martes, 26 de febrero de 2013

Flashback (1990)


Título original: Flashblack, Fecha de estreno: 1990, Nacionalidad: estadounidense, Género: Comedia de acción, Director: Franco Amurri, Reparto: Dennis Hopper, Kiefer Sutherland, Carol Kane, Paul Dooley, Cliff De Young, Richard Masur, Michael McKean, Kathleen York, TomO’Brien, Eric Lorentz, Jan Van Sickle, Jack Casperson, Dwayne Carrington, David Underwood, Bobby Price, Duración: 108 minutos.

El pasado determina lo que fuimos. No siempre para continuarlo, a veces lo que anhelamos es renegar de él, convertirnos en otros, borrar todas las huellas que nos lo puedan recordar o que desvelen quienes éramos entonces. No es un secreto que nuestros ideales cambian. O que un sacrificio excesivo, unido o no al hecho de ir a contracorriente demasiado tiempo los acaba volviendo aborrecibles. Pero este odio, a veces irracional, tampoco es muy saludable. Hay quienes siguen una trayectoria uniforme y quienes dan bandazos porque el extremismo, los fracasos, el éxito inesperado o la sensación de ser diferentes les agota. Por eso, y buscando una coherencia imposible de alcanzar, oscilan de un extremo a otro de la línea ideológica. Son los menos. La mayoría opta por adaptarse a las circunstancias. No es que permanezcan exactamente igual que antes, pero los cambios de estos individuos suelen ir acordes con el ritmo de los tiempos. Su vida es mucho más cómoda, no ponen nada en tela de juicio, hacen lo que todos, aunque eso suponga contradecir lo que fueron no hace mucho. Podrían compararse s marionetas pero ellos no lo sabrán nunca porque la mirada que se dirigen no llegará tan adentro.
Estas y otras reflexiones me ha provocado Flashback, la película que Franco Amurri dirigió en 1990 escogiendo como protagonistas a un magnífico dúo de actores: Dennis Hopper y Kiefer Sutherland. Su interpretación camaleónica resulta convincente en cada una de las fases que atraviesan con ser estas muy distintas, incluso opuestas entre sí. El espectador entiende los motivos de cada cambio de actitud y, a través de ellas y, sobre todo, de la enorme interpretación de los actores, comprende cada vuelta de tuerca, cada uno de los disparatados giros de esta comedia genial. Por supuesto, no estamos ante una de esas comedias americanas concebidas para provocar la carcajada sin mayores consecuencias para nuestra mente. Aquí, los continuos sobresaltos a que nos somete el guión –como puede deducirse del enrevesado párrafo anterior– hacen reflexionar y mucho.

En un primer momento, el personaje de Sutherland es un relamido agente del FBI a quien se recomienda la custodia de un disidente histórico, fugado de la  cárcel hace dos décadas, sin otros delitos que la alteración del orden y haber estimulado las corrientes contraculturales en tiempos de la guerra de Vietnam. La perspectiva de pasar juntos varias horas de tren no parece muy estimulante, pero ninguno conoce las habilidades del otro, ni siquiera se conocen demasiado a sí mismos, las sorpresas se suceden porque nadie es lo que parece. No lo es el delincuente pero tampoco el policía, ni el jefazo del FBI que está a cargo de la operación, ni siquiera el sheriff de la localidad que debe acoger al prófugo.

En esta inteligente y (sin embargo) divertida historia se cuenta que casi todo es relativo, que cada uno de nosotros guarda en su interior mucho más de lo que cree y que, si buscamos bien, quizá podamos proporcionarnos más de una sorpresa agradable.

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