viernes, 30 de agosto de 2013

Cinco de las diez patologías más mortíferas del mundo son respiratorias

Madrid. (EP).- Cinco de las diez enfermedades que más muertes provocan en el mundo son de carácter respiratorio, según señalan desde la revista especializada The Lancet en una clasificación que sitúa a tres de ellas entre las cinco primeras.
La primera patología respiratoria en este ranking es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la cual se ubica en la tercera posición. Tras ella, se encuentra las infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón, emplazándose en la cuarta y quinta plaza, respectivamente.
Más atrás que dan ya los accidentes de tráfico asociados a las apneas del sueño, que se emplazan en octavo lugar, y la tuberculosis, que cierra una lista que demuestra el gran impacto en la mortalidad de las enfermedades respiratorias.
Ahondando en la EPOC, se expone que ésta se caracteriza "por el enlentecimiento no reversible del paso del aire por las vías respiratorias". Ésta se encuentra presente en más de 328 millones de personas.
A juicio del epidemiólogo y director del Comité de Relaciones Internacionales de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), el doctor Joan B. Soriano, esta patología "es un importante problema de salud mundial", el cual se encuentra altamente infradiagnosticado.
En este sentido, manifiesta que, a día de hoy, "existirían 2.185.000 personas con EPOC en España, de las que mueren 18.000 personas al año". No obstante, anualmente "se registra un infradiagnóstico del 73 por ciento".
El tumor de pulmón provoca un 19% del total de tumores
Respecto a las infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón, Soriano afirma que las primeras causan 3,2 millones de muertes, mientras que el segundo provocó la muerte de 1,5 millones de personas en 2010, lo que se traduce en un 19 por ciento de las muertes por cáncer. De ellas, el 70 por ciento se debe al consumo de tabaco.
Ante ello, el especialista confirma que el tabaquismo "es el primer causante de la mortalidad debido a enfermedades respiratorias", por lo que el abandono inmediato del tabaco es recomendado por la Separ, que recuerda el riesgo para los fumadores pasivos.
Hablando de los accidentes de tráfico y las muertes relacionadas con éste y con la apnea del sueño, Soriano informa de que el 20 por ciento de ellos tienen que ver con esta enfermedad. Además, éstos "suelen ser hasta cuatro veces más graves que los causados por las drogas, el alcohol o los trastornos mentales", asegura.
Por último, el especialista de Separ mantiene con respecto a la tuberculosis que "la gran mayoría de los enfermos pueden curarse a condición de que los medicamentos se tomen correctamente". Ello ha derivado en que "la tasa de mortalidad haya disminuido un 41 por ciento entre 1990 y 2010", concluye.


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miércoles, 28 de agosto de 2013

Los efectos de la normativa antitabaco se verán a largo plazo

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LAVOZDEAVILES.ES
AVILÉS
Los efectos de la normativa antitabaco se verán a largo plazo
Los especialistas aseguran que ya se ven consecuencias de las restricciones en los trabajadores de la hostelería 
23.09.13 - 01:39 - 
F. DEL BUSTO | AVILÉS

Los profesionales de la Unidad de Gestión Clínica de Neumología en el Hospital San Agustín apoyan los cambios legales que, en los últimos años han restringido los lugares para el consumo de tabaco, la principal causa de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). «Estamos a favor de las medidas contra el tabaco. Esperemos que no den marcha atrás. Llevan poco tiempo, aunque ya existe un primer efecto en la salud de los trabajadores de hostelería, en quienes se han reducido molestias que tenían por su alta exposición al tabaco», comenta el doctor José María García.
Entre los especialistas existe una duda científica sobre si la limitación del consumo ya se nota en una reducción de la incidencia de la EPOC y otras enfermedades asociadas al tabaquismo. «Algunos estudios ya lo avanzan, pero aún es pronto. Se notará más a largo plazo. La EPOC comienza a desarrollarse en el fumador después de veinte o treinta años , por lo que tiene que transcurrir más tiempo para que se noten los efectos de la normativa. De lo que no existe duda es de que el tabaco incide en el desarrollo de enfermedades frecuentes y muy graves como el cáncer de pulmón o patologías cardiovasculares», comenta el doctor José Antonio Gullón.
Así, la primera medida que se debe afrontar cuando se conoce el diagnóstico es abandonar el tabaco. «La capacidad pulmonar desciende de forma natural en todas las personas según vivimos. Es un proceso que en los fumadores se da de una forma más pronunciada. Si una persona deja de fumar, se evita ese descenso más rápido que un no fumador», comenta el doctor García. El cese del tabaquismo es la primera medida. A partir de ahí, los especialistas disponen una serie de recursos que se utilizan en función de la gravedad del paciente y sus características particulares, como puede ser otras enfermedades asociadas.
«En función de la gravedad, se aplican broncodilatadores», comenta José Antonio Gullón, «otra medida importante es que cada año participen en la vacunación antigripal y del neumococo».
El doctor José María García explica que el tratamiento puede incluir oxígenoterapia incluso rehabilitación pulmonar para volver a aprender las técnicas de respiración que realizamos de forma automática. «La EPOC no es una enfermedad que se cure, tan sólo se pueden aliviar sus síntomas y frenar el deterioro de los pulmones», explica. En algunos pacientes se llegan a realizar transplantes de pulmón.
En el caso de los ingresos hospitalarios, generalmente debido a infecciones y complicaciones, se suelen suministrar antibióticos. «Son casos de gran complejidad porque suelen tener otras enfermedades asociadas, lo que complica el tratamiento. La morbilidad de la EPOC es muy alta y también el deterioro en la calidad de vida. Hay pacientes que llegan a fatigarse con vestirse o estando en reposo», concluye el doctor García.


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lunes, 26 de agosto de 2013

EPOC y cromosomas sexuales

ideal.es
ÚLTIMAS NOTICIAS DE SOCIEDAD 14:31

Un estudio demuestra que la EPOC causa más lesiones pulmonares a las mujeres

Agencia EFE
Barcelona, 4 sep (EFE).- La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) causa más síntomas, mayor sensación de falta de aire, y más afectación muscular y lesiones a las mujeres que a los hombres, aunque ellas tienen una reparación muscular más activa, según un estudio del Hospital del Mar de Barcelona.
Según ha informado hoy este centro barcelonés, se trata del primer estudio mundial sobre las diferencias en la afectación muscular y cardiovascular derivada de la EPOC en la mujer.
Hasta ahora no se había estudiado adecuadamente cómo se comportaba esta enfermedad en una amplia serie de mujeres, ya que la población femenina afectada era relativamente pequeña.
Sin embargo, el crecimiento del hábito tabáquico en el género femenino ha contribuido a una creciente prevalencia de mujeres con esta enfermedad, señalan los especialistas.
El estudio realiza por primera vez, en un ámbito mundial, una valoración funcional completa de los diferentes aparatos del organismo, incluyendo además análisis de sangre y una biopsia del músculo cuádriceps, y evalúa las diferencias de la afectación en hombres y mujeres en distintas fases de la enfermedad, tanto en cuanto a síntomas como afectación muscular.
Destacan las diferencias observadas en los síntomas (mayor disnea en mujeres) y en el grado de lesión muscular.
Los especialistas desconocen aún por qué aparecen estas diferencias en función del género en la EPOC, aunque una de las hipótesis es el papel que puedan jugar las diferentes hormonas.
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) no sólo afecta al pulmón, sino que se producen manifestaciones en todo el organismo (sistémicas).
La principal y que repercute directamente en la calidad de vida de los pacientes es la afectación de los músculos de piernas y brazos, lo que condiciona directamente sus actividades cotidianas y movilidad en general.
La cuestión es que estos pacientes tienen dificultades para caminar y realizar sus tareas cotidianas no sólo porque se ahogan sino porque sus músculos son poco eficaces, al no procesar correctamente el oxígeno que reciben a través de la sangre.
La EPOC es una enfermedad crónica, y por tanto no reversible, pero cambiar algunos hábitos puede mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Los consejos básicos que éstos reciben son dejar de fumar y hacer ejercicio regularmente para mejorar la fuerza y la resistencia de los músculos afectados.
El Hospital del Mar ha informado de que continuará con los estudios sobre la EPOC en mujeres para analizar el nivel y características de la lesión muscular observada por microscopía (óptica y electrónica). También analizará si la evolución y el pronóstico de la enfermedad son los mismos para hombres y mujeres.
Este estudio será presentado por el doctor Joaquim Gea, jefe del Servicio de Neumología del Hospital del Mar, que presidirá el Congreso de la Sociedad Europea de Respiratorio que se celebrará en Barcelona del 7 al 11 de septiembre con la asistencia de más de 20.000 congresistas, entre médicos de diferentes especialidades, enfermeros y fisioterapeutas.
De Gea ha destacado que Barcelona es, después de Londres, la segunda ciudad europea con mayor tradición y prestigio en estudios sobre el sistema respiratorio. EFE
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sábado, 24 de agosto de 2013

Enfermedades respiratorias y esperanza de vida

¿Durante cuánto tiempo más podremos seguir ignorando esta terrible patología que se cobra anualmente 18.000 vidas, muchas más que la mayoría de causas que tanto nos preocupan?
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NOTICIAS - SALUD
18.000 PERSONAS MUEREN AL AÑO POR EPOC
Las enfermedades de carácter respiratorio están entre las principales causas de muerte
Las enfermedades de carácter respiratorio se encuentran entre las que provocan más muertes en el mundo. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es la más común, seguida de las infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón, todas ellas situadas entre las cinco primeras causas de muerte.

Agencias  |  Madrid  | Actualizado el 23/09/2013 a las 18:51 horas
Cinco de las diez enfermedades que más muertes provocan en el mundo son de carácter respiratorio, según señalan desde la revista especializada 'The Lancet' en una clasificación que sitúa a tres de ellas entre las cinco primeras.

La primera patología respiratoria en este ranking es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la cual se ubica en la tercera posición. Tras ella, se encuentra las infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón, emplazándose en la cuarta y quinta plaza, respectivamente.

Más atrás quedan ya los accidentes de tráfico asociados a las apneas del sueño, que se emplazan en octavo lugar, y la tuberculosis, que cierra una lista que demuestra el gran impacto en la mortalidad de las enfermedades respiratorias.

Ahondando en la EPOC, se expone que ésta se caracteriza "por el enlentecimiento no reversible del paso del aire por las vías respiratorias". Esta se encuentra presente en más de 328 millones de personas.

A juicio del epidemiólogo y director del Comité de Relaciones Internacionales de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), el doctor Joan B. Soriano, esta patología "es un importante problema de salud mundial", el cual se encuentra altamente infradiagnosticado.

En este sentido, manifiesta que, a día de hoy, "existirían 2.185.000 personas con EPOC en España, de las que mueren 18.000 personas al año". No obstante, anualmente "se registra un infradiagnóstico del 73 por ciento".

Respecto a las infecciones respiratorias y el cáncer de pulmón, Soriano afirma que las primeras causan 3,2 millones de muertes, mientras que el segundo provocó la muerte de 1,5 millones de personas en 2010, lo que se traduce en un 19 % de las muertes por cáncer. De ellas, el 70 % se debe al consumo de tabaco.

Ante ello, el especialista confirma que el tabaquismo "es el primer causante de la mortalidad debido a enfermedades respiratorias", por lo que el abandono inmediato del tabaco es recomendado por la Separ, que recuerda el riesgo para los fumadores pasivos.

Hablando de los accidentes de tráfico y las muertes relacionadas con éste y con la apnea del sueño, Soriano informa de que el 20 % de  ellos tienen que ver con esta enfermedad. Además, éstos "suelen ser hasta cuatro veces más graves que los causados por las drogas, el alcohol o los trastornos mentales", asegura. 

Por último, el especialista de Separ mantiene con respecto a la tuberculosis que "la gran mayoría de los enfermos pueden curarse a condición de que los medicamentos se tomen correctamente". Ello ha derivado en que "la tasa de mortalidad haya disminuido un 41 % entre 1990 y 2010", concluye.
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jueves, 22 de agosto de 2013

Difrencias entre asma y EPOC. Uso de corticoides

Un vídeo que puede ser muy útil a los que padecen estas enfermedades y a sus familias.

DIFERENCIAS ENTRE ASMA Y EPOC

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martes, 20 de agosto de 2013

Don Rufo bufa: Rajoy y la otra puerta



 En una ocasión comparé a Rajoy con un molusco, ahora ha metido la cabeza bajo la concha y solo la ha sacado el 1 de agosto, cuando España entera se consumía un año más en el chapapote del atasco o rodando sobre los raíles del tren. Es verdad que muchos no pueden permitirse esos lujos, pero tampoco ven la televisión por falta de suministro eléctrico. No se han perdido nada, Rajoy se limitó a repetir lo mismo de siempre, sin pruebas ni razonamiento alguno, pero ese cinismo, esa cara dura, al pretender que estaba explicando algo o comunicando alguna novedad, no solo era digna de verse sino ante todo y sobre todo de quedar grabada para futuras generaciones como ejemplo de hipocresía e ineficacia política. Y ahora, en esta España donde muchos no solo no tienen para pagarse las vacaciones sino que les falta hasta el pan y la sal, nuestro presidente ha encontrado una nueva concha en que ocultarse o, mejor dicho, un peñón.
No es que el de Gibraltar me parezca un asunto baladí. Nunca he entendido por qué los sucesivos gobiernos no han sido más combativos con él. Pero, puestos a no entender, lo mismo me pasa con otros muchos comportamientos (por ejemplo el que mantenemos respecto al Sáhara y algunos bastante más domésticos) ante los que nadie parece sorprenderse. Incluso es posible que, en el estado actual de cosas, en este revuelo que se ha montado como serpiente de verano para entretener a los ociosos no vaya a ser que  se pongan a pensar, el gobierno español tenga su parte de razón, o toda, da lo mismo. Porque lo de menos hoy día es el asunto de la pesca, el del contrabando de tabaco, los bloques de hormigón, el traslado de arena, el ministro principal, la intervención de Bruselas. Lo que me preocupa –naturalmente, sin despreciar ninguna de las cuestiones mencionadas– es que hayan vuelto a utilizar la cuestión nacionalista, a agitar las pasiones soterradas, a remover las vísceras del personal. Que, por cierto, todavía tiene los pies a refrescar pero ya veremos cuando vuelva todo el mundo. Se han encontrado con que ya no pueden utilizar el tema vasco –pues por mucho que manipulen, compliquen, estiren como chicle sus consecuencias, ahora mismo no convencerían a nadie– y que de repente los gibraltareños hayan tenido a bien darnos un poco de guerra les ha venido de miedo. Esta es una noticia que en cualquier otro momento se hubiese presentado como un asunto local (mucho más de lo que es en realidad ya que no suele interesar remover el asunto) y que, precisamente ahora, convenientemente amarilleada por los medios –que cada vez son más hábiles en esto–, retocada, exhibida, repasada hasta el detalle, sazonada de ingredientes populistas y presentada en su lado más emotivo (no olvidemos que cualquier suceso lo tiene y que aparece o no según convenga) volverá a exaltar el –hasta el momento– sosegado patriotismo de los televidentes.
 
 
Ya preveía el ministro Margallo, nada más acceder al cargo, que Gibraltar iba a ser el clavo ardiendo al que poder agarrarse en caso de que viniesen mal dadas. Su exclamación “¡Gibraltar español!” apareció en los medios como una anécdota chusca pero yo creo que lo dijo precisamente para ser grabado, que era un aviso a navegantes. No les cabía duda de que iban a necesitar algo así porque el arsenal de recortes, desahucios, legislación contra los trabajadores y demás, estaba lista desde mucho antes de ganar las elecciones. No contaban con la cascada de casos de corrupción que ha saltado a la opinión pública, con la vergüenza e indignación que consume al país entero, y menos aún con que ellos mismos –el partido en bloque y no solo alguna cabeza aislada– iban a quedar en evidencia con la vinculación al caso Gürtel de su propio tesorero y toda la sarta de vergüenza y escándalo que ha rodeado este asunto. Ahora, no solo es indispensable sacar al peñón en primera plana, además hay que hacerlo con campanillas. Aún más, con trompetas retumbantes. Escandalizarse con cada comentario del exterior, apiadarse falsamente de los pescadores perjudicados, lamentar el impacto ambiental, alarmarse por las consecuencias económicas del contrabando tabaquero.
¡Hay que ser hipócritas! Injusticias territoriales, contrabando, perjuicios económicos se están produciendo a diario, se han incrementado exponencialmente en los últimos tiempos, continuamente se vulneran  los derechos humanos, con el apoyo o no de la ley y, fuera de los propios afectados, a nadie parece importarle mucho. Es más, cualquier amago de protesta se ha reprimido duramente, se desacredita a todas horas a las víctimas de la crisis, se las silencia. Que se lo pregunten a los desahuciados, a los habitantes de las costas, a los parados eternos, a tanta gente a la que se calla la boca, a veces hasta agrediéndoles.
Cuando tenía cinco años –lo recuerdo perfectamente– soñé que caminaba por el largo pasillo de mi infancia, tan tenebroso en el sueño como me parecía en la vida real. Me topé con una puerta mágica que se abría a una sala repleta de luz y de gente, de música y palabras, una gran librería con bóvedas repletas de anaqueles y una actividad frenética. Niños jugando, adultos subiendo y bajando escaleras, un mostrador donde se vendían libros, un orador emitiendo palabras inaudibles para mí, una bailarina haciendo acrobacias… El día que habló Rajoy, todavía con el eco de su voz en los oídos, caí en un sopor profundo y volví a recorrer el pasillo, esta vez de mi casa actual, y a encontrar otra puerta misteriosa. Pensé que estaba clausurada pero a simple vista no la interceptaban más que dos cerrojos pequeños. Descorrí el primero, que cedió sin problemas. Me fijé en el de más arriba, aunque parecía obstruido lo moví con la misma facilidad. Empujé la puerta, despacio, con un poco de aprensión. Al otro lado se abría un pozo oscuro, profundísimo, que exhalaba una humedad heladora. La misma que dio lugar al sudor frío con que me desperté de un salto. Sí, aquel discurso producía pesadillas. A pesar de estar vacío. Como el pozo. O por eso, precisamente.
El país necesita otra puerta. Pero que no nos arroje al pozo como la que este gobierno ha abierto ante nosotros desde su llegada al poder. Ha de ser una puerta con salida al aire fresco, a nuevas ideas, independiente de las argucias interesadas de Alemania, abierta al pleno empleo, la prosperidad general, las nuevas ideas, la crítica constructiva, la ilusión. Una puerta que aporte soluciones igualitarias, algo que nunca, jamás, por mil años que gobierne, podrá aportar la derecha.
Por ello, posiblemente, sea indispensable una segunda puerta. Esta bien ancha, para que por ella salga el presidente y el gobierno entero con él.

domingo, 18 de agosto de 2013

Enma Bovary y las dos Anas

Delante del salón de té Les Liles, de París, se acumulan las boñigas. Tres suntuosos carruajes han llevado hasta allí a otras tantas distinguidas damas. Pero ya no están dentro. Antes de la llegada del ocaso, se han apresurado a recogerse.
Las enteladas paredes del local han escuchado sus palabras, en cambio los mozos, portadores de sendos candelabros, han ensordecido sus pabellones auditivos y no podrían repetir ni una sílaba. La sacrosanta discreción envuelve a este templo de la confidencia, en el que los tertulianos disfrutan a partes iguales de la repostería del local y de la invisibilidad que sus paredes proporcionan. No hay confabulación, ni desvergüenza, ni costumbre licenciosa, ni transacción equívoca en toda la Europa elegante que no hayan contemplado estas paredes. En realidad nada de lo que ha ocurrido o se ha dicho aquí ha tenido lugar realmente, puesto que lo que no se conoce no existe.

La opulenta mujer morena que ocupó el asiento más cercano al ventanal es Ana Ozores, una asturiana de Oviedo, que comparte nombre con la que se sienta enfrente. La esbelta figura con tez de porcelana llamada Anna Karenina nació una década antes y vive en San Petersburgo. La mujer que se ha sentado entre las dos y que, por edad, bien podría ser su madre, es una parisina menuda de nombre Emma y cuyo apellido matrimonial es Bovary.

Lo que han hablado entre ellas quedará fuera de las crónicas. Pero un duende zumbón escuchó algo, tomó notas y las dejó olvidadas por ahí. Agradeciendo el sempiterno despiste de los duendes franceses, nos apresuramos a trasladar aquí lo escrito:

-La vida, sin amor no tiene sentido -suspira lánguidamente la francesa- Antes que ser despreciada, prefiero la muerte.
 
-Y ¿qué es el amor Enma?-pregunta la española-. Yo todavía no lo conozco.
 
-No nos basta con ser amadas -interrumpe Anna, soñadora-. A todas nos quieren nuestros maridos.
 
-Será a vosotras, el mío no me hace ni caso. - replica la regenta - Si me fuese ahora, ni se enteraría. Él vive en su mundo.
 
-Pero sería lo mismo si notases su amor. -señala la rusa- Lo maravilloso es ser amada por alguien bello y apasionado, aventurero, encantador. Por alguien...
 
-¡Ah! -vuelve a suspirar Emma.
 
-Si estuviésemos ocupadas como ellos, si pudiésemos salir de casa, atender a los negocios, intervenir en los debates públicos, divertirnos, hacer vida social, ser libres.
 
-No sueñes, Ana, eso no ocurrirá nunca.
 
-Es tan aburrida esta vida doméstica.
 
-Carecemos de horizontes.
 
-¿Hay mayor horizonte que el amor?
 
-Puede que sí. Ellos no parecen echarlo de menos, si nosotras tuviésemos su vida, todo sería diferente. ¿No dices nada, Enma?
 
-No lo sé. No puedo imaginarme cómo sería yo si pudiese tomar las riendas de mi vida. Es una fantasía que está fuera de mi alcance. Solo sé que no quiero vivir más en este mundo vulgar y prosaico. No puedo resistir haber sido despreciada, lo he perdido todo, la vida es gris, monótona y absurda, solo sé que quiero morirme.
 
-Pues yo lucharé por lo que quiero- proclama aguerrida Anna.
 
-Me tacharéis de mojigata, pero creo que hay que conformarse con lo que el destino ha reservado para cada una de nosotras. El amor fuera del matrimonio es impuro y deleznable, tenemos que resignarnos y buscar alternativas, refugiarnos en nuestro propio mundo, alimentarnos de sueños. La mente es un arma poderosa.
 
-Pues yo necesito realidad. -Alega Enma- O eso o la muerte.
 
-Morir no es la solución. No me suicidaré nunca. A no ser que esté tan desesperada que me deje llevar de un impulso. -pronostica Hanna.
 
-Señoras, mi cochero ya ha llegado. -Informa la Ozores.
 
-Tengo que pasar por la botica y el mío no debe enterarse. ¿Me llevas, por favor, a la más próxima? Solo está a dos manzanas.
 
-¡Cómo no, Enma! ¿Qué tienes que comprar?
 
-Un ungüento para mi hija, tiene una erupción en la espalda.
 
Ahora sabemos que era arsénico lo que pidió al boticario. 
 
Un mozo retiró las sillas, se levantaron recogiéndose las faldas y salieron del local una tras otra. Ya pagarían la cuenta los maridos, ellas no llevaban dinero.

A falta de un auténtico cronista, nos tenemos que conformar con estas notas. Por fortuna, sus vidas no empezaron ese día ni acabaron al poner el pie en la calle. Están escritas. Y rodadas más de una vez.

viernes, 16 de agosto de 2013

Según la OMS, el tabaco es la primera causa de muerte evitable en España

MUNDIARIO
La Organización Mundial de la Salud define el tabaquismo como una enfermedad adictiva y crónica. Autor: Ana Prieto - Farmacéutica comunitaria. Licenciada en Farmacia por la Universidad de Santiago de Compostela. Máster en Comunicación en Salud 2.0 por la Universidad de Nebrija. Presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Lugo. Colaboradora de MUNDIARIO
Salus populi suprema est lex. La salud del pueblo es la ley suprema.
Cícero, Italia, 106–43 antes de la Era Cristiana
Es conocido por todos que la Organización Mundial de la Salud define el tabaquismo como una enfermedad adictiva y crónica. Esta adicción o dependencia es causada por la elevada capacidad adictiva de la nicotina, alcaloide tóxico que se encuentra en el tabaco.
Esta enfermedad presenta una elevada morbilidad y una elevada mortalidad, siendo la mayor causa de  muerte prematura en España, unas 140 personas al día.
Cada año en nuestro país a causa del tabaco mueren unas 60.000 personasy 1.500 de ellas son fumadores pasivos. Y según datos de Sanidad, el tabaco es la primera causa de muerte evitable en España.
El hábito de fumar es el responsable de que cada  6 segundos, alguien muere en algún lugar del mundo a causa del consumo de tabaco y si no se controla, se prevé que el consumo de tabaco causará la muerte de más de 8 millones de personas cada año en nuestro planeta hasta el año  2030, perdiéndose por su causa más de mil millones de vidas en este siglo, millones de muertes que son evitables, según se recoge en “El atlas del tabaco”, en su cuarta edición
http://www.tobaccoatlas.org/ publicada por la Sociedad Americana del Cáncer
Con el objetivo de evitar estas muertes y enfermedades prematuras asociadas al tabaquismo, el 31 de diciembre de 2010 se publicó en España la ley antitabaco
http://www.boe.es/boe/dias/2010/12/31/pdfs/BOE-A-2010-20138.pdf , que prohíbe fumar en “lugares accesibles al público en general o lugares de uso colectivo, con independencia de su titularidad pública o privada”, protegiendo esta normativa a las personas, del humo del tabaco.
Gracias a esta ley, que entró en vigor el 2 de enero de 2011, se está consiguiendo una importante mejora de la salud pública, y a día de hoy está respaldada por los ciudadanos ya que cuenta con su  apoyo mayoritario.
Según los últimos datos correspondientes al año 2011 que han sido facilitados por las comunidades autónomas, en los últimos 3 años en nuestro país, se ha reducido el número de fumadores en casi 1 millón de personas.
Es muy saludable dejar de fumar, ya que el abandono del hábito tabáquico  mejora la calidad de vida, ganando nuestra salud en general y produciéndose un aumento de la esperanza de vida al reducir de manera muy importante por ejemplo, el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Pero también al dejar de fumar, se deja de perjudicar a los “fumadores pasivos”, ya que el aire contaminado del humo del tabaco daña la salud de los que lo respiran de manera involuntaria, aunque no sean fumadores.
Para los gobiernos, las administraciones sanitarias y para los profesionales sanitarios, que conocemos los efectos perjudiciales del tabaquismo es nuestra responsabilidad advertir acerca de los peligros del tabaco, concienciar a la población de los riesgos que para la salud implica el consumo de tabaco,  y ofrecer  nuestros conocimientos para ayudar al abandono del hábito de fumar.
Según se recoge en la cuarta edición de El atlas del tabaco http://www.tobaccoatlas.org/uploads/Images/PDFs/TA4Spanish.pdf  “en septiembre de 2011, la ONU celebró una reunión de alto  nivel sin precedentes sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, con el claro reconocimiento de que la lucha contra el consumo de tabaco es fundamental para alcanzar el éxito. Los países estuvieron de acuerdo en que la lucha contra las enfermedades no transmisibles jamás se podrá ganar a menos que tengamos éxito en la reducción del consumo de tabaco (el único factor de riesgo común entre las cuatro principales enfermedades crónicas: cáncer, enfermedad cardíaca, enfermedad pulmonar crónica y diabetes). La declaración política resultante de la reunión de alto nivel insta a los líderes de gobierno a reconocer que el daño económico causado por el consumo de tabaco es insostenible, y a implementar intervenciones efectivas para el control del tabaco compatibles con el  Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco CMCT de la OMS”
Por todo esto me sorprenden y no entiendo las recientes declaraciones de un consejero de Sanidad, el de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty, que según recoge Europa Press http://www.europapress.es/madrid/noticia-lasquetty-cree-puede-establecer-posibilidad-fumar-determinadas-areas-casinos-20130817104925.html  ha dicho que “el Gobierno regional quiere que la legislación, tal y como está concebida ahora, no perjudique el desarrollo de un proyecto como Eurovegas, que generará la creación de miles de puestos de trabajo”. Considera el consejero que “es posible permitir es consumo de tabaco en áreas determinadas de casinos, si  cuentan con medidas necesarias para no afectar al resto de personas”
Suscribo sin embargo todas y cada una de  las palabras de Margaret Chan, directora general de la  Organización Mundial de la Salud:  “Me gustaría ver un mundo unido que ya no acepte los efectos perjudiciales del tabaco en la salud y la economía, y que reconozca que el control del tabaco y la total implementación del CMCT de la OMS son positivos para la salud y la economía de naciones”
Es posible salvar miles de vidas, se sabe cómo detener esta epidemia mortal.

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miércoles, 14 de agosto de 2013

Figuras de otros tiempos. La lechera

En los últimos años cincuenta y primeros sesenta aún existían vaquerías en Madrid. Uno de los primeros recuerdos de Mario está unido a una de ellas, en plena calle de Alcalá. La lechera se llamaba Felipa. Las vacas mugían y hedían pero a él, a sus cinco o seis años, debía parecerle un aroma exquisito, olían a algo insólito y maravilloso, a algo que añoraba y que se encontraba fuera de su alcance. A campo. Él, que jamás había visto un establo y no entraría en el primero hasta los quince, que apenas entrevió un cultivo durante las fugaces vacaciones en el pueblo de unos familiares remotos, se sentía fascinado por esas presencias misteriosas que mugían detrás de las paredes y que no podía más que intuir. Vacas. Tan lejos y tan cerca. Bebía su leche a diario, se empapaba de su esencia, escuchaba sus ruidos y respiraba su mismo aire pero, fuera de una foto en su libro de ciencias, nadie le había dado una pista de su aspecto.
Johannes Vermeer - La lechera
Un espejo empotrado ribeteado de azul ocupaba la pared mágica. Al otro lado, el rumor de unas pisadas inhumanas, enérgicas, que fascinaban a la vez que hacían temblar. Felipa llenaba las lecheras de cinc que, tiempo después, al popularizarse el plástico, fueron sustituidas por cilindros estriados de alegre colorido con su tapa a juego. Ella solía asegurar a los niños, con convicción aparente, que alguna vez les dejaría entrar a ver las vacas. Era una mujer oronda, de expresión afable, con el pelo negro y tirante que dejaba ver su amplia frente y unas entradas angulosas y enormes. Por debajo del mandil negro vestía uniforme a listas grises con cuello y puños blanquísimos. Él la creyó siempre con la fe incuestionable de los niños –al menos de los niños de entonces–, sencillamente porque no había motivos para mentir. Más tarde comprendería que aquello no fue más que una treta para que no siguiese insistiendo. Y le dolió. Mucho más que si lo hubiese descubierto de niño. Porque no contemplar nunca aquellas vacas había constituido, fuese consciente o no de ello, una dolorosa laguna sentimental, y aquel eterno aplazamiento, un desprecio a su dignidad de niño y un insulto a su inteligencia. Fue una de tantas estupideces que la arrogancia de los adultos se permite solo porque puede hacerlo. Felipa sembró la ilusión en él de una manera algo tonta, permitió que, día tras día, imaginase el  instante prodigioso en el que le sería permitido asomar la cabeza por la puerta de cuarterones y atisbar lo que había al otro lado.
Después ha estado en muchos establos, ha visto vacas en hilera, ordeños, han llenado su tartera con el líquido recién extraído y esterilizado previamente, pero cuando eso ocurrió él había llegado hasta allí por sus propios medios. No podía ser lo mismo. Hay conductas que siempre le han parecido incomprensibles.
En cuanto creció un poco le mandaron a estudiar fuera. Cuando volvió, en las primeras vacaciones, Felipa y sus vacas se habían esfumado. Abrieron una zapatería en su lugar, un local que se ha conservado hasta hoy, como otros cientos esparcidos por la calle de Alcalá, en el arranque de Hermosilla, un anodino escaparate repleto de zapatos de mujer, un moderno espacio comercial donde, probablemente, jamás han engañado a un niño.
 

lunes, 12 de agosto de 2013

La ultima llamada (Phone Booth) - 2002


Siempre es un placer desempolvar viejos, o no tan viejos, films, también un ejercicio de nostalgia. En particular, si ha transcurrido tiempo suficiente para que podamos contemplarlo con ojos distintos. En este caso, no se puede afirmar que estemos ante una obra maestra pero sí que se trata de digno ejercicio, repleto de guiños, contenido para reflexionar y un ritmo trepidante que consigue arrastrarnos así como una tensión que no afloja (casi) nunca.
Este es un ejemplar de indudable factura americana. Y es bueno que así sea, pues resulta evidente que los guionistas estadounidenses cuando tratan de adaptar un guion europeo suelen acabar banalizándolo. Como no entienden bien el propósito que ha originado el argumento, algo que se nota de lejos, se limitan a eliminar lo más escabroso, polémico o personal para dotarle de mayor salida comercial convirtiéndolo en producto de consumo (masivo y propio, se entiende).
En cambio, son fabulosos cuando lo que pretenden es retratarse a ellos mismos. Incluso las películas mediocres manifiestan una capacidad de observación que les aporta un matiz involuntariamente autocrítico.  Es decir, lo mejor que puede hacer USA es hablar de USA, pues si habla  de otros sitios o traslada a su terreno lo que ha escrito algún foráneo, inevitablemente, se pierde. Es lo que ocurre en este caso, este genuino producto estadounidense refleja una parte esencial de ellos mismos: herencia ideológica, obsesiones, prioridades éticas, costumbres y hasta remordimientos. Y una puesta en escena típica, con espectadores casuales que acaban siendo multitud, medios de comunicación y toda la parafernalia.

El núcleo de la escena –pues fundamentalmente hay una y podría adaptarse fácilmente al teatro– es un objeto de lo más trivial, aunque en la actualidad esté rodeándose de un halo romántico, pero es porque ya casi no quedan. Me refiero a la cabina telefónica. Hace ya muchos años, también nosotros tuvimos nuestra propia Cabina que no resultó indiferente a nadie. La España de entonces se retrató de la mano de Antonio Mercero, expulsó sus fantasmas y sus particulares angustias, criticó la censura que imperaba en la época, si bien con un tono más surrealista y filosófico y una intriga en absoluto realista, menos centrada en el destino individual del personaje pues era el futuro colectivo lo que preocupaba al español medio de los primeros años setenta.
No suelo destripar los argumentos a no ser que lo necesite para resaltar aquel detalle específico que me ha llamado la atención. No es el caso. Señalaré que su mayor cualidad, en mi opinión, es construir una historia completa –y más o menos compleja– con solo unos cuantos elementos visuales, y que su mayor defecto se encuentra en la moraleja, tan patente que el protagonista acaba confesando y arrepintiéndose de sus ¿pecados? públicamente. Ante todo un auditorio. Como a ellos les gusta.
El personaje del moralista –aquel que se cree con derecho a tomarse la justicia por su mano y a decidir sobre el destino de las personas que han tenido la desgracia de cruzarse con él–, a no ser que esté tratado muy torpemente, está de actualidad desde que el mundo es mundo y constituye otro de los grandes aciertos del film. En cambio, el personaje central se convierte en el punto más débil. Un hombre excesivamente apegado al dinero, superficial, nada solidario e infiel, para colmo. Sabemos de sobra que los deslices sexuales son los que más importan al espectador medio, en relación con ellos, cualquier otro tropiezo parece irrelevante. Esto da lugar a un maniqueísmo que es tentación fácil, pero también un peligro para cualquier artefacto narrativo que pretenda quedar en la memoria. De momento, puede incitar a su consumo, pero las cáscaras vacías revelan su falsedad más pronto que tarde.
 
Una advertencia: que no os pase desapercibido el giro final. Cuando ya creemos que lo hemos visto todo y distraemos la atención, se nos agrede con una nueva bofetada narrativa, genial para mi gusto. Pues la maldad –o su faceta más inteligente– consiste, precisamente, en eso. Eficacia plena. Garantía de éxito. El triunfo absoluto que la falta de escrúpulos produce.

A pesar de su patente artificio, tan real como la vida misma.
      
Puedes ver la ficha técnica aquí

sábado, 10 de agosto de 2013

Charlas con Paco Tella: El ascensor

Hola Molina. Por fin nos decidimos a coger vacaciones los dos solos después de tanto tiempo. Los niños están de campamento y la chica con el novio. El sábado aterrizamos en la isla con un tiempo espléndido. Me parece una bendición que no haga calor aquí nunca, sobre todo por Paco que, como sabes, lo lleva fatal, le entran unos ahogos que me aterrorizan y hay que refrescarle rápidamente como sea. Por eso nos entró esa felicidad la primera mañana que pudimos pasear a gusto. Hacía mes y medio que esto era un sin vivir.
Pero dos días después pasó algo y me ha dejado con una angustia muy difícil de esconder. Parece que él lo lleva mejor que yo aunque es el que se llevó la peor parte. Estoy harta de poner buena cara cuando estamos juntos y conformarme con llorar por los rincones. Tengo que desahogarme y prefiero no involucrar a la familia, así que he decidido contártelo.
Estamos alojados en la planta 15 del hotel. A Paco no le gustan mucho estos monstruos, él prefiere algo más recoleto, un sitio acogedor y con solera. Pero no encontramos nada mejor que encajase en nuestro presupuesto. Necesitábamos que no tuviese piscina porque ya sabes que se ahoga en cuanto hay una mínima cantidad de cloro cerca. Cuando llegamos nos pareció que todo salía a pedir de boca, hasta el ascensor llegó enseguida, no era difícil porque hay siete y apenas había movimiento. Dicen que por la crisis, yo creo que la razón es que, vayas donde vayas, los precios están por las nubes y hoy día es preciso ser un potentado para poder moverse.
Ese primer día ya nos fijamos en que los ascensores tienen las paredes de metal y que están llenas de dibujos y nombres grabados a navaja. Eso sí, están limpísimas, relucientes. Las frotan dos veces al día con un producto oleoso y desde el primer momento Paco notó que le faltaba el aire. Ese líquido aún no lo teníamos identificado y, probablemente, en un lugar más abierto no le afecte casi nada, pero estar allí encerrado, subiendo quince pisos, uno tras otro, con aquella lentitud insufrible, no le hizo nada bien. Aún así no le dimos mucha importancia. Lo peor llegó el martes. Ya sabes que él por las mañanas generalmente se siente peor, pero nos dirigíamos a la playa tan contentos: habíamos encargado un asadito en un corredor acristalado, cuajadito de flores, al borde mismo del acantilado, suspendido entre las rocas, con el mar a nuestros pies.
El dichoso ascensor se paró en el séptimo pero no entró nadie, pasaron unos treinta segundos hasta que volvieron a cerrarse las puertas. En ese momento yo noté que Paco, al que desde que entramos ya le vi mala cara, se ponía lívido. Durante los ocho pisos que faltaban sentí que le perdía. En cuanto, se abrió la puerta por fin, le saqué despavorida de allí, casi a rastras porque el pobre no podía ni moverse. Por suerte, no perdió el conocimiento. Entre el conserje y yo le sentamos en el primer escalón, aspiró con fuerza el aire que llegaba de la calle y cinco minutos después nos pareció que se había repuesto.
Avanzamos por el paseo marítimo, Paco tambaleándose un poco, yo sujetándole del brazo, preocupada por si la falta momentánea de oxígeno le había afectado al cerebro. Afortunadamente, no ocurrió nada de eso, pero la disnea volvió con más fuerza y tuvo que parar. Aquello era un principio de broncoespasmo. Le senté a la entrada de un aparcamiento y me fui a buscar cobertura porque no había forma de comunicar con el SAMUR. Todo lo que ocurrió a partir de entonces me pareció que procedía de un mundo irreal, de locos o, mejor, de fantasmas. Un hombre con camiseta a rayas, barriga prominente y barba sin rasurar a conciencia empezó a perseguirme. Yo corría y él iba detrás, pero lo raro es que, según él, quería ayudarme. Le enseñé el móvil y le advertí que iba a llamar a la policía, entonces paró en seco y puso cara de estar muy confundido. Le grité. Mejor dicho, estaba tan furiosa que lo que salía de mi boca más parecían ladridos que palabras. Entonces echó a correr y ya no volví a verle. Había perdido demasiado tiempo y temía que fuese demasiado tarde pero conseguí llamar a una ambulancia.
 Cuando volví donde estaba Paco tuve que espantar a una muchacha que se había empeñado en venderle al pobre un paquete de garbanzos de un quilo. Él no podía defenderse, la miraba y era incapaz de emitir ningún sonido, no tenía aire bastante para hablar y ella se aprovechaba dándole la matraca con su cantinela soñolienta. Debía llevar dentro una buena dosis de vete a saber qué e intentaba vender la comida que tenía en casa para poder pagarse otra.
Se lo llevaron al hospital. Allí vivimos la secuencia habitual: historia clínica, oximetría, gasometría, inhaladores, oxígeno, radiografía, corticoides en vena, nueva oximetría, inspección ocular, alta. Al menos, no le ingresaron otra vez.
Desde entonces subimos los quince pisos a pie. Por lo general tardamos unos cuarenta minutos, ya sé que es una locura pero no podemos hacer otra cosa. Aún así, Paco no tiene ninguna gana de volver, dice que el tiempo que no está subiendo y bajando escalones lo pasa divinamente.
Y a mí me gustaría que me tragase la tierra.

Visita mi nuevo blog sobre la cuestión respiratoria: http://charlasconpacotella.blogspot.com

jueves, 8 de agosto de 2013

CUENTO DE VERANO: El adivino y la rubia (y V)

Su  compañera de asiento era transparente, una cualidad curiosa. Le impresionó saber que la gente podía ver a través de ella, como si no hubiese existido nunca. Mientras uno de los profesores le dedicaba un libro suyo, de pie, apresuradamente, en la puerta del aula que daba al jardín, comentó como de pasada:
 
-Me gustaría puntualizar un par de cosas antes de que lo leas, pero ya habrá tiempo. Ahora voy de compras, me está esperando mi mujer.
 
Y señaló a una rubia algo gruesa que Maite conocía de vista.
 
-Y yo he quedado con mi amiga para subir al castillo.
 
Él echó una ojeada, se fijó en el trozo de sombra donde la otra esperaba con la mochila al hombro.
 
-¿Qué amiga? – preguntó.
 
Pero no le dio mayor importancia. Esto se repitió alguna vez más. Ya os digo, su aspecto era insignificante, hasta que no la oías hablar no caías en la cuenta de que estaba allí.

No llegaron a subir del todo, pararon en una roca, con el furioso mar a sus pies, defendiéndose del viento como podían, arrebujadas en sus chubasqueros, muriéndose de risa, hasta que decidieron refugiarse en una gruta natural minúscula para poder hablar a gusto. Desde allí, la vista era imponente, podías creerte dueño del universo, Maite se  preguntó lo que sentirían los pájaros.
Por primera vez, oyó hablar a su compañera del muchacho elegante que había visto con ella en el cine. Su primer amor. Desahuciado por los médicos. Al que había prometido asegurar descendencia si algún día llegaba a faltar. Él ya era estéril desde hacía tiempo aunque, previsoramente, había guardado el semen años atrás, nada más recibir el diagnóstico. Quedaba poco para que caducase y ella aún no se quería inseminar, no se sentía preparada, se debatía en un mar de dudas. Etcétera.
 
Le contó el resto de la historia poco a poco, a retazos, dividiéndola en episodios como si procurase añadirle emoción. Eso era lo que escribía en clase, frenéticamente, en papelillos minúsculos, con letrujas que se enroscaban sobre ellas mismas. No quería publicarlo, solo dejar constancia para que su futuro hijo pudiese leerlo. A Maite todo aquello le pareció un culebrón de mediodía. No sabía si creerla. La chica se resistía tozudamente a concluir pero lo hizo. Fue el día que visitó el cuarto de Maite. Le admiró su pulcritud y armonía. No era más que un espacio agradable con vistas al jardín y a las montañas, pero ella no podía permitirse una plaza en la residencia aneja a la universidad y se tuvo que conformar con una pensión de tercera en el pueblo.
 
Maite reconocía que aquella demencial historia no tenía ni pies ni cabeza pero su esqueleto le pareció sugerente y decidió retocarla a conciencia antes de pasarla al papel. Nunca hubiese imaginado lo que pasó más tarde. Se la quitaron de las manos, se vendió como rosquillas. Se sentía borracha de éxito, no solo por la publicación de El hijo póstumo, además, el tribunal seleccionó casi todos sus proyectos y uno de ellos ganó el primer premio del concurso. Empezaba a ser una diseñadora reconocida y una promesa de la ficción.
 
Ahora ella está muerta y dicen que yo la he matado. La novela triunfa por su cuenta. Fue escrita por una tal María Teresa Cobo. No soy ella, no soy más que una delincuente. Un tribunal decidirá a quién pertenecen los derechos de autor. Recuerdo aquella fiesta, al adivino previniéndome. He pedido que lo busquen, y a Rafa, a Raúl, a mi hermano, mi cuñada, a toda mi familia. Pero nadie parece recordarme. Yo sí les recuerdo a todos. También las luces, el humo, mis diseños. Me acuerdo de los quebraderos de cabeza que tuve hasta dar con las medidas exactas. Y de todas y cada una de las fases por las que pasó la novela: catorce meses e incontables noches en blanco para encajar las piezas de aquel puzle.
 
Lo cierto es que vivo en la cárcel y ni siquiera estoy segura de quién soy.