significa que Paco y Cristina tienen que habérselas con un estado de hostilidad permanente. Me consta.
Pero les quiero. Y no sé qué puedo hacer.


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